Mayte Martínez, frente a la entrada del hospital de Can Misses. | Daniel Espinosa

Mayte Martínez es una de esas luchadoras que ha ganado la batalla contra el cáncer no una, si no dos veces. Su particular calvario comenzó en el año 2018, cuando se detectó un pequeño bulto en el pecho. Los malos presagios se confirmaron y aquel bulto era un tumor cancerígeno.

«Durante todo el proceso tuve a una única oncóloga que estuvo todo el tiempo a mi lado», reconoce Mayte. Un proceso que empezó con un tratamiento de quimioterapia que se prolongó durante seis meses para reducir el tumor y que finalizó con la amputación de un pecho y su posterior reconstrucción. «Durante todo ese tiempo la oncóloga me veía todas las semanas», rememora esta paciente oncológica, «y la atención que recibí tanto de ella como del resto del personal sanitario fue excelente».

Sin embargo todo cambió una vez que se marchó de Can Misses esta doctora. «Tenía que hacerme revisiones semestrales y ahí fue cuando empezaron los retrasos». Algo a lo que en un principio no le dio excesiva importancia «porque me encontraba bien, ya había pasado todo lo malo del tratamiento de quimioterapia y sabía que había pocos médicos. Si no me llamaban a los seis meses me llamarán a los ocho, no pasa nada». A partir de ahí hubo retrasos en todas las revisiones.

Y así siguió toda la dinámica de retrasos en las citas hasta el día en que Mayte Martínez se encontró otro bulto en el pecho reconstruido. Fue entonces cuando le tocó volver a vivir el drama del cáncer, y en esta ocasión acompañado de un nuevo drama: el de la falta de atención médica. «Fui a que me miraran y me dijeron que no me iba a ver ningún médico porque no había ninguno», relata esta paciente, que tras la experiencia del primer cáncer optó por hacer presión. «Yo lo que quería es que me hicieran todas las pruebas que me tenían que haber hecho dos meses antes, pero que como me encontraba bien no me importó que se retrasaran. Pero encontrándome un bulto en el pecho y después de lo que ya he pasado no lo iba a dejar pasar. Tuve que liarla un poquito y les dije que si esa misma tarde no tenía todas las fechas para mis pruebas al día siguiente me iba a presentar con la prensa y la Guardia Civil, y salí de allí con todas las citas».

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Y esas pruebas pusieron de manifiesto que había algo extraño, y una posterior biopsia determinó que el cáncer había vuelto. «Me dijeron los médicos que era improbable que pasase, pero no imposible, y tuve la mala suerte de que me volvió a tocar». Y con las pruebas en la mano llegó la cita con el oncólogo, una experiencia que Mayte recuerda con amargura. «Me dijo, palabras textuales, que por qué me habían biopsiado, que ahí no tenía nada, que no tenía tiempo para perderlo conmigo porque tenía mucho trabajo». Una semana después pasó por quirófano para que le extirparan otro tumor. «La atención en el primer cáncer fue maravillosa, pero la segunda vez ... Esto ha ido en picado hacia abajo».

«La cuestión es que no hay oncólogos y el que haya en ese momento está saturado, yo lo entiendo, pero no tenemos la culpa los pacientes y no se nos puede tratar así, porque aunque no hubiera sido nada y ese señor tuviera razón hay que tener un poquito de psicología, porque es normal que una persona que ha pasado ya por esta sienta miedo cuando se encuentra un bulto, un grano o cualquier cosa», señala Mayte.

Y si no fuera poco haber pasado por dos cánceres, esta paciente se ha vuelto a encontrar otros bultos en el pecho «que me parecen extraños, aunque quizás sean normales, pero no tengo médico que me vea y me tengo que esperar a mi revisión rutinaria en mayo, si es que no me la retrasan como han hecho otras veces. Con los antecedentes que tengo que te ignoren así no es normal». Y mientras llega esa revisión, Mayte vive con miedo y se vuelca en su trabajo y en sus hijos para tratar de quitarse ese miedo de la cabeza.

Y para que ningún paciente tenga que vivir lo que está viviendo ella Mayte Martínez acudirá a la concentración del próximo sábado en Can Misses para pedir una sanidad digna para Ibiza. «Hay que meter caña, y hasta que no lo consigamos no vamos a parar».