Imagen de archivo de la zona de la Platja de Palma.

La voz de alarma la lanzaron responsables del Consell d´Eivissa en la feria turística World Travel Market de Londres: el Decreto Ley 1/2020, de 17 de enero, contra el Turismo de Excesos no se ha traducido en actuaciones contundentes por parte del Govern a la hora de combatir este modelo turístico.
En relación a Sant Antoni, el Consell d´Eivissa aseguró recientemente no tener constancia de ninguna inspección impulsada esta temporada directamente por el Govern y, por tanto, desde la Comunidad no ha sido trasladado ningún expediente a la institución insular, competente a la hora de sancionar prácticas como el balconing o la oferta de rutas etílicas. Los hoteleros de Platja de Palma coinciden con el Consell ibicenco a la hora de expresar cierto malestar por la inacción del Ejecutivo autonómico en este asunto.

Sin embargo, la labor conjunta impulsada desde la institución insular, el Ayuntamiento de Sant Antoni y el sector empresarial del West End -zona delimitada en el decreto balear- ha logrado reducir a solo un incidente grave la afectación negativa de este tipo de turismo. La actuación de la Policía Local y las inspecciones de los departamentos de Ordenación Turística del Consell han logrado rebajar este pasado verano «muy notoriamente» los efectos del turismo de excesos, según puntualizaron desde la institución insular.

En concreto, desde la WTM se aseguró que la Oficina contra el Intrusismo había llevado a cabo durante la temporada 33 inspecciones para garantizar el cumplimiento del decreto, actuaciones que se traducen en 17 expedientes abiertos por diligencias previas y nueve con propuesta de traslado al Govern, competente a la hora de sancionar determinadas infracciones.

En Mallorca

El Govern balear tampoco ha ejecutado ninguna sanción en relación a las 36 denuncias que los hoteleros de la Platja de Palma han interpuesto esta temporada por infracciones al decreto antiexcesos. Así lo han asegurado esta misma semana los responsables de la Asociación de Hoteleros de Playa Palma (AHPP) en la presentación del balance final de la temporada. Desde la patronal mallorquina denunciaron que «no existe una verdadera voluntad política» para acabar con los problemas de inseguridad y de comportamientos incívicos que persisten en este lugar.
Según apuntaron, la conflictividad se concentra en unas diez manzanas de esta zona turística mallorquina.

«No entendemos que no puedan controlar ocho manzanas», criticaron los hoteleros. También lamentaron que sus denuncias han caído en saco roto durante todo el verano. «Ha habido cero medidas cautelares ejecutadas; ninguna de nuestras denuncias ha recibido una resolución en firme», lamentaron. La asociación hotelera incluso contrató a un detective privado que en nueve días llegó a recabar hasta 812 infracciones de la normativa, lo cual es un buen indicativo del descontrol que campa por una zona que parece ignorada en lo que a labores de inspección y vigilancia policial se refiere.

Los propios subdirectores de los hoteles llegaron a ejercer como inspectores aportando vídeos y fotografías a la Administración, aunque este material finalmente no se ha traducido en ninguna ejecución de sanción. Asimismo, a la asociación no le consta la intervención de oficio por parte de ningún inspector de los organismos pertinentes. Los hoteleros aseguraron que esta falta de control ha sido perfectamente constatada por infractores como clientes incívicos, tiqueteros o vendedores ambulantes. «Si en el segundo año los malos se dan cuenta de que somos inútiles, se acabó», sentenciaron los hoteleros.

El apunte

La oferta ilegal se amplía: cubatas en el transporte del aeropuerto al hotel

El problema del consumo exacerbado de alcohol en la Platja de Palma no solo no se ha solucionado con el decreto contra el turismo de excesos, sino que ha ampliado los frentes de batalla. Al tiempo que la actividad turística resucitaba, el modelo de oferta que se pretende erradicar se ha estado

multiplicando y adoptando nuevas formas: barmans ambulantes que preparan cubatas en la playa o un servicio de coctelería en el transfer del aeropuerto al hotel. «La gente llega al hotel con el cubata en la mano y nos dicen que ha sido el propio vehículo contratado quien se lo ha proporcionado».