Bona Nit Pitiüses

«Cada rodaje es un aprendizaje y supone cometer un montón de errores que después prometes no volver a hacer»

El cineasta repasa sus inicios en el programa ‘Bona Nit Pitiüses Entrevistes’ de TEF

Héctor Escandell, durante la entrevista | Foto: TEF TV

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Héctor Escandell asegura que, desde niño, el séptimo arte siempre ha formado parte de su vida.

—¿Le gusta más estar delante o detrás de la cámara?

—Siempre detrás.

—¿Dónde nació usted?

—En el ambulatorio de Can Misses en 1978 y me crié y he vivido toda la vida en Puig d´en Valls. He visto muchos cambios allí. De hecho, cambios brutales. Casi nada estaba construido y los vecinos nos conocíamos todos. Haciendo cálculos, a partir del 2.000 el cambio radical llegó allí. Tenemos la suerte de que la tienda del pueblo, que es de los años 50, todavía existe.

—¿Qué recuerdos guarda de su infancia?

—Cuando hablamos de ella me acuerdo de El nombre de la rosa. Me hablan de infancia y voy directamente a esta película o al Un, dos, tres, que también me gustaba mucho. La película me marcó mucho. El libro lo he leído tres veces. De hecho, para el casting de esa película buscaron actores con físicos muy peculiares y hay tres o cuatro que, entre comillas, son los guapos. Los otros tienen físicos complicados.

—Y el Héctor adolescente, ¿cómo era?

—Mi círculo era peculiar. Cogíamos la moto y nos íbamos a un videoclub de Sant Antoni y llegábamos a ir al cine hasta cuatro veces a la semana.

—¿Cuándo se despertaron esas ganas de hacer cine?

—La verdad es que comenzamos a hacer cosas muy pronto, a finales de los 90, y algún corto ya tuvo algún éxito. En aquel momento era imposible dedicarme profesionalmente al mundo audiovisual y tuve otros trabajos. Estuve metido una temporada en el mundo del vino y a partir del 2009 decidí intentar vivir sólo de este tema audiovisual. No hablo de películas, también de publicidad o trabajos en subtítulos. Hicimos ‘Los crímenes del Día de Todos los Santos’, que tuvo cierta repercusión porque fuimos a festivales y eso nos animó mucho a seguir y a hacer un largo.

—En su corto ‘La llamada’, ¿con qué medios pudo contar?

—Si he de ser sincero está grabado con una cámara VHS; hay tres actores    e hicimos el corto sin nadie que filmara. En un trípode dejábamos la cámara grabando y nosotros tres éramos los actores y pasábamos de un lado a otro sin hablar, como si fuera cine mudo.

—Después de aquello, ¿qué pasó en su vida?

—Hablamos de otras épocas. Cuando acabé el bachillerato, fui a Barcelona e investigué algunas escuelas de cine que había, pero su formato no me convenció nada. No lo vi claro y decidí aprender por mi cuenta. Cada rodaje es un aprendizaje y supone cometer un montón de errores que después prometes no volver a realizar, aunque algunos los vuelves a repetir.

—¿Cómo nace una de sus películas?

—-Donde mejor me lo paso es escribiendo el guión. No dependo de nadie y sólo necesito estar en mi casa y la cosa fluye sin problemas. Cuando ya se pasa a producción o rodaje, ya se depende de otra gente y no siempre se consigue ir en la misma dirección. Yo, como director, soy permisivo. Intento que todo fluya y que haya cierta libertad, especialmente entre los actores que deben crear sus personajes. Dejo que los desarrollen. Recuerdo a Francisca Salvador, que hace de asesina en Los crímenes del Día de Todos los Santos’, que mejoró mucho el guión, haciendo suyo el personaje. Introdujo frases que mejoraron mucho el guión y si yo no hubiera sido permisivo, eso no hubiera pasado.

—También será importante rodearse de un equipo de su confianza.

—Es importante y nosotros contamos con uno que funciona muy bien.

—Cuando ve después sus producciones, ¿son como se las imaginaba?

—Me cuesta ver todo lo bueno y me voy directamente a lo que no ha quedado tan bien. Normalmente, cuando tengo dos tomas buenas, acabo y además tenemos que ceñirnos a un presupuesto y no es fácil. En la película de ‘Es Gegant des Vedrà’, que es muy modesta, hemos tenido un presupuesto de 600.000 euros, que es la cuarta parte de cualquier producción normalita nacional.

