El Bar Flotante de Talamanca ha dicho adiós tras vivir una época inolvidable en la isla. Una sensación de melancolía que inundó ayer a los vecinos de Ibiza que decidieron vivir a plenitud el cierre de este emblemático lugar. Desde primera hora de la mañana, el local empezó a colmarse de su clientela más fiel, esa que nunca falla, la que diariamente desayuna frente al mar sus tostadas con tomate o con aguacate. O aquella que prefiere disfrutar de un vermut observando este entorno natural sintiendo la arena entre los pies. «Todavía no me creo que éste vaya a ser mi último desayuno en el Bar Flotante. Llevo aquí tres horas, me cuesta irme», destacó Rosalía Paredes, una clienta asidua del local.

Muy cerca estaba la familia Tur, que aprovecha los domingos para desayunar en el restaurante. «Estamos muy tristes. Solo esperamos que los nuevos dueños mantengan la esencia ibicenca del Bar Flotante», subrayó la clienta Nieves García.

En este sentido, Nieves desea, como el resto de vecinos de Ibiza, que este espacio no se convierta en un nuevo beach club. El mismo miedo tiene Carlota Villalta que, con su pequeño en brazos, señaló que para muchos temporeros este local inspira nostalgia.

Sin duda, un día de emociones para todos ellos, pero también para los trabajadores y para el que ha sido su administrador desde 2007, Jean Pierre Vivares Alexandre. Tras la barra, y con más trabajo que días anteriores, explicó a Periódico de Ibiza y Formentera que están muy tristes y emocionados. «Es un día de emociones para todos. Entendemos el dolor de todos los clientes. Lo único que podemos hacer es tomar algo con ellos y brindar por el Bar Flotante. Estaremos aquí hasta que se vaya el último cliente», puntualizó.