El drama de la vivienda en Ibiza: «Me han llevado a la indigencia»

Multado con hasta 600 euros por acampar en un búnker sin autorización tras quedarse sin hogar

Mauro, sentado en la entrada del búnker que ahora habita junto a su hijo en Cap Martinet. | Toni P.

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El Consell d’Eivissa retiró en noviembre una caseta de obra situada junto al segundo cinturón de ronda de Ibiza, donde vivían un padre y su hijo de 19 años. Mauro Gastón, el propietario, es un argentino que trabaja como socorrista en verano, pero actualmente está en situación irregular y sin acceso a prestaciones. La caseta, «que compré con mis ahorros» y fue adquirida por casi 6.000 euros, representaba un peligro para el tráfico y sus moradores, según un informe del Departamento de Carreteras. Tras obtener autorización judicial, el Consell la retiró y la mantiene custodiada. Además, informó a los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Eivissa sobre la situación de los afectados. Sin embargo, el afectado asegura que «nunca me llegaron a enseñar la orden judicial y, desde entonces, me han llevado a la indigencia».

Tras este episodio, Mauro instaló una tienda de campaña en el mismo lugar. «Al cabo de unos días, al volver de buscar desayuno en Cáritas, nos encontramos con que se habían llevado la tienda de campaña con todas nuestras pertenencias dentro», asegura Gastón, que explica que, tras trasladarse a la Policía para denunciar los hechos, «me llamaron al cabo de un rato para devolvernos los teléfonos móviles. Todo lo demás, sobre todo ropa de abrigo, documentación y licencias, nos lo robaron».

Búnker

El siguiente capítulo de la aventura habitacional de Mauro y su hijo comenzó «cuando descubrí un búnker abandonado en la zona de Cap Martinet», donde encontraron un lugar en el que pernoctar «sin molestar a nadie». Tras hallar el búnker, Mauro asegura que «lo limpié, desinfecté y adecenté durante semanas. No se creerían cómo estaba: lleno de basura y suciedad». Los Gastón tienen dos tiendas de campaña montadas en el interior del búnker, que incluso han pintado. En un espacio aparte tienen un hornillo con el que cocinar los alimentos que consiguen «gracias a Cáritas y a Cruz Roja, con las que seguimos colaborando como siempre hicimos».

«Aquí hemos podido pasar las Navidades de la manera más digna posible y resguardarnos del frío y de la lluvia», comenta Mauro respecto a su nuevo ‘hogar’. Sin embargo, desde hace unas semanas reconoce sentir miedo tras lo que considera un par de capítulos «de acoso».

En el primero de ellos, «una noche, cuando volvía al búnker, me encontré un coche esperando con las luces encendidas. Me asusté e intenté acceder por otro lugar hasta que salieron del coche y encendieron unas linternas. Yo me escondí bajo los arbustos, pero estuvieron buscando durante mucho tiempo», relata Mauro, que asegura que sufrió un ataque de ansiedad mientras se escondía de esos individuos. Este episodio acabó con la intervención de una ambulancia del SAMU.

Sanción

El siguiente episodio tuvo lugar el pasado 19 de enero cuando «descubrí a un hombre vestido con ropa de camuflaje y escondido entre la maleza, que me estaba observando». Tal como asegura Mauro, «salí y le pregunté qué hacía allí, si era policía. Él me contestó que sí, pero no se llegó a identificar como tal, así que llamé a la Policía Local para denunciarlo». Las sirenas también cierran este capítulo, en este caso las de la Policía Local, que acabó multando a Mauro por «incumplir la prohibición de acampada libre sin autorización, instalar barbacoas u otros elementos que pudieran ocasionar fuego o provocar un grave peligro para terceras personas o para el entorno natural». Una sanción que oscila entre los 300 y los 600 euros.

«Ahora solo deseo poder trabajar para reunir el dinero y poder marcharnos», asegura Mauro respecto a su futuro, esperando poder renovar de nuevo sus documentos para ello. «Ibiza no nos ha tratado bien, vinimos para trabajar y es lo que hemos hecho desde el primer momento, pero es inadmisible que, para vivir, tengamos que gastarnos el 90 % de lo que ganamos», finaliza Gastón.