Pedro Cárceles (Palma del Río, Córdoba, 1962) lleva ya 21 años al frente de Un mar de posibilidades, un proyecto para acercar al mar a quienes habitualmente no tienen acceso a él. Esta es la gran obra de su trabajo incansable por tantos años, y que supone el elemento central en torno al cual gira esta entrevista, pese a no ser el único.
—¿Cómo fueron los comienzos de Un mar de posibilidades ?
—Primero fue una asociación llamada ADAS – Asociación para el Desarrollo de Actividades Sociales –. En ese momento yo ya estaba trabajando como monitor en los cursos de kayak para niños del club náutico por las mañanas. Por las tardes empezamos a hacer unas actividades con niños con ceguera y deficiencia visual. Además yo tenía un hermano con discapacidad desde pequeño y siempre estábamos hablando de que había que crear algo para que estas personas salieran al exterior e hicieran actividades al aire libre. Y a raíz de eso nació Un Mar de Posibilidades
—¿Quiénes componíais esa asociación originalmente?
Éramos cinco personas cuando se constituyó la asociación:Úrsula que era mi mujer, Nashantal, que era la secretaria, Ángeles Cordera, el médico que era el Doctor Cosme y yo, que era y sigo siendo el presidente.
—¿Cómo fue el proceso de escalado desde los seis niños originales hasta los 400 usuarios actuales?
—El primer paso fue incluir a las personas del taller de Cas Serres, que a día de hoy siguen viniendo, y fueron el primer gran grupo. Después empezamos a trabajar con la asociación de APNEEF por las tardes. Cada vez empezamos a trabajar con más gente, y empezamos a mover más grupos, que sumándolo a mi formación náutica me permitía unir los campos con mi formación sanitaria. Estuve trabajando durante doce años en el Hospital Can Misses, lo cual me facilitó el tener contactos para seguir avanzando en los diferentes programas médicos. Gracias a eso pudimos tener a médicos trabajando con sus pacientes mirando el mar, algo único en toda España. También hemos tenido muchas solicitudes para desarrollas programas de turismo sostenible, o colaboraciones de lugares que quieren desarrollar proyectos similares al nuestro, como puede ser La Casa del Mar en Badalona. Hay que ser consciente de lo especial que es este proyecto que tenemos aquí en Ibiza y a veces no sabemos darle la importancia que tiene
—¿Cómo le explicaría a alguien que no haya escuchado nunca hablar de vosotros qué es Un mar de posibilidades?
—Un mar de posibilidades es un proyecto de actividades que a través de técnicas de talasoterapia, las técnicas terapéuticas que se realizan a través del mar, uniendo la actividad deportiva, que hace que las personas mejoren su bienestar. Su objetivo es lúdico pero, sobre todo, terapéutico. Es una aventura real, cuando yo entro a cinco metros de profundidad con una persona que no mueve las piernas ni los brazos, es una vivencia única para esa persona. Jamás ha sentido lo que es la ingravidez, siempre ha estado postrado en una silla o en una cama, y de repente una persona le pone a flotar en el agua. Es una vivencia real, en la cual hace falta tres monitores para una sola persona. Además, no es una actividad puntual, sino que cumplimos toda la temporada estival. Las personas ancianas que nos llegan no son los que puedes ver dando un paseo de la mano de su nieto, sino que son aquellas personas de gran dependencia que no pueden llegar al mar por sí solos. Gente que puede haber sido marinera toda la vida, y ahora no es capaz de llegar hasta ahí.
—¿Qué siente siendo parte de Un mar de posibilidades?
—Todos los que estamos aquí no consideramos que trabajamos, sino que es nuestra pasión. Yo no vengo por el dinero que se me paga, que lo agradezco y lo necesito, pero yo vengo por corazón, por todas las historias que me ligan aquí. Hay gente que lleva muchos años de voluntariado, y pone todo su corazón. Para nosotros el trabajo aquí es como si fuera una orquesta, donde todo tiene que ir coordinado y con armonía. Cuando terminamos, nos sentimos orgullosos de que la sinfonía haya funcionado
—¿Cuál es la plantilla actual?
—Somos unas dieciocho personas, de las cuales entre cuatro y seis somos contratados y, el resto, voluntarios. Luego hay aportaciones de fisioterapia puntuales.
—¿Y a cuántos usuarios dan servicio?
