El 80 aniversario de uno de los comercios más emblemáticos de Ibiza

Casa Valentín comenzó su viaje en 1945 como un taller para bicis

Paco, hijo del fundador del Rent a Car, posa con una foto de su padre abriendo el negocio | Foto: Alejandro Mellon

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Era 1945 cuando Valentín, de origen murciano, abría un pequeño comercio en el centro de Vila, en la calle Bartomeu Vicent Ramón, dedicado a la reparación de bicicletas, el medio de transporte más popular en la Ibiza de antaño. Con el paso del tiempo, el negocio fue avanzando y, donde antes se reparaban esas bicicletas, ahora empezaban también a venderse. Con el paso del tiempo, y con la popularización de la isla como destino turístico, empezaron a alquilarse motos y, posteriormente coches. Y así lo sigue haciendo hasta el día de hoy Casa Valentín, un negocio que este jueves ha cumplido su 80 aniversario, en la misma calle que fue fundado en aquel entonces.

Al frente del negocio, como responsable, a día de hoy está Valentín, nieto del fundador original, de quien adopta el nombre. Sin embargo, atendiendo al mostrador sigue, como ha hecho desde que tiene 16 años -y ya ha cumplido los 79- es Paco, hijo del fundador y padre del actual gerente. Pese a que él no porta Valentín por nombre en su partida de nacimiento, lo ha adoptado de facto, explica, «porque todo el mundo me conoce así por el negocio, nadie me conoce por mi verdadero nombre, Francisco Romero Juan».

Valentín llegó desde su Murcia natal a Ibiza para hacer la mili, en 1940. Dada su afición a las bicicletas, unos años después emprendería el negocio, alquilando un local por un duro al día. «A Ripoll, que era el propietario, le decían que este murciano le pagaría dos días, y al tercero ya lo podría echar», explica Paco, sobre los comienzos de su padre. Sin embargo, esa advertencia no se cumplió, y Valentín prosperó con su negocio.

«Parece increíble todo lo que consiguió sacar adelante pese a ser analfabeto. Una familia grande y un negocio como este durante tantos años», explica emocionado Paco, rememorando el legado de su padre, una auténtica inspiración para él, al frente de un negocio que dirigió hasta los años 80.
Casa Valentín fue de los primeros en traer coches de alquiler a la isla. Recuerda Paco que los primeros modelos en llegar fueron un Ford Forito y un Fiat Balilla. Este último, explica Paco «era el que alquilaba el obispo, Planas Muntaner, cuando tenía que ir por los pueblos».

En aquellos primeros años, todo era muy distinto. A nivel mecánico, tanto los coches como las motos requerían un proceso previo de mantenimiento y preparación que ahora parece impensable. Y Paco conoce bien de este, precisamente, porque el comenzó en el negocio hace ya 63 años.

Paco ha pasado muchas horas en el interior de ese Rent a Car. «Cuando mi hijo comenzó, también con 16 años, le dije que se olvidara del reloj. Si empezamos a las 9 de la mañana empezamos tarde. Si terminamos a las 9 de la noche, acabamos pronto. Sin embargo, le digo que cuando llegue a su casa, apague el teléfono.».

Con esa gran cantidad de horas al frente del comercio, sería fácil pensar que está harto, o que después de tantos años está deseando dejarlo, y retirarse tranquilamente. La realidad, en cambio, es muy distinta «de las gestiones ya se encarga mi hijo. Pero si estoy todo el día en casa, con el genio que tengo, mi mujer un día me tirará por la ventana. Y para estar por la calle, de bares, prefiero estar aquí, que me entretengo más y lo paso mejor, ayudando en lo que puedo».

Después de toda una vida dedicada al negocio, a Paco le quedan numerosos recuerdos, y anécdotas. Una de ellas, es que, antaño, la gente intentaba alquilar motos sin tener conocimiento de su conducción, y más teniendo en cuenta que eran de marchas. «Yo les decía que Ibiza era una isla muy pequeña, y que el hospital estaba siempre lleno, así que si tenían un accidente no les iban a poder atender. Yo notaba que me miraban pensando ‘este tío es tonto‘, pero al menos, desistían de su idea», cuenta entre risas.

Esta es tan solo una de esas tantas historias que Paco ha vivido, detrás de ese mostrador en el que tantas y tantas horas de su vida ha pasado para continuar aquel proyecto que hace 80 años emprendió su padre. Pese a los cambios de época, de coches, de motos y de modelos turísticos, Casa Valentín parece resistir ante todo.