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—Ha podido trabajar en ella con Joan Pera.

—Sí, aunque hubo que decirle muy poca cosa. Es muy profesional y me reconoció que al principio le daba miedo interpretar a un personaje tan de aquí. Me hizo muchas preguntas antes de comenzar, pero entendió perfectamente lo que le pedimos.

—¿Cómo acabó este proyecto en sus manos?

—Desde pequeño lo tuve claro, aunque lo que no sabía es que hubiera tantas ‘rondalles’. Lo que más me atrae es este toque sobrenatural que les dio    Joan Castelló. Esa mezcla de fantasía y costumbrismo pensé que podía funcionar muy bien. La gente me comenta que la película ha gustado mucho y que ver esa Ibiza de hace más de 100 años en la gran pantalla les ha encantado. Al final, para hacer el gigante, descartamos el tema digital porque no era el toque que queríamos dar a la película y utilizamos un truco óptico, una colocación de cámaras y actores, sin trucos digitales. Entiendo que no sea perfecto, pero creo que era lo que debíamos hacer en esta película con el presupuesto y recursos que teníamos. Estamos satisfechos.

—El casting para elegir al gigante, ¿fue complicado?

—Ese es otro tema porque hay más de 30 intérpretes con diálogo que tenían que hablar como un ibicenco de hace 100 años y no fue fácil. A algunos actores ya los teníamos elegidos, pero estamos muy satisfechos con el trabajo de los actores que hicieron un gran trabajo.

—Se dice siempre que Ibiza es un gran plató.

—Lo he podido comprobar, pero es difícil porque hay que saber localizar. Las localizaciones de esta isla son maravillosas. Es verdad que en algunas épocas es complicado el tema de los ruidos, pero la cosa ha quedado bastante bien. Los exteriores los encontramos entre Pablo Alcántara y yo. Durante meses estuvimos buscando.

—¿Qué está preparando en estos momentos?

—Si tuviéramos una caja con los proyectos que todavía no hemos podido comenzar, estaría llena.

—Ha participado en el proyecto de ‘El Arropiero’.

—Se puede adquirir el libro y, en realidad, el proyecto surgió de una serie de ficción. Es un poco la historia de este hombre que fue quien cometió más crímenes en España en los años 60 y 70. Es el relato de los policías de Cádiz que iniciaron la investigación; le atraparon y después fueron por todo el país reconstruyendo sus crímenes. Con esto queríamos hacer una serie. Él confesó 48 crímenes, uno de ellos cometido en Sant Jordi en 1967. Asesinó a una turista y sobre este caso he escrito una película, ‘Eivissa 67’. Así que tenemos el libro; queremos hacer una serie y después un largo. Todo está en manos de una gente que tiene dos años para comercializar los proyectos. Sería algo importante que cierra un poco el círculo. Me comencé a interesar en el caso en 2009 y siempre ha estado allí. Después del libro ha cogido más fuerza.

—¿Se ha planteado salir fuera de Ibiza para trabajar?

—De hecho, si esto sale adelante tendría que hacerlo.

—Pero no será fácil vivir del cine.

—Tengo claro que me gusta este mundo y que me gustaría seguir. Llevo como autónomo siete u ocho años y es muy difícil.

—La burocracia no lo pondrá fácil tampoco a la hora de impulsar un proyecto.

—Sí, pero en la película del gigante no tuve que hacer nada; lo hizo la productora y me considero un afortunado. Necesitas gente dedicada exclusivamente a ello.

—¿Ha visto rodajes hechos en Ibiza que le gusten especialmente?

—La verdad es que no he visto nada que me hubiera gustado hacer. Existe la Ibiza Film Commission que es necesaria, sobre todo si viene una producción de fuera para saber dónde dirigirse para tramitar los permisos o tener información. Televisión Española ha hecho una serie muy interesante sobre la secta Edelweiss y era uno de los casos que me hubiera gustado desarrollar.

—¿A qué actor le gustaría dirigir?

—Los fetiches, el problema es que han fallecido. Meryl Streep, por ejemplo, es de las mejores actrices de la historia. Es fabulosa y haciendo comedia es igual de buena que haciendo drama. No veo tan complicado traer a Ibiza a determinados actores si se ofrecen unas condiciones mínimas. Con Joan Pera fue bastante sencillo.