Rafa Tur. | Irene Arango

Rafa Tur (1967, Ibiza), presidente de la Asociación de Propietarios Forestales de Ibiza, ha estado ligado desde hace muchos años al asociacionismo y a la protección del medio ambiente. Eso le ha llevado, entre otras cosas, a obtener diferentes reconocimientos medioambientales e ir un paso más adelante que el resto de los ibicencos y que las administraciones, especialmente en lo referente a la lucha contra el fuego en la isla. A él y a sus asociaciones le deben, entre otras cosas, diferentes planes para luchar contra los incendios forestales.

—¿Con qué objetivo nace la Asociación de Propietarios Forestales de Ibiza?
—En 2011 se produjeron los incendios de Morna, en toda la zona norte de la isla, donde se quemaron 1.650 hectáreas. Nosotros venimos de una asociación que se llama Asociación de Vecinos de Rafal Trobat. Tenemos una amplia trayectoria medio ambiental, incluso tenemos un premio GEN-GOB y otro de mérito civil de Sant Josep por el cuidado del medio ambiente. Esta asociación, junto con otras personas como Juanito de las Arcadas o Javier Ripoll, montó lo que es la Asociación de Propietarios Forestales de Ibiza. En un momento determinado hablamos con los técnicos de prevención de incendios del Ibanat y nos dijeron que en Ibiza no había medios suficientes para extinguir los incendios en la primera media hora, que es cuando realmente se pueden extinguir. La orografía de Ibiza es muy complicada, hay una densa estructura de bosque que hace que los incendios sean muy virulentos y no hay medios para eliminarlos de raíz.

—Ante dicho panorama, ¿qué objetivos se plantearon?
—Al no haber medios, lo que nos planteamos es saber de qué forma podíamos ayudar. Salieron unas líneas de ayudas del Plan Leader y obtuvimos una subvención para poner 10 depósitos. Hasta el momento el sistema de Ibanat era que los depósitos estaban en las cimas de las montañas y ellos los recargaban mediante camiones, algo que no podíamos mantener como asociación porque no era eficiente ni viable. Entonces planteamos un sistema para buscar como colaboradores a los payeses, a los que ofrecimos la posibilidad de montarles depósitos en sus fincas a cambio de que ellos, cuando haya un incendio, dejen entrar a los helicópteros y a los medios de extinción. El compromiso es que el depósito siempre tiene que estar lleno por si hay un incendio. Con este Plan Leader, que nos financiaba el 85% de los depósitos, que costaban 20.000 euros cada uno, tuvimos que buscar empresas que nos ayudaran a sufragar esto porque somos una asociación, no un ente público. Surgió también después la posibilidad de gastar 100.000 euros más si conseguíamos en tres meses montar más depósitos y, como ya teníamos una cartera de gente interesada en instalarlos, a final conseguimos montar 19 depósitos en toda la isla. Con esto se ha visto que, desde el año 2015, cuando estaban todos operativos, los incendios se han podido apagar porque se ha actuado de una forma más rápida y eficiente.

—Pero estos depósitos necesitan un mantenimiento.
—Claro. Nosotros entendemos que, aunque como asociación ya no tendríamos que responder por estos depósitos porque pasaban a ser propiedad del payés, tenemos una obligación moral. Ellos no tienen que cargar con toda la responsabilidad de la extinción de incendios y del mantenimiento de estas infraestructuras. Además, estos colaboradores ponen su agua, ponen sus bombas y su electricidad en unos depósitos que están incluidos en la red de depósitos de Baleares. Son depósitos de titularidad privada, pero de interés público. Esto hace que nosotros entendamos que la sociedad y que las administraciones públicas tengan una responsabilidad. Está muy bien que nosotros nos ocupemos y lo gestionemos, porque sabemos gestionarlo, pero el mantenimiento de uno de estos depósitos vale 6.000 euros. Mientras hemos podido hacer el mantenimiento lo hemos hecho hasta que no nos ha quedado dinero. Visto esto y visto que la administración no estaba por la labor de implicarse como debiera, hemos hecho un vídeo porque no nos vamos a cargar a la espalda la responsabilidad de algo que es por beneficio común. Ahí explicamos a la gente que necesitamos ayuda, ayuda de las administraciones y de los particulares y de las empresas que quieran colaborar, porque a fin de cuentas esto es cosa de todos.

