La bióloga ibicenca, con la última de sus publicaciones. | Dani Tur

«Las serpientes hacen cada año más daño a las lagartijas de lo que pensamos. Todas las campañas que hemos hecho se ha visto que las serpientes van más deprisa que la reacción de la gente, sobre todo mucho más deprisa que la reacción de las entidades que tienen competencias en este problema». Así de contundente se ha mostrado este lunes la bióloga Antonia María Cirer, que hace unos días presentó junto a Sebastián Candela un libro cuyo principal objetivo es familiarizarnos con las lagartijas, tan necesarias en nuestro ecosistema, y hacernos ver la importancia de revertir la amenaza que suponen para ellas las serpientes.

«Será muy difícil revertir esta situación», señaló Cirer, que ha indicado que para hacer esto una realidad «sería necesaria una inversión mucho más fuerte y, sobre todo, que empiecen a pensar en hacer reservas de lagartijas reales, con barreras antiserpiente». Y es que, según ha explicado la bióloga, «sólo con las trampas nos quedamos cortos. Hace dos campañas que las serpientes nos han sobrepasado».

La reacción contra la especie invasora pasaría, entre otras cosas, por realizar fumigaciones térmicas, controles a todas las mercancías que llegan al puerto o adiestramiento de perros para que las capturen. «Hay un sistema muy rápido de poder saber si hay serpientes» en los olivos que entran a la isla procedentes de la península. Consistiría en lanzar una descarga eléctrica en el árbol a través de dos pinzas de batería ya que «el olivo no sufriría pero los animales que hubieran en su interior saldrían» lo que permitiría detectar y anular a las serpientes antes de que quedasen libres en la isla. «En otros puertos que tienen problemas de este tipo han hecho pruebas de determinados sistemas que son fáciles de poder implementar. Lo que pasa es que en Ibiza todo el mundo tiene mucha pereza y no implementamos nada».

En cuanto a la situación que se está viviendo en estos momentos en Ibiza, Antonia María Cirer ha explicado que en zonas como Santa Eulària, Sant Carles, Sant Llorenç o Santa Gertrudis la reducción en la población de lagartijas ha sido dramática. «Ya no hay las lagartijas que había antes», precisó. Y añadió que «en muchos lugares hace tiempo que no se ha visto ninguna y, cuando se ve alguna, es porque ese ejemplar ha vivido al margen de los otros miembros de su especie». Además, apuntó que, sin lagartijas, «habría muchas plagas que serían difíciles de controlar porque no se comerían a determinados animalitos».

En este libro, tanto Cirer como Candela han querido presentar la vida íntima de las lagartijas. «Explicamos lo que podría ser un álbum de la familia de las lagartijas y explicamos todo lo que hacen a lo largo de la jornada» para que nos familiaricemos más con estos animales y veamos la importancia que tienen en nuestras vidas. «Nunca habríamos dicho que las lagartijas estarían en peligro de extinción en Ibiza», subrayó Cirer. «Nunca se hicieron censos de lagartijas, ahora tenemos que contarlas todos los días para saber que nos queda alguna en algún lugar. Ha cambiado todo radicalmente», sentenció la experta.