—¿Qué tal ha ido el verano?
—Ha ido muy bien. Hemos tenido cambios porque nos hemos ido de Sant Jordi, donde teníamos la oficina y el taller y ya no cabíamos, a Montecristo, a una nave que había sido del Space y estamos felices de la vida.
—Ello significa que la cosa funciona. ¿Cómo va el mundo de la moda?
—Yo puedo hablar de cómo vamos nosotros porque es verdad que hay una serie de factores y movidas que nos afectan también. Lo que pasa es que ahora está todo muy asentado porque están trabajando mis hijos conmigo, Pablo y Paloma, que están muy preparados y lo hacen muy bien. No me puedo quejar y estoy feliz.
—¿Cómo empezó usted en la moda?
—Cuando yo estaba en mi pueblo, en Marchena, mi abuela era la mejor modista de allí. Mis padres se fueron cuando yo tenía 12 años y en 2023 me llamó una señora que me dijo que era Ana del Pino, concejala del Ayuntamiento de Marchena, y me explicó que me querían dar un premio. Yo le contesté que me había ido con 12 años, pero ella me comentó que seguían mi trayectoria y que estarían muy felices si podía ir a recogerlo. Fue en el auditorio del Niño Marchena, que era vecino de mi abuela. No sabes lo bonito que fue. Me llevé a mis hijos, a mis primos que están en Huelva, y mi hija organizó una fiesta flamenca y no sabes cómo fue. El pueblo ha crecido, pero el lugar donde vivía mi abuela, eso no ha cambiado.
—¿Tiene algún recuerdo, algún olor o sabor de cuando era niña?
—Recuerdo que en casa de la abuela siempre había olores. Ella trabajaba mucho. También recuerdo el pan mollete de mi pueblo y la manteca ‘colorá’. Los andaluces se acordarán de los molletes del pueblo.
—¿Qué tiene Charo Ruiz de andaluza?
—Tiene mucho. Me da pena no saber bailar ni cantar o contar chistes. He hecho mis pinitos, pero soy muy mala. Mi primo sí canta muy bien, pero yo no.
—¿Cuándo empezó a coquetear con la moda?
—Yo había sido modelo en Barcelona y cuando vine a la isla con el papá de mis hijos decidimos quedarnos aquí. Era sobre el año 77. Yo traía algo de dinero y él también y montamos un chiringuito en Salinas y en aquel momento se llevaban mucho los pantalones indios y se me ocurrió hacer pantalones y camisetas de algodón que compraba en una empresa en Badalona. Yo teñía las camisetas y les ponía el nombre de Ibiza. Las colocaba frente al chiringuito y todo el que pasaba, se fijaba en ellas y las compraba. Allí empecé yo con la moda. Desde que estoy en la moda he promocionado Ibiza en todos los lugares del mundo.
—¿Cómo entró en el mundo de la moda como modelo? Su moda siempre ha sido atrevida y sensual.
—Muy sensual. Eso ha sido una de las cosas que siempre he tenido y que me sale de dentro. He intentado resaltar lo bonito de la mujer. Sobre lo de ser modelo, vi un anuncio de una escuela de modelos en Barcelona y me informé. Teníamos unos ocho meses de preparación y después había que desfilar frente a unos personajes de la moda. Algunas pasaban y otras no y yo tuve la suerte de pasar. Yo iba por libre y siempre tenía lista de gente que me llamaba para trabajar. Antes se iba con el representante y la modelo desfilaba con la colección que se iba a vender y yo era muy vendedora. Los representantes, todos querían que fuera con ellos. Trabajé también con diferentes diseñadores importantes. La forma de desfilar ha cambiado mucho. Lo que creo que tengo, que lo heredé de la abuela, es ese sentido de cuando algo me gusta y cuando no. Siempre me he basado en la moda que me gusta a mí y me he probado las cosas hasta que tuve 60 años, cuando tuve el cáncer de mama.
—¿Cambia la visión sobre la vida cuando se sufre un cáncer?
