En 1968, la familia Cartwright, desde su rancho La Ponderosa, reinaba en los televisores de los españoles. La familia Santandreu Venrell era una más de las que no se perdía las aventuras de Ben y compañía cada semana en el salón de su casa. Tal era la admiración de Guillermo, el padre de familia, por esta serie de televisión, que no tuvo dudas en adoptar su nombre, Bonanza, para la iniciativa empresarial que pondría en marcha ese mismo año: una furgoneta adaptada desde la que preparaba y vendía helados en cualquier punto de la isla.

Inicio sobre ruedas
Así, la furgoneta Audi DKW F1000 L, rotulada con un dibujo de Ben Cartwright y un gran cartel que rezaba Helados Bonanza, estuvo repartiendo helados en playas, partidos de fútbol o fiestas de pueblo como la popular berenada de Puig d’es Molins, convirtiéndose en un elemento fundamental de cualquier evento popular en la isla. La furgoneta de los helados de Bonanza sigue hoy en día en activo, provocando momentos de nostalgia entre los más veteranos y selfies entre los más jóvenes cada miércoles en el mercadillo de Punta Arabí. Y es que, sin duda, esta furgoneta se ha convertido en una pieza histórica del patrimonio popular ibicenco.

Una década después de poner en marcha su iniciativa sobre ruedas, en 1978, Guillermo Santandreu y Magdalena Venrell inauguraban su propia pastelería en la calle Castella. Un local donde Guillermo continuaría la tradición pastelera de su familia en Mallorca, introduciendo en Ibiza especialidades mallorquinas como los rubiols, la coca de patata o las empanades de bestiar, también con masa dulce.
Otro toque mallorquín que se incorporó desde el primer día en la pastelería Bonanza fue la manera de preparar los buñuelos que la madre de Guillermo hizo para celebrar la inauguración del negocio de su hijo. Desde entonces, no han dejado de elaborarse ni un solo día a lo largo de la trayectoria de este negocio familiar.

Negocio familiar
Un negocio en el que los hijos de la pareja se implicaron desde el principio. Cati y Antònia, las hijas mayores de Guillermo y Magdalena, no tardaron en incorporar a sus respectivas parejas, Miquel (†) y Toni, a la plantilla de Bonanza. Balta haría lo propio con Maruja, y Magda, la pequeña de la familia, se desvinculó del negocio familiar.
Con la llegada del siglo XXI y la jubilación de los fundadores, Cati y Miquel se independizaron del negocio familiar para fundar su propia pastelería, Delicias, dejando el timón de Bonanza en manos de Antònia y Balta.

En 2002, Maruja Serra, esposa de Balta, entró «para hacer unas horas» como administrativa. Unas horas que, a día de hoy, no han dejado de sumar en el negocio familiar, del que sigue asumiendo la gestión, mientras Balta lidera el trabajo en el obrador en solitario desde 2015. Desde entonces, Antònia y Toni siguen formando parte del equipo, aunque de manera esporádica.
Nico, Dani y María, la más veterana, completan el equipo del obrador de Balta, mientras que Daniela, Lina y Lola se encargan del despacho. Un equipo mayoritariamente femenino, que no duda en cambiar de departamento cada vez que el trabajo lo requiere.
Producto
Además de los postres típicos de cada festividad del año, los deliciosos merengues y las tartas para celebraciones familiares, una de las señas de identidad de Bonanza son, sin duda, sus míticas galletas de aceite. Unas galletas que traspasan fronteras, como asegura Maruja: «Además de las que se llevan los estudiantes cuando marchan a Madrid o Barcelona, llegamos a mandar nuestras galletas hasta Argentina o Brasil».

La popularidad de estas galletas es tal que, según relata Maruja, «hay madres que me dicen que sus hijos frenan el carrito cuando pasan por delante de la pastelería para llevarse las galletas».
La veteranía, la familiaridad y la confianza que Bonanza mantiene con su clientela han llevado a esta pastelería a preparar tartas de bautizo, comunión y boda para varias generaciones de ibicencos. «Año tras año hacemos las mismas tartas para los mismos clientes; ya sabemos perfectamente qué tipo de tarta prefiere cada uno por su cumpleaños», insiste Maruja, refiriéndose al carácter intergeneracional del negocio y de su clientela.

Hoy, la tercera generación de los Santandreu, Pau y Balta, empieza a hacer sus ‘pinitos’ responsabilizándose de la heladería que la familia abre durante los veranos. Eso sí, sin dejar de lado sus estudios fuera del obrador.
Reconocimiento
La labor de la pastelería Bonanza a lo largo de las décadas le ha valido distintos reconocimientos, como el Premio Posidonia a la Excelencia Empresarial, otorgado en marzo de 2025 por la Cámara de Comercio de Ibiza y Formentera, que distingue su trayectoria de más de cinco décadas como negocio familiar.

Este mismo 2025, Bonanza también ha recibido un Sol Repsol, que se suma a su colección de galardones, entre los que destacan el de Pastisser de l’any 2019, concedido por la Asociación de Escritores y Periodistas Gastronómicos de Baleares, o el Premio Emblemàtics de 2024.
4 comentarios
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El mejor merengue del mundo!.
Las ensaimadas de cabello de angel, los cucarrois, las empanadas de carne con guisantes… Todo buenísimo
Bonitos recuerdos de mi niñez la furgoneta Bonanza los helados eran buenísimos el hombre por cierto muy buena persona era como el espíritu Santo estaba en todos los sitios.
Rubiols, cubanitos, bunyols… grana records