Raspas y espinas que se encontró un usuario en su comida.

Trabajadores de la residencia Can Blai, en Santa Eulària, han denunciado a Periódico de Ibiza y Formentera que el pasado 21 de mayo los internos encontraron en una compota de frutas «varias fibras plásticas de gran tamaño, hasta 4 centímetros» y también que en platos de pescado repartidos en todas las plantas había raspas y espinas.

La reclamación ha sido registrada ante la Fundación de Atención y Soporte por uno de los sanitarios contratados en Can Blai. Con esta acción se ha querido evidenciar la «pésima calidad» de los alimentos que se sirven a los usuarios.

Este denunciante asegura a Periódico de Ibiza y Formentera que, en el centro, en estos momentos hay unos cien usuarios residentes con todo tipo de patologías, discapacidades y dependencias. En su escrito lamenta también la falta de personal, llegando a manifestar que auxiliares, celadores y enfermeros realizan grandes esfuerzos para poder atender toda la demanda diaria en cuanto a servicios.

Además, reconoce que los trabajadores se sienten «cansados» al tratar de arreglar la «avalancha» de reclamaciones que se registran en relación a la comida. «Las propuestas de la dietista y de los cocineros son insuficientes y limitadas, dentro de un menú repetitivo», critica.

Sin proteína suficiente

También destaca que en otras residencias de Ibiza disfrutan de menús «excelentes», mientras que, en Can Blai, en numerosas ocasiones no se sirve nada de proteína en la comida o cena; el pan está «duro y viejo» y los tomates están «pasados».

El denunciante reitera su malestar al explicar cómo se encontraron espinas en uno de los menús, aunque es algo que ya había sucedido en anteriores ocasiones, teniendo en cuenta además que los usuarios son personas con poca visibilidad, en algunos casos, o con dificultades para alimentarse por sí mismos.

Este sanitario ya registró el pasado 18 de abril otro escrito ante la Fundación explicando que familiares y residentes le preguntan si pueden aportar alimentos o complementos de proteínas puesto que notan a los pacientes «débiles, frágiles y pálidos».

En este sentido, critica aspectos como la poca planificación de los menús o la falta de materia prima para cocinar y llega a declarar que «en Mozambique se come mejor».

La respuesta

Desde la residencia Can Blai, el director, Jesús Díaz-Santos, quiso puntualizar ayer, punto por punto, todas las reclamaciones del denunciante.

Según explicó, en el centro cuentan con los servicios de una empresa que funciona como gestor de compras, mientras que la residencia tiene sus propios cocineros para elaborar los menús.

El director sí reconoció que en tres platos de pescado -elaborados para unos internos con una dieta especial- se encontraron unas espinas, aunque los menús «fueron retirados en cuanto se detectaron». «Eran unos pacientes con diarrea y supongo que se debió descongelar el pescado rápidamente porque no era el menú que estaba previsto y no se le dio el tratamiento adecuado. Se retiró ese pescado y se les entregó otro plato. Esas cosas pasan. A veces tenemos fallos en la ejecución», aseguró.
«La cantidad diaria por residente es de 300 gramos de fruta fresca, más 100 gramos de compota. Otros dos días a la semana se sirven 125 gramos de fruta en su jugo. Además, servimos fruta de temporada», puntualizó también.

De igual forma, el director detalló las cantidades diarias relativas a la verdura fresca: 300 gramos por residente, así como 130 gramos de verdura congelada y unos 50 gramos de verdura en conserva.
Díaz-Santos consideró que las quejas han podido presentarse «por desconocimiento» o «se han sacado de contexto», aunque en una institución como Can Blai el menú sí puede llegar a ser «repetitivo». «Cada día uno de nosotros come aquí y probamos la comida, que es buena», insistió.
El responsable recordó que unos dietistas elaboran los menús, adaptados a las necesidades de cada interno, aunque «sí se producen quejas principalmente relacionadas con los gustos o preferencias de los usuarios, pero no en relación a la calidad».

El director quiso aclarar además que no sirven pan duro, como se especifica en la reclamación, sino que una panadería les entrega el producto a diario, siendo los propios internos los que pidieron recibir barras de pan. «Celebramos asambleas con ellos y les pasamos cuestionarios para que, dentro de las posibilidades del menú pautado por el médico y las dietistas, podamos satisfacer sus gustos y preferencias», concluyó.