El nuevo asentamiento de Can Rova. | C.L.C.

Muchos de los antiguos residentes de Can Rova, que abandonaron el terreno durante el desalojo del pasado 31 de julio, están regresando a los terrenos contiguos. Esto ha provoca do la proliferación de un nuevo asentamiento, en ocasiones llamado Can Rova 2, que comenzó con algunos residentes que se desplazaron poco después del desalojo hasta la actualidad, donde cada vez hay más personas regresando a escasos metros del sitio que fuera su lugar de residencia.

Uno de los casos es el de Clara. Cuando se la desalojó de Can Rova marchó a casa de una amiga, que le hizo el favor de acogerla, pero al saber de este nuevo asentamiento a través de unos conocidos, regresó. Junto a su pareja compró una serie de placas de contrachapado, que se pueden obtener por unos 25 euros la unidad, y levantaron una improvisada vivienda que les costó unos 400 euros en total aproximandamente. Clara reside durante todo el año en la isla, pero no es capaz de encontrar un alojamiento que pueda permitirse junto a su hijo pequeño.

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A escasos metros del lugar donde vive Clara, encontramos a dos vecinos del asentamiento, que se juntan para comer. Ambos marcharon cuando se produjo el desalojo. Sin embargo, los precios a pagar rozaban lo prohibitivo. Al primero de ellos le cobraban 1.600 euros por una habitación, a la segunda, 900 euros. Ante esto, aseguran que «no les queda más remedio que volver a Can Rova», donde regresaron hace poco menos de un mes. Han visto en las noticias que se han realizado identificaciones y conteos en el asentamiento de Can Raspalls pero, por el momento, están tranquilos «y no han recibido ningún tipo de novedad por parte de la Policía Local recientemente». Ellos también han fabricado sus nuevas viviendas mediante estructuras de pladur que han ido recogiendo, según afirman.

Sa Joveria

El que fuera uno de los primeros asentamienetos de la isla, el de Sa Joveria, también ubicado en Vila, sigue existinedo, aunque en cantidades muy reducidas respecto a lo que fuera antaño. El motivo es el gálibo que se instaló por parte del Ayuntamiento de Eivissa, que impide la entrada una vez se produzca la salida. Por ello, la mayoría marcharon a otros asentamientos de la isla, donde no encuentran estas limitaciones a la hora de entrar y salir. Sin embargo, todavía se contabilian 11 caravanas en las que viven aproximadamente unas 20 personas. Una de sus residentes, María, asegura que «han tenido sus problemas, aquí había hasta 40 caravanas, pero la mayoría ya se han ido. Ya no puede entrar nadie más», concluye.