Los comerciantes afirman que hay menos ambiente en las calles que el año pasado. | Alejandro Mellon

Los comerciantes de Sant Antoni no han visto reflejados los buenos datos de ocupación hotelera en sus cuentas de resultados. «La sensación general es que hay menos gente en las calles y, los que hay, consumen menos de lo que lo hacía otros años». Esta es la opinión de Marga, encargada de uno de los establecimientos más célebres de todo el centro de Sant Antoni. Pero, si por algo destacan las palabras de Marga es porque, a pesar de ser suyas, podrían ser de cualquier otro comerciante de la zona.

Prácticamente todos coinciden en lo mismo: el volumen de negocio ha bajado -algunos indican hasta un 20%– respecto a los valores de otros años.

Sobre por qué los buenos datos hoteleros no se están reflejando en la oferta complementaria, algunos de los comerciantes consultados por este rotativo afirman que se debe al perfil de cliente que viene y a la subida de precios generalizada que ha experimentado la isla, lo cual deja menor margen para el gasto. «San Antoni se está convirtiendo en una zona dormitorio. La gente viene a dormir aquí porque es más barato, pero a ciertas horas de la noche se forma una cola enorme de taxis de gente que se va para Platja d’en Bossa o a Amnesia. Los que se hospedan aquí no consumen apenas aquí», valora José, el encargado de uno de los bares de la zona. Como tantos otros, ha notado ese bajón en cuanto a los ingresos. Señala directamente a la problemática del perfil de turista y a una zona nocturna que ha desaparecido y que hace precisamente que los posibles clientes marchen.

Pesimismo

Justo en la esquina contigua a este bar se encuentra Pilar, con un pequeño puesto de joyas y otros complementos. «Este año ha sido muy flojo y lo está notando todo el mundo. Sant Antoni, como cualquier otro sitio, tiene esto: si trabaja uno trabajamos todos, y viceversa», comenta sobre la temporada. Sin embargo, no es especialmente pesimista: cree que se está volviendo a valores habituales de años anteriores a la pandemia y que quizás lo excepcional «era lo de los últimos años».
Solo unos metros más arriba subiendo por la calle del Progrés se encuentran varias tiendas de ropa y otros complementos. En una de ellas, Armanda es la dependienta y asegura que el negocio sigue funcionando, pero precisa que «sí es cierto que se ve menos gente, pero no solo en la tienda: en la calle, en las discotecas...es algo que se nota». Igual que José, coincide en los elevados precios de la isla y de los hoteles como el gran culpable de este bajón en la facturación.

Jóvenes

Justo delante de donde trabaja Armanda hay otra tienda donde su dependienta, Elvira, coincide a la hora de analizar los resultados. «La temporada ha sido muy irregular», asegura. Es su primer año en el establecimiento y, por ello, no puede hacer una comparación veraz con otros años. Sin embargo, sí que ha notado que el perfil del turista influye mucho a la hora del volumen de negocio. Asegura que los turistas más jóvenes realizan un gasto mucho menor en las tiendas de lo que lo hace un público más familiar, como el que puede ser el que acude a la isla en septiembre.

A unos 200 metros, cerca de la Plaça Espanya, Paola regenta una tienda de las típicas camisetas y complementos que tantos turistas llevan. «Se está notando que es un año más flojo. Sobre todo se nota la bajada en cuanto a turistas italianos y españoles, que son los que más suelen consumir. Y esto es algo que te dice todo el mundo. Justo antes estaba hablando con una compañera de otra tienda y me decía lo mismo», explica Paola.

Muy cerca de esta plaza se ubica un pequeño puesto de alimentación tan propio de barrios. Su propietario, Manolo, coincide con todos los análisis hechos previamente, pese a que él, tal y como afirma, vive más de la clientela habitual de todo el año y no tanto de los turistas, lo cual hace que la situación no le afecte sobre manera. A la hora de buscar un culpable, lo tiene claro: son los precios. «Hace poco me enteré que por una noche en una pensión cerca de aquí se está cobrando cerca de 200 euros. Vas a alguno de los puestos en primera línea del mar y los precios son elevadísimos. Nos creemos que los italianos o ingleses son tontos y no lo son», asegura con contundencia.

Con todo, se puede observar como, pese a los buenos datos hosteleros que refleja el municipio de Sant Antoni, éstos no se ven reflejados en unos comerciantes que, como en tantos otros puntos de la isla, están aquejando una bajada considerable en el volumen de ventas durante la presente temporada.