Imágenes de la calle Vicent Marí Mayans, a la entrada de Puig d’en Valls. | Toni Planells

Aunque Puig d’en Valls esté a un par de kilómetros de Vila, este pueblo pertenece al municipio de Santa Eulària. Una de las arterias de este pueblo es la calle Vicent Marí Mayans, una avenida que conduce desde el Camí Vell de Sant Mateu hasta la misma plaza del pueblo. Esta vía comparte a partes iguales, y en perfecta armonía, su parte residencial con diversos comercios y restaurantes.

Dolores Torres, que es una de las vecinas del pueblo, lo califica como «pueblo dormitorio», aunque reconoce que a media mañana se puede observar un mayor tránsito en la calle. «Por la noche está muy apagadito», señaló. «Tenemos todo tipo de servicios: un colegio, restaurantes, un centro cultural, un campo de fútbol, veterinario y bares, ¡hasta un fisio!», apuntó Rosa Galera, también vecina de Marí Mayans. Por su parte, Dolores indicó que echa de menos «la mercería o la librería que había antes».
Tanto Dolores como Rosa, que lleva 40 años en esta calle, celebran la ampliación de las aceras y la reforma de pluviales de esta vía.

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En este sentido, Fany Yern, responsable de la cafetería Tríplex, apuntó que «esta calle siempre ha ido a mejor». No obstante, otros vecinos como el comerciante Julio Marí, que tiene un establecimiento de productos para equitación, subrayó que hay «poco aparcamiento» en esta calle. El incivismo es otro de los puntos negativos que señalaron los residentes. Yern, por ejemplo, se refiere a la velocidad que cogen algunos conductores cuando circulan por la zona.

Por su parte, Pep Monerris o Rosa indicaron capítulos de coches «aparcados en la entrada de los parkings que, además, se niegan a moverse de allí». Un incivismo que también destacó Patricia Bonet desde el supermercado Bon Gust. En esta línea, según Monerris, deberían desinfectar un poco las calles, «puesto que los vecinos dejan a sus perros hacer sus necesidades en la acera y a veces apesta».

Respecto a la limpieza, tanto Bonet como Marga Marí, también vecina, reivindicaron la figura del barrendero de la zona. Asimismo, Pilar Bonache, desde su centro de estética, apuntó a la poca iluminación de los caminos rurales colindantes a la calle, a la vez que valoró el carácter «como de campo» de esta población. Un factor que Jordi Ferrero, desde su empresa de control de plagas, puso en valor. «Es como un pueblecito pequeño de los de antes». Por su parte, el hostelero Alejandro Palerm explicó que «en verano se nota mucho la presencia de los hoteles rurales que hay por la zona».