Jubilado en Ibiza, viviendo desde hace 15 años en una caravana: «No es un tema de caravanas; es una cuestión de pobres»

Con 1.000 euros de pensión no puede pagar el alquiler y vive en un aparcamiento

Manuel Morillas está jubilado y vive en una caravana porque no puede pagar un alquiler | Foto: mellon

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Manuel Morillas tiene 76 años y vive desde hace quince en una caravana estacionada en distintos puntos de la isla. Durante los últimos años, su lugar habitual ha sido un aparcamiento junto al hotel Eurostars, en Santa Eulària. Allí se refugia de las multas, los desalojos y de una regulación cada vez más restrictiva con quienes, como él, han hecho de una caravana su única alternativa habitacional «Yo no molesto a nadie. Vivo tranquilo con mi perrita, pero ahora parece que soy un delincuente por dormir en mi vehículo», lamenta.

Manuel llegó a vivir en una caravana por necesidad. Tras quedarse con apenas 1.000 euros al mes de pensión, no pudo seguir pagando un alquiler de 800 euros. Pidió un préstamo de 15.000 euros para adquirir la autocaravana. «Acabé de pagar el préstamo hace un año. No tengo lujos, pero tengo todo lo que necesito: cocina, nevera, televisión, baño y placas solares».

Su día a día es sencillo. Da paseos con su perrita, va al supermercado, toma un café, habla con los vecinos de aparcamiento y se acerca a la playa. No puede mover la caravana porque el motor está averiado desde hace tiempo. «A veces parece que tengo que esconderme. No se puede vivir así».

Tras salir publicada la noticia con su historia, este viernes recibió una nota anónima en el parabrisas de su vehículo: tenía 24 horas para abandonar el solar, es decir, este sábado ha tenido que dejar el lugar. No ponía de quién era el terreno ni cómo contactarlos. En ese solar han llegado a vivir hasta diez caravanas. Hasta ayer solo quedaban tres.

El Ayuntamiento, por su parte, le ha ofrecido ayuda para trasladarse a Valencia, donde aún le quedan sobrinas y recuerdos de su infancia. «Han sido muy amables. Me van a ayudar con el billete, con la baja del vehículo y a encontrar un piso. Mis sobrinas han encontrado uno por 450 euros. Dicen que me adelantarán tres meses de alquiler para los gastos del principio».

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A pesar de su edad y la incertidumbre, Manuel se muestra agradecido, aunque también cansado. «Aquí no puedes tener una caravana ni en un parking. Los campings cuestan 90 euros al día en junio. Y en julio y agosto, 150. ¿Quién puede pagar eso?».

Denuncia, además, una discriminación silenciosa. «Si tu caravana vale 60.000 euros y es blanca y nueva, nadie te dice nada. Pero si es viejita como la mía, ahí sí. Entonces molestas. No es una cuestión de caravanas, es una cuestión de pobres».

Manