Corrían los años 70 cuando Antonio Moreno Cava abría su negocio en pleno centro de ses Figueretes, «cuando aquí apenas había nada», tal como apunta su sobrino, José Antonio Martos, responsable a día de hoy junto a su esposa, Nuria Revelo, del bar que abrió su tío hace medio siglo.
José Antonio repite las memorias de su tío Antonio respecto a los inicios del negocio que regentó durante décadas en un barrio de ses Figueretes, donde «se paraban los autobuses de turistas para venir al bar», para poner en contraste la situación actual de la zona frente a la de hace medio siglo.
Westerns, cartas y quinielas
Con el tiempo, Antonio aprovechó un espacio del local para abrir un despacho de loterías y quinielas. Y es que el juego siempre fue una de las constantes en este establecimiento de ses Figueretes, tal como asegura Martos y como se puede comprobar a diario: «Cada mañana se han juntado siempre en nuestra mesa los clientes para jugar a las cartas, mi tío no faltó a ninguna de las citas, incluso después de que se jubilara».
«Alguna mañana que mi tío se dormía, los clientes iban a su casa para despertarle y que abriera, para poder jugar la partida de cartas», recuerda José Antonio, que se incorporó como empleado en el bar de su tío en 2014 y no tardó en ser testigo del nivel de confianza de Antonio con su clientela.
El ambiente familiar del negocio de Antonio en sus inicios queda perfectamente ilustrado con el detalle que explica su sobrino: «Cada mediodía, alrededor de las dos del mediodía, siempre se ponían a ver una película del oeste tranquilamente con los mismos cuatro o cinco clientes».
Respecto a la personalidad de su tío, Martos describe a un hombre «muy tranquilo y discreto, nunca lo veías levantar la voz. También fue siempre muy generoso con los clientes, a la vez que cauteloso y selectivo: cuando venía gente que él ya sabía que no le convenía como cliente, a lo mejor les cobraba cinco euros por un café para que no volvieran, sin necesidad de faltarles al respeto».
«Era un ‘súperclase’», asegura Pascual, uno de los clientes más veteranos del Tahití, que describe a Antonio como «un padre de familia que ayudaba a sus clientes/amigos en todo lo que necesitaran, incluso si lo que necesitaban era dinero: ¡un trozo de pan!»
«¡Pero de pan duro!», responde Nuria con humor y cariño respecto al carácter amable pero decidido del desaparecido Antonio.
«Es un bar tan familiar, que si los clientes ven que estás muy ocupada, pasan detrás de la barra para servirse ellos mismos», insiste Revelo respecto al carácter del bar.
Café bueno, cerveza fría
En cuanto a la oferta del Tahití, más allá del tapete verde y la baraja española, nunca ha sido pretenciosa: «Nunca se han hecho tapas calientes, pero tenemos buen café y la cerveza siempre está fría».
Un barrio diverso
Respecto a la clientela, siempre basada en el vecindario de ses Figueretes, «ha ido evolucionando de manera paralela al barrio», tal como explica Martos.
«Aquí te puedes encontrar ibicencos, andaluces, guiris, magrebíes o latinos y cualquiera de ellos habla con cualquiera. Se ha creado un ambiente muy bonito», asegura José Antonio respecto al carácter multicultural que predomina en ses Figueretes y que ha permeado en el Tahití.
«Al principio mi tío era bastante desconfiado», reconoce José Antonio respecto a Antonio con la llegada de los primeros extranjeros al barrio, mientras argumenta que «mi tío era muy observador y veía lo que ocurría en otros locales. No tardó en ganarse el respeto del barrio y acabó, como siempre, ayudando a todo el que lo necesitaba».
Seguridad y convivencia
La inseguridad en el barrio de ses Figueretes viene a ser una sensación constante, de la que José Antonio reconoce que «es cierto que hay peleas, pero siempre son los mismos cinco o seis, y siempre es por las noches, cuando ya van ‘cocidos’. Además, hemos superado tiempos peores».
En este sentido, José Antonio y Nuria esquivan el horario más conflictivo del barrio cerrando el bar entre las 23 y las 23:30, de manera que el escenario con el que convive el Tahití durante su horario —abren a las 9 horas— se describe como «un lugar con armonía, donde todo el mundo se conoce, se saluda y se lleva bien».
«De inseguro nada», insiste Noemí respecto a su barrio, argumentando que «me puedo quedar sola por la noche y salgo con mi bolso la mar de tranquila».
«Aquí no hay más movidas que en otros lugares de la isla como el puerto, Platja d’en Bossa o Sant Antoni», añade José Antonio, reivindicando la seguridad de su barrio.
Su gente
Entre la clientela del Tahití también se confirma el ‘buen rollo’ del barrio en general y del bar en particular, tal como expresa Yousef: «Aquí solo te encuentras con buena gente, tanto a un lado de la barra como al otro».
Este cliente del Tahití también señala como puntos fundamentales del bar «el trato, el servicio y la limpieza», además de confirmar la fórmula que avanzaba Martos: «Cuidan lo más básico de un buen bar: tienen un café muy bueno y siempre hay cerveza fresca».
«Un buen cafelito o una buena cerveza mientras lees el Periódico, ¿qué más quieres si encima te tratan bien y son muy buena gente?», añade Jenaro, otro de los vecinos habituales en el Tahití.
La partida continúa
Aunque el despacho de Apuestas del Estado cerró hace años, algunos de los vecinos y clientes del Tahití reconocen que «al principio empecé a venir a echar la Quiniela y después me tomaba un cafecito. Ahora sigo viniendo a tomarme el café prácticamente a diario», tal como asegura Mohamed, vecino de ses Figueretes desde hace 18 años.
«Antes echaba la Primitiva y ahora echo la partida al ‘cau’», añade Santiago mientras reparte una mano entre sus compañeros de mesa, a la vez que «amigos y rivales».
Este grupo de «amigos y rivales» no deja de echar de menos a su comensal más célebre, Antonio, así como a algunos de los clientes más míticos y añorados del Tahití.
«’El Morro’ tenía su propia mesa en su propio rincón», tal como recuerda Victoriano sin despegar los ojos de sus cartas mientras señala un marco con la foto del mítico cliente y del añorado Antonio en el rincón de El Morro.
«El bar sigue igual que entonces, no ha cambiado nada», concluyen con admiración los clientes más veteranos del Tahití mientras comienzan su enésima partida al ‘cau’.
2 comentarios
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La mejor cerveza de Figueretes en el "Bar Tahití". El mejor ambiente también, allí se conocen y respetan todos. El trato por parte de Jose y Noemi es el mejor, muy cercanos y muy buena gente. El Tahití es el mejor sitio de Figueretes para tomar algo junto con el "Bar Z". El resto de los bares en el barrio, pues dejan bastante que desear, se llenan de chusma, acechadores y gente sin oficio ni beneficio, pelando la pava....
Ese bar no es el q hace esquina lleno d mor0s a cualquier hora q ninguno trabaja y seguramente vive d ayudas? Lo digo pq si es ese se les ve bien para trabajar y las ayudas habria que reducirlas o quitarlas. Mas de uno ahi esa acera jardin q hace esquina esta llena d cigarrillos son bastante guarros aunque sonnsus costumbres y paso de respetarlas El bar es un bar aunque no entiendo como solo con un café en la mesa durante muchas joras pueden llevar tantos años