Toni Bestard, técnico con más de 20 años de experiencia en el mantenimiento de pozos. | Toni Planells

La sequía, que este año está golpeando a Ibiza con una intensidad sin precedentes, ha comenzado a dejar su huella en los pozos de la isla, y las consecuencias se hacen notar de manera alarmante. Los técnicos encargados del mantenimiento de los motores que bombean el agua desde los depósitos subterráneos han tenido un verano más activo de lo habitual, enfrentándose a un aumento significativo en la demanda de sus servicios.

Toni Bestard, un técnico con más de 20 años de experiencia en este campo, confirma que «por desgracia, cada vez tengo más clientes. Este verano no he parado». Según sus propias estimaciones, el volumen de trabajo ha aumentado entre un 20 % y un 30 %, principalmente debido a las numerosas intervenciones para bajar el nivel de las bombas en los pozos. Esta maniobra, necesaria para continuar extrayendo agua en un contexto de descenso de los acuíferos, se ha convertido en una tarea frecuente en este periodo de sequía.

Un ejemplo concreto es la finca de Can Puvil, en Sant Josep, donde Bestard se vio obligado a bajar la bomba unos 15 metros adicionales a finales del verano, después de que el dispositivo, instalado originalmente a 70 metros de profundidad, comenzara a fallar repetidamente. Marina Cardona, la responsable de la finca, cuenta cómo, «durante el verano, la bomba falló puntualmente cinco o seis veces, pero tras las primeras lluvias a finales de agosto, dejó de funcionar por completo». Esto la llevó a tomar la decisión de bajar el nivel de la bomba para asegurar el riego, aunque la falta de riego le costó la cosecha de pimientos y una plantación de alcachofas. «Las lluvias ayudaron al principio con la alcachofa, pero después ya no salió más agua y se echó a perder la producción», lamenta.

El trabajo de Bestard no se ha limitado a Sant Josep. También ha intervenido en S’Argamassa, donde Toni de Sa Caseta lo contrató para bajar el nivel del motor en su pozo. El objetivo era verificar si la causa de las fallas era efectivamente la bajada del nivel de agua o si se trataba de otros problemas como posibles fugas. Este tipo de trabajos, que antes eran excepcionales, se están convirtiendo en la norma en diversas zonas de la isla.

Maria de Can Puvil, que ha tenido que bajar la bomba de su pozo 15 metros. | Toni P.

Bestard señala que Sant Josep ha sido históricamente una de las zonas más afectadas por la bajada del nivel freático, pero advierte que «el problema se está extendiendo a áreas del norte de la isla donde nunca antes habíamos visto una bajada tan pronunciada». De hecho, algunos pozos ya se han secado por completo, lo que indica la gravedad de la situación.

El técnico también destaca un problema adicional: «cuando bajas el nivel de una perforada, tienes que bajarlo en todas las que están en los alrededores porque suelen compartir la misma veta de agua». Esta práctica, aunque necesaria, no está exenta de riesgos. «Es el peor año que he visto en las dos décadas que llevo en este oficio», asegura Bestard, quien teme que «si este invierno no llueve, vamos a tener un problema enorme».

El peligro al que se refiere Bestard radica en que, al finalizar el verano, los acuíferos deberían comenzar a recuperarse con la disminución de la demanda turística y el aporte de las lluvias. Sin embargo, la sobreexplotación de los recursos hídricos, combinada con la falta de precipitaciones, podría dejar a la isla en una situación aún más crítica de la que ya está. «Estamos en una tormenta perfecta donde se juntan la sobreexplotación, la sequía y la dejadez por parte de las instituciones», advierte.

En cuanto a las posibles soluciones, Bestard es claro: el uso de agua desalada debe incrementarse. «Las piscinas deberían llenarse solo con agua de la desaladora. Es una barbaridad la cantidad de agua de pozo que se destina a las piscinas», denuncia. Además, cuestiona la lógica detrás de no almacenar el agua desalada sobrante durante el invierno. «Tampoco tiene mucho sentido que no se almacene el agua desalada sobrante de las desaladoras en invierno», afirma, sugiriendo que los camiones cisterna deberían abastecerse únicamente de agua desalada y no de los pozos, para aliviar la presión sobre los acuíferos.

Bestard también advierte sobre los riesgos asociados con la bajada continua del nivel de las bombas en los pozos. «Cuanto más bajas el nivel, más probabilidades hay de que la calidad del agua disminuya debido a la contaminación por nitratos, fertilizantes o, en el peor de los casos, filtraciones de agua salada, ya que vivimos en una isla y existe el riesgo de perforar por debajo del nivel del mar».

Este año ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de Ibiza frente a la sequía y la urgencia de encontrar soluciones sostenibles para la gestión del agua. Las palabras de Bestard son una llamada a la acción, en un momento en que el equilibrio hídrico de la isla pende de un hilo.