Elisa Rosselló es la presidenta de la Asociación de Vecinos y Comerciantes de la Marina desde el año 2015. | ARGUI ESCANDON

La familia de Elisa Rosselló Mayans (Ibiza, 1977) lleva más de medio siglo regentando negocios en la Marina. Empezó su abuelo con una barbería, pero el boom turístico hizo que se convirtiera en una tienda de ropa. «Mi abuela vio que salía más a cuenta que la barbería. Ella cosía en el primer piso y mi abuelo vendía en la planta baja», recuerda. Elisa Rosselló tiene un despacho de abogados tras estudiar Derecho y Psicología y es la presidenta de la Asociación de Vecinos y Comerciantes de la Marina desde 2015, el barrio donde «donde me crié cuando aún tenía vida todo el año. Allí creció el turismo en Ibiza». Ahora lucha para que la Marina vuelva a ser lo que fue y deje de estar desierta en invierno.

¿Quién tiene la culpa de que la Marina esté vacía en invierno?
—Creo que son varios factores. La ciudad ha crecido y la gente se ha ido a vivir a nuevas zonas. Son cosas que pasan. Pero también creo que si tienes una zona que es un casco histórico, como es Dalt Vila y los barrios de alrededor, y está completamente desierta en determinados meses del año, las administraciones tendrían que tener una implicación especial. Hay que intentar que los barrios de tu ciudad no sean un desierto y tomar decisiones como llevar oficinas municipales a la zona, como llevamos pidiendo hace tiempo, para que la gente tenga que ir necesariamente. Hace años que tampoco tenemos un retén de la policía. El ciudadano medio no tiene los medios necesarios, por lo que tiene que ser la Administración, que sí que los tiene, la que procure todas las actuaciones posibles para que haya negocios y que sea fácil llegar.

Esta situación, con la Marina desierta en invierno, se produce desde hace muchos años. ¿Por qué no han tirado la toalla? ¿Creen que aún hay solución?
—La gente que está en la asociación tiene amor infinito por el barrio. Toda Ibiza es preciosa pero el barrio de la Marina es emblemático y no tenemos otro casco histórico. La gente que vive le gusta vivir allí. Y los que trabajan, igual. Nos parece mentira que, por parte de la Administración, no se pueda hacer nada para darle vida al barrio. No comprendemos que en invierno tengamos falta de seguridad, que en Navidad no tengamos una decoración que atraiga a la gente o que no tengamos una oficina de turismo que esté al nivel de una ciudad Patrimonio de la Humanidad. No lo entendemos y nos resistimos a pensar que esto tiene que ser así. Seguiremos reclamando gobierne el partido que gobierne. He perdido la cuenta de las veces que nos hemos sentado con diferentes partidos políticos y parece que siempre hacemos las mismas peticiones pero es que cuesta que salgan adelante.

Cada cuatro años, los diferentes partidos prometen que dinamizarán los barrios de la Marina, sa Penya y Dalt Vila. ¿Por qué no se hace nada?
—No lo entendemos. Es evidente que si bajas un sábado en invierno a la Marina y te vas porque no hay nada. Hemos propuesto muchas cosas, como que se condonen impuestos para la gente que abre en invierno. Ya entendemos que no es fácil pero tendría que haber algún incentivo. Podrían aumentar la seguridad, porque los que abren en invierno no están tranquilos. Todos sabemos lo que pasa. Si tienes que abrir tu local, con las calles a oscuras o poco iluminadas y con el riesgo de ser tú y tres o cuatro personas más que no sabes qué intenciones tienen, pues no abres. Si una administración quiere darle vida a un barrio se la da. Es así de fácil. El de Gràcia, en Barcelona, era un barrio degradado y en los años noventa la acción de la administración se convirtió en el más bohemio. Hubo una implicación de las administraciones porque los ciudadanos solos no pueden. La mayoría de comerciantes que suscriben estas peticiones tienen abierto todo el año a pesar de que les salga lo comido por lo servido. Esto es lo que pueden hacer, pero no pueden ponerse a patrullar la ciudad. Los comerciantes hacen de oficina de turismo todo el año pero no les toca. Somos Patrimonio de la Humanidad y tendría que haber una oficina turística en condiciones. Tampoco entendemos muy bien por qué se quiere limitar la llegada de cruceros porque, nos guste o no, en Ibiza vivimos del turismo. En enero puedes hacer un crucero por el Mediterráneo que atraca en Palma, ¿por qué no lo hace en Ibiza?

En Ibiza hay zonas en primera línea de mar, como el paseo marítimo de Santa Eulària, que tienen vida en invierno. ¿Por qué allí hay vida y en la Marina no?
—No lo sabemos pero lo único que se nos ocurre es que hay falta de voluntad política. Que una zona esté más o menos alumbrada, limpia o vigilada es por decisiones administrativas, no individuales.

¿Entienden a los comerciantes que sólo abren cinco o seis meses al año?
—Sí, claro, es comprensible. Nosotros no queremos ser un parque temático sino que tenga vida todo el año y no un barrio fantasma en invierno.