—Este verano vamos a dar servicio a más de 400 personas. Antes de que sucediera la catástrofe del COVID ya estábamos con más de 300 usuarios. Sin embargo, los dos veranos posteriores a la cuarentena se redujeron los usuarios a poco más de medio centenar de personas. Teníamos que venir con mascarilla, con grupos intercalados de transporte... Para recuperar lo que tuvimos nos costó, pero este año vamos a superar todo lo conocido hasta ahora, con más de 400 personas. Todas ellas tienen sus historias detrás. En este momento, Pedro Cárceles reflexiona sobre el tiempo que lleva al frente de Un mar de posibilidades, y el devenir del proyecto:«el programa tiene más de 170 informes favorables acerca de sus beneficios terapéuticos. Tenemos algo muy precioso que hacemos entre todos, pero hay algo que no estamos haciendo del todo bien. Si nuestra promoción de algo que no se hace en ningún sitio de España y solo se conoce en Baleares no estamos haciendo la divulgación que merece. Si en más de 20 años de trabajo la única estructura que tenemos son unas chapas oxidadas que nos cubren de la lluvia hay algo que desde la política no se está haciendo bien. A mí mismo incluso se me puede recriminar algo si esto es lo que tenemos después de 20 años de proyecto», explica Pedro, reflexivo.
—¿Cree que hace falta más financiación par un proyecto como este?
—Como mínimo a estas alturas deberíamos dejar de ser ilegales. Eso es porqué alguien está haciendo muy mal su trabajo. Nosotros tenemos una ocupación temporal de este terreno, pero que está afectado por la ley de costas. Esos permisos no se adecuan a lo que necesitamos, necesitaríamos un permiso estable y fijo para un proyecto que atiende a 400 personas vulnerables y en riesgo de exclusión. Falta de inversión también, pero no tenemos los permisos necesarios, lo cual me provoca una indignación terrible. Yo soy muy agradecido, y recuerdo que hace 20 años Un mar de posibilidades era tan solo un cofre. Sin embargo, eso no impide que pueda ver lo que es indigno, y esto lo es. Que hayamos empezado temporadas en las cuales no sabíamos si podíamos realizar las actividades es vergonzoso.
—Este programa nació muy vinculado al Club Náutico, y lo ha estado durante los últimos 20 años. ¿En qué puede afectar los cambios sufridos a Un mar de posibilidades?
—Espiritualmente, por vínculo, no tiene porqué afectar a nada. Este programa nació en el 2004, y tan solo dos años después fue acogido por el Club Náutico de Ibiza para su desarrollo. Desde entonces se han ido firmando acuerdos de colaboración entre ADAS y el Club Náutico para garantizar el desarrollo. Cuando yo firmé ese primer acuerdo de colaboración me sentí muy contento, porque entraba bajo el amparo de una institución de 90 años de historia y unos 1.600 socios. Yo sé que ellos también se han sentido muy contentos con el trabajo y la repercusión social de Un mar de posibilidades. A día de hoy se tiene que firmar un convenio, el último se firmó en 2013. A nivel de vínculo no hay ningún cambio, lo que quiere Un mar de posibilidades es garantizar el espíritu social del Club Náutico. Pero ahora han perdido sus instalaciones, gran parte de sus socios... Un mar de posibilidades lo va a sufrir, claro que sí, pero vamos a intentar que el impacto sea mínimo. Un mar de posibilidades es un proyecto autosuficiente. Una vez más, ´Cárceles se detiene para reflexionar:«desde la autoridad portuaria no han valorado el pasado marinero de la isla. No han valorado una institución que durante años ha enseñado a la gente a salir al mal, igual que tampoco han valorado mi trabajo. Espero que rectifiquen. Lo que yo digo no les importa, pero espero que alguien les diga que los pliegos que han sacado no tienen en cuenta ni los valores humanos ni los valores históricos de las instituciones. Hay que saber la importancia que tiene respetar la historia.
—Por último, ¿qué espera del futuro de Un mar de posibilidades?
—Hay tres puntos básicos. En primer lugar, yo ya me estoy haciendo mayor, mi situación física ya no es lo que era antes, y he trabajado mucho a lo largo de mi vida. Todo ello me supone un desgasto tanto físico como psicológico. Tengo que estar sabiendo lidiar todo el rato con muchísimas situaciones. Por ello, hará falta un relevo. Lo segundo que necesitamos en una concesión a largo plazo para no seguir existiendo de manera ilegal después de 21 años. Unas estructuras donde el techo no esté oxidado ni haya que ir descalzo hasta la carretera a recibir a los ancianos. En cuanto al Club Náutico, espero que pueda renacer con una constitución nueva y una fuerza nueva. Necesitamos una sede social que sea un espacio digno para la memoria histórica y deportiva de Ibiza.
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