El inesperado fallecimiento del expresidente Pere Palau este martes ha causado una gran conmoción en las Islas. Y es que Palau ha sido un puntal de la política ibicenca y balear desde que empezó su carrera como teniente de alcalde en el Ayuntamiento de Sant Antoni, en el primer mandato de la democracia. A partir de entonces y hasta 2015, Palau no dejó la actividad política, donde alcanzó su mayor logro como presidente del último Consell Insular de Ibiza y Formentera.
Pere Palau quiso ser el candidato a este cargo en 1999. Entre 1995 y ese año había sido conseller de Urbanismo y Turismo del gobierno insular de Antoni Marí Calbet. Pero las disputas dentro del PP entre sus partidarios y los de Enrique Fajarnés dieron al traste con su objetivo. Fue Marí Calbet el que se vio obligado a encabezar la lista electoral con la que los populares perdieron el control del poder en favor del primer Pacte Progressista, liderado por Pilar Costa. Hasta 2003, Palau aprovechó el tiempo para liderar la oposición a Costa y para prepararse como futuro presidente. Una etapa marcada por el trabajo duro frente a una izquierda que tardó poco en decepcionar. Y Pere Palau supo aprovechar esa decepción en su favor.
La victoria fue aplastante y de su mano se inició una legislatura que debía estar marcada por las infraestructuras y los servicios. En el Govern, era Jaume Matas quien llevaba la batuta. Y esto permitió a Palau poner en marcha los proyectos prometidos. El más controvertido, a pesar de ser necesario, fue el del desdoblamiento de las carreteras del Aeropuerto y de Sant Antoni y del segundo cinturón de ronda. Fue la izquierda la que entonces supo aprovechar la baza y logró que la sociedad ibicenca se fracturara entre los partidarios y los detractores de aquellos proyectos. «Cada día tenía una manifestación en la puerta del Consell», recordaba en 2015 en una entrevista con Periódico de Ibiza y Formentera, «hicieron pintadas en mi casa y en casa de mis hijos, etc». Palau perdió las elecciones de 2007 contra el socialista Xico Tarrés por la mínima y con aquellos desdoblamientos, que hoy nadie discute, como telón de fondo.
Pero aquella legislatura no fue solo la del asfalto. Con José Torres al frente de Urbanismo, Palau promovió la aprobación del Plan Territorial Insular, al que se solía referir como ‹«la constitución urbanística de Ibiza y Formentera». Y que, para disgusto de la izquierda, no permitía llenar la isla de cemento.
Especialmente orgulloso estaba de los planes de marketing de Ibiza y Formentera, coordinados por Pedro Matutes y Cándido Valladolid. Por primera vez se ponía negro sobre blanco la profesionalización total de la promoción turística y, sobre todo y en el caso de Ibiza, la manera de presentar ante los potenciales visitantes una isla llena de alternativas.
Y es que Palau era también un profesional del sector turístico consciente de la obviedad de que estas islas viven de eso. De ahí que presionara al Govern de Matas hasta conseguir que se abriera en Ibiza la extensión pitiusa de la Escuela de Hostelería, que comenzó a funcionar en Blanca Dona.
Pere Palau fue también uno de los artífices de la constitución del Consell Insular de Formentera. El presidente tenía claro que la menor de las Pitiusas podía perfectamente volar sola. Y con el formenterés Josep Mayans como vicepresidente del todavía Consell Insular de Ibiza y Formentera no dudó en dar los pasos necesarios para que la isla lograra el tan ansiado autogobierno.
En 2007, Palau pierde las elecciones al Consell pero se mantiene en la oposición insular y en la misma bancada del Parlament como diputado. Un escaño que no abandonaría hasta 2015. Aquella etapa estuvo marcada por algunos sinsabores como la imposibilidad de ser nombrado presidente del Parlament. Ejerció, eso sí, de vicepresidente de la Cámara autonómica bajo el gobierno del popular José Ramón Bauzá. Y en aquel año anunció su retirada de la política activa, una promesa que ha cumplido hasta su repentino fallecimiento.
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