—Mi oncólogo me dijo que debía operarme, tratarme, y yo le comenté que lo iba a hacer de manera natural. Él me dijo que lo hiciera como quisiera, pero que me daba cinco años de vida. Ahí ya te replanteas cosas y pensé que tenía que hacer todo. Nunca creí que me iba a morir. El tratamiento lo hice en Barcelona y me iba a casa de mi madre y estar con ella era un placer. Dentro de todo ese momento complicado, no lo pasé tan mal. Estar con mi madre durante meses fue una suerte y fue muy entrañable para mí. Después, cuando sales, es verdad que ves la vida diferente. Me importa muy poco ahora lo que la gente diga.
—¿Cómo prepara un desfile?
—En primer lugar, se prepara pensando en lo que uno quiere hacer. Ahora, estamos acabando la colección de invierno que venderemos el próximo año. Hacemos seis colecciones en temporada. Son muchas. Es la demanda que tenemos con los americanos y nuestros clientes. Se comienza viendo los tejidos a presentar, aunque tengo la suerte de que mi gran colección es de algodón 100 % y esa colección siempre sale bien porque es la base de todas.
—¿Se pone nerviosa antes de un desfile?
—No. Hago menos desfiles por el tiempo. Cuando haces una colección de Adlib, debes estar preparándolo durante meses y estamos con mucho trabajo y, o lo haces bien, o no lo preparas.
—¿A quién ha vestido Charo Ruiz?
—A muchísimas personas famosas. Hay un antes y un después de la Pedroche. Dio un subidón, pero más que en ventas, en promocionar el nombre. Ese fin de año yo estaba en Marruecos y no sabía nada, pero estaba impaciente por saber qué habría pasado. Le mandamos dos vestidos, porque además tenía vestidos de otras firmas. Ella me pidió un vestido en azul, pero yo también le mandé el negro. La cuestión es que no sabía nada y, cuando llegué a España, ya me enteré de todo. Todavía hoy en día, se hacen sondeos sobre lo que ella se pone y siempre sale nuestro vestido como el más elegante y fino. Sobre la Reina Letizia, también tuvo mucha repercusión. Yo estaba en la recepción, en Palma. Toda la prensa se enteró de que el vestido era mío.
—¿Sólo diseña ropa para mujer?
—Para hombre también. Nunca he hecho colecciones, pero sí cosas informales. No me meto mucho más porque no tengo tiempo.
—Hay una serie en una plataforma, ‘La pareja perfecta’, con una bonita anécdota.
—Me mandaron la foto de la actriz con uno de mis vestidos. He estado viendo la serie y me gustó muchísimo. Además, son series que las ve mucha gente en el mundo.
—Cuando ve esas modas de zapatillas sucias o pantalones rotos, ¿qué piensa?
—La gente joven puede llevar lo que quiera. Cuando ves gente divertida con ese tipo de pantalón, está bien.
—¿A quién le gustaría vestir?
—He vestido a la Reina, que me hacía mucha ilusión, y a personalidades increíbles. A cualquier persona a quien le guste llevar un vestido mío, me encanta. No importa si es famosa o si es una señora que está en una oficina. Cuando veo a alguien como Beyoncé con uno de mis vestidos, lógicamente pienso que es fantástico. Intento hacer cosas bonitas y que favorezcan y que, cuando una mujer se ponga un vestido de Charo, que se note.
—Antes se buscaban modelos extremadamente delgadas.
—Hubo mucha polémica. Estas niñas no comían y hay que pensar en la salud de la persona primero. Nunca exigí mujeres muy delgadas. Fue un momento muy crítico de la moda. He visto modelos extremadamente delgadas a quienes no les queda bien la ropa, aunque es verdad que los diseñadores importantes cayeron todos en el mismo error y no estuvo bien.
—¿La marca ‘Ibiza’ la ha ayudado?
—El mundo entero conoce Ibiza, en lugares remotos también. Relacionar Charo Ruiz con Ibiza es muy importante, aunque si no se hacen colecciones vendibles, ya pueden llevar el nombre de Ibiza que no se venden.
—¿Hacia dónde va el mundo de la moda?
—Se hacen cosas para llamar la atención porque no se las pone nadie. A mí me gusta hacer cosas que la gente pueda llevar cómodamente y bien.
—¿Le gustaría recuperar algo de la Ibiza que se encontró al llegar?
—Me gustaría recuperar la juventud. No me arrepiento de nada.
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