Imagen de la fachada de los juzgados de sa Graduada, en Vila. | Daniel Espinosa

La Sección Primera de la Audiencia Provincial ha confirmado la condena impuesta por el juzgado de lo Penal número 2 de Ibiza a un guardia civil condenado a ocho meses de prisión, prohibición de porte de arma durante dos años y una orden de alejamiento respecto a la víctima por un delito de violencia habitual en el ámbito familiar y lesiones, tal y como avanzó el 20 de octubre del pasado año Periódico de Ibiza y Formentera. La sentencia también reflejaba una indemnización de 7.000 euros en concepto de responsabilidad civil.

La Audiencia ha ratificado la condena al declarar probados los hechos descritos en la sentencia de Penal 2 de Ibiza y desestimar el recurso de apelación presentado por el acusado el 7 de noviembre de 2022.

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En el relato de hechos probados se narran diversos episodios de violencia psicológica, acciones que arrancaron cuando la pareja se conoció en Zamora y que se agravaron tras trasladarse a vivir a Ibiza. Así, el acusado encerraba a la víctima y al hijo de la pareja en una habitación bajo el pretexto de que les «molestaban». La sentencia recoge que el acusado profería con asiduidad insultos como «guarra o asquerosa de mierda», vejaciones y castigos como prohibirle el uso del coche o amenazar a la mujer con quitarle el niño. Asimismo, estas situaciones se daban «con un plus de intimidación», ya que el acusado portaba la pistola por casa. De hecho, en una ocasión se produjo un disparo en la vivienda y los tres se desplazaron al centro médico, recoge la sentencia.

Finalmente, en el verano de 2018 la mujer denunció los hechos. Según la sentencia, la mujer «presenta un cuadro compatible con una situación de maltrato habitual en el ámbito emocional como ansiedad, depresión, baja autoestima y estrés postraumático».

Joan Cerdà, abogado de la acusación, advirtió que la víctima «vivió un largo calvario ya que inicialmente se le denegó la orden de protección y el procedimiento se tramitó sin que se escucharan las grabaciones que aportó». En este sentido, remarcó que las grabaciones, que habían desaparecido de las diligencias judiciales, se analizaron durante la vista y «fueron clave para corroborar el maltrato». El letrado aportó una copia y el ahora condenado «reconoció que era su voz».