¿Qué parte de culpa tiene el alquiler turístico en esta situación?
—No sabría decirte si hay mucho o poco alquiler turístico. Lo que sí que nos hace daño, como a todos los barrios, es que en verano se alquilen pisos y en invierno estén cerrados. El alquiler turístico, en general, impide que haya vida de barrio durante todo el año. Si en estos pisos no hay nadie en invierno, no bajará nadie a comprar al Mercat Vell ni a tomar un café a La Estrella ni a comprarle tabaco a Victorino.

¿La Marina es un barrio que ofrece pocas facilidades para vivir?
—Sí, es una realidad. La mayoría de sus edificios no tienen ascensor, no hay ningún supermercado y el más cercano está en la plaza del Parque. En verano, la barrera del puerto está bajada y solo puedes entrar dos horas por la mañana y dos horas por la tarde. Si no eres residente, al barrio de la Marina solo puedes entrar en coche 20 o 30 minutos porque si no te multan. No apetece pasar por allí. Mi madre vive allí y cuando la llevo a su casa tenemos que ir corriendo para bajar la compra. Es un barrio que por su idiosincrasia urbanística puede atraer a un tipo de gente. ¿En qué otro barrio de Ibiza hay tantas plazas para que puedan jugar los niños como en la Marina? Tienes la plaza del Mercat Vell, la de Sant Elm, la de sa Riba y la zona portuaria, la plaza de sa Font, la de Jaume I que está al lado de Can Vadell… También hay gente mayor que no quiere irse porque es un barrio bonito.

La reforma del Mercat Vell y sa Peixateria parece inminente. ¿Qué cree que aportará al barrio?
—Nosotros tenemos muchas esperanzas puestas y que atraiga a más gente. Esperamos que sa Peixateria sea un lugar con más afluencia de gente porque nos han dicho que pondrán mesas y sillas para que la gente pueda tomar algo. También esperamos que la gente vuelva a usar el Mercat Vell y haga sus compras allí.

Aparcar en la Marina es complicado. ¿Qué propuestas tienen al respecto?
—Antes de que se hiciera la reforma de la fachada marítima del puerto, consultamos con arquitectos la posibilidad de hacer un aparcamiento en es Martell. Sabemos que no es imposible porque hay ciudades como San Sebastián que tienen un parking pegado a la playa de La Concha. También propusimos que se hicieran un aparcamiento bajo del paseo de Vara de Rey porque hay muchas ciudades que tienen parking llegando a sus núcleos históricos. Si cada vez nos quitan más plazas de aparcamiento y hay más zona azul, nos encontramos con que llegar a la Marina es un laberinto y, cuando llegas, no encuentras aparcamiento. Nosotros hemos propuesto en infinidad de ocasiones que se valore hacer parkings lo más cerca del casco histórico posible y que en la avenida de Santa Eulària se pudiera aparcar. Nada de esto ha tenido respuesta positiva. También nos gustaría que hubiera una parada de taxis en la Marina. Es un barrio al que cuesta llegar en vehículo y mucha gente no viene porque sabe que será difícil aparcar.

A esto también se le añade que el Ayuntamiento de Eivissa tiene previsto que la avenida de Santa Eulària se convierta en una vía sólo de salida de la ciudad.
—En este caso, en su momento presentamos alegaciones al Plan de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS) oponiéndonos a él porque dificultará todavía más la llegada a la Marina y provocará más embotellamiento en las vías de entradas y salidas. Una vez más, las peticiones que presentamos y que están debidamente fundamentadas, no obtuvimos una respuesta en el sentido que nos hubiera gustado.

¿Está sucia la Marina?
—Está en consonancia con la ciudad; no está limpia. No sabemos si es porque la contrata no hace las horas que toca o porque no tiene el personal necesario. En la Marina hay pocas papeleras y las que hay no están demasiado limpias. Entendemos que una zona que es Patrimonio de la Humanidad tendría que lucir y esto no pasa.

Estar junto a sa Penya no ayuda.
—Todos sabemos que es una zona complicada y que no genera seguridad. Todos sabemos que hay ciertos puntos del barrio en el que se dan actividades ilícitas como la venta de estupefacientes.

¿Echan de menos más presencia policial?
—Absolutamente. Echamos en falta más presencia policial y que las cámaras que hay funcionen.

¿Les han dicho por qué no funcionan?
—Pues trámites internos de administración, porque falta un permiso de aquí o una firma de allá.

También han pedido que se celebran más fiestas en la Marina. ¿Cuáles?
—Por Sant Joan, me acuerdo que se hacían fallas por los barrios y la gente sacaba coques a la calle y esto se ha perdido. Hace muchos años la gente iba a la Marina para ver los pasacalles que organizaban las discotecas, pero se han puesto trabas a un atractivo turístico y nos gustaría que volvieran. También en mayo se celebraba la fiesta de las flores.