—Visto el éxito que han tenido estos depósitos, ¿en estos años ninguna administración se ha acercado a vosotros a ofreceros ayuda?
—Nosotros tenemos una comunicación fluida con las administraciones. De hecho, los listados que tenemos de gente que quería poner depósitos los hemos compartido con ellos porque, cada vez que se ponía alguien en contacto con nosotros para poner depósitos automáticamente, nuestros ingenieros quedaban con los ingenieros del Ibanat para ver si la ubicación era correcta. Un depósito tiene unos requisitos, tiene que estar en una zona concreta, no puede haber líneas de luz y teléfono, no puede haber árboles. La administración sí que se ha movido porque han seguido el ejemplo y han puesto algún depósito de forma individual. Si al final la administración pone cinco depósitos y los gestionan ellos, genial. Lo que nosotros entendemos es que tenemos 19 depósitos, que ahora mismo los podemos dejar perder o cargar toda la responsabilidad del mantenimiento al que lo tiene en su terreno. Eso entiendo que no es justo, porque al final estos depósitos hacen un bien común de extinción de incendios. Lo que pedimos es hacer un convenio con las administraciones en el cual nosotros nos encargaríamos de la gestión, o bien la administración de asumir el mantenimiento de los mismos. Nos da igual. Para nosotros lo importante es que el proyecto siga vivo, y sólo seguirá vivo mientras los depósitos estén operativos. El día que dejen de estarlo el proyecto habrá muerto y eso, después de tanto trabajo, no sería lo ideal.

—¿Qué vida útil tiene un depósito de estas características?
—Depende de los depósitos. Los que hemos instalado nosotros están garantizados para 10 años. Pero en algunos casos ha habido problemas de corrientes galvánicas, que se generan por el movimiento del agua. Hay depósitos que a día de hoy siguen perfectos y otros que han sufrido daños por este tipo de corrientes, que les han provocado corrosión. Y se trata de los mismos depósitos, pero no deja de ser un problema que puede existir en el mantenimiento de cualquier cosa. Lo normal es que las cosas se deterioren y, si se usan, más todavía. Al final lo que queremos es que alguien asuma el mantenimiento. Si lo hemos de asumir nosotros, ningún problema. Podemos gestionarlo, lo hemos hecho hasta ahora. Y si no lo podemos gestionar nosotros, que lo gestione alguien, la administración sería la competente. Y si no es la administración, pues cualquier otro ente, pero no se puede dejar perder este proyecto. Es un proyecto útil, bonito y de futuro. Y por eso hemos hecho el vídeo y pedimos donativos es nuestra página www.apfde.org, es una llamada de atención para decir a la sociedad lo que está pasando, y que luego a nadie le venga de nuevas.

—Hasta que su asociación puso los depósitos antiincendios, ¿cuántos había en Ibiza?
—Había cinco o seis que eran de una capacidad media de 50 o 60 toneladas (los actuales superan las 120), que era el prototipo que ponía el Ibanat y que llenaban a base de camiones. Gracias a estos depósitos ahora tenemos un helipuerto y un helicóptero en Ibiza. Yo vi cómo se incendiaba la Serra de Can Tumeu, vi cómo caía el rayo, vi cómo se iniciaba el fuego y a los cinco minutos estaba el helicóptero en uno de estos depósitos, cogiendo el agua y apagando las llamas. La efectividad es total. Están funcionando completamente, y una cosa que funciona no hay que dejarla perder. Además, el proyecto es necesario porque estamos en una época de cambio climático, que lo que está haciendo es que los períodos de sequía sean más largos, suban las temperaturas y esto incremente el riesgo de incendios. Hay que apostar por poner cerca de los fuegos los depósitos para poder actuar. Ahora habrá entre 25 o 30 depósitos antiincendios por toda la isla que son operativos, y esto da una facilidad a los pilotos de los helicópteros, que ya saben dónde pueden ir a recoger agua.

—¿Hay muchos voluntarios en la asociación?
—Las cosas con los voluntarios tienen un recorrido muy corto. Tienes que tener gente profesional que pueda hacer ese trabajo, y para eso necesitas dinero. Las asociaciones necesitan poder pagar a la gente el trabajo que hacen.

—También tiene que ser importante que los puntos donde se instalen los depósitos tengan su propia agua.
—Por supuesto. Los depósitos siempre se ponen en un lugar donde hay una perforada. Pero con el devenir del tiempo puede pasar que en un sitio donde había agua deje de haber agua. La perforada se puede secar o romper. Por eso merece la pena tener más depósitos cerca, por si hay un particular al que se le haya roto o secado la perforada.

—También hay una diferencia muy grande entre el precio de un depósito público y uno privado.
—Nosotros en su momento escogimos un modelo de depósito y pensamos que valía más tener muchos depósitos por toda la isla que hacer sólo uno. La administración en su momento hizo uno que le costó 300.000 euros, nada que decir al respecto, pero la verdad es que nosotros creemos que vale más la pena tener 19 repartidos por toda la isla que uno solo. Son maneras diferentes de gestionar el dinero. Nuestra gestión es una gestión eficiente, con lo poco que tenemos hacemos mucho, y eso queremos seguir manteniéndolo. Ahora bien, si la administración decide ocuparse del mantenimiento, perfecto, para nosotros lo importante es que los depósitos estén en marcha, no tenemos ningún afán de protagonismo.

—Ahora mismo, ¿qué zonas de la isla están más cubiertas y cuáles más descubiertas?
—Entre carga y descarga del helicóptero no deben pasar más de cinco minutos, y para eso lo fundamental es tener muchos puntos de recarga. Las Salinas están bastante descubiertas en caso de incendio. Lo mismo pasa entre Sant Antoni y Sant Josep, la zona de Sant Mateu, la zona de Santa Eulària, es Figueral y las zonas del norte de la isla. Por eso la idea del crowfounding es para mantener y mejorar la red de puntos de carga existente.

—Cuando empezaron, ¿había alguien de la asociación con conocimientos de ingeniería forestal?
—Tenemos muchos colaboradores y contamos con ingenieros. Hay gente muy cualificada y hay voluntarios, pero lo importante es poder pagar a la gente. Los voluntarios están muy bien como refuerzo, pero no puedes basar el trabajo en base al voluntarismo de la gente, porque hay gente a la que le vendrá bien o le vendrá mal. Pero si es un trabajo, tú cobras por esto. Si además estás motivado porque creen en el proyecto o te gusta el proyecto, mejor que mejor, pero es tu trabajo. No tienes ninguna excusa para no hacerlo, y si no lo haces tú, lo hará otro.

—¿Qué beneficios hay para el payés que tiene un depósito de estos en su terreno?
—Hay payeses que han salvado su casa gracias al punto de recarga de agua, y ese es un beneficio indudable. También pueden salvar el bosque y las tierras, es una mejora para la naturaleza y el entorno. A todo esto, lo pueden utilizar en su actividad agrícola diaria. Lo que queremos es que esos depósitos tengan vida, no que estos colaboradores tengan un armatoste muerto por ahí en medio sin utilizar, sin cuidarlo, queremos que se preocupen de que esté lleno. En este sentido, si le das una utilidad, te vas preocupando de si tiene un agujero o si falla alguna cosa. Si están vivos, estarán preparados para el momento de la emergencia.