Tras los toldos hay una ferreteria muy antigua y dos bares muy conocidos. | ARGUI ESCANDON

El carrer de s’Església de Santa Eulària, también conocida por los más mayores del pueblo como el Camí de s’Església o Camí de Missa, es una de las más extensas de la localidad ya que comienza en el cruce con la Avenida Padre Guasch y discurre prácticamente en línea recta hasta llegar a cruzarse con otra de las vías principales del pueblo, la calle Margarita Ankermann.

Solo hay que pasar allí diez minutos para darse cuenta de que se trata de una calle muy frecuentada por vecinos de todo tipo que, por lo general, siempre tienen algo que hacer. Están los que entran y salen de los comercios que la calle tiene a ambos lados, o los que quieren llegar al autobús antes de que este emprenda su camino desde alguna de las paradas de transporte público que comunica Santa Eulària con distintos lugares de la isla. Además, el Carrer de s’Església destaca por tener una de las entradas principales al Mercat de Santa Eulària, aunque relativamente escondida.

Este acceso sigue sobreviviendo como puede al paso del tiempo gracias a los pocos vendedores que siguen con sus puestos abiertos. También por albergar una de las ferreterías más grandes de la isla, Es Mercat, considerada por muchos vecinos como uno de los negocios más míticos del pueblo después de que abriera sus puertas en el año 1996 «y porque allí se puede encontrar prácticamente cualquier cosa mientras te atienden con una gran sonrisa».

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Muchos comercios

No es el único comercio de esta calle. Aunque al principio está repleta de viviendas particulares de distintas alturas, formas y medidas, el panorama cambia radicalmente cuando esta vía se cruza con el Carrer del Sol hasta su intersección con el Passeig de la Pau. Una vez aquí, hay un acceso al aparcamiento subterráneo privado que hay en la zona. A partir de ahí, el paseante se podrá encontrar con una clínica dental de reciente apertura, una frutería que hace esquina, una barbería regentada por dos jóvenes árabes, una tienda de ropa y moda vintage, una panadería, una zapatería con un gran escaparate, una tienda de tratamientos de belleza y hasta la oficina del SOIB de la localidad.

Y ya, al final de la avenida, también hay un restaurante de sushi japonés para llevar a casa, Cansushi, y hasta un gimnasio. Incluso todavía hay espacio para albergar dos de los bares más conocidos y frecuentados por la gente de Santa Eulària de toda la vida.

Se trata del bar El Pomelo y el bar Es Pagès, situados al lado de la barbería y la ferretería, y antes de llegar a la entrada del mercado. Son lugares con aroma a antiguo, con sus terrazas cerradas como antaño y con cristaleras para proteger del viento, la lluvia y el frío en los días malos.
También tiene mesas y sillas de plástico y, sobre todo, tal y como aseguraron algunos vecinos «siguen

teniendo precios respetables para poder tomarte el desayuno sin que tengas que empeñar un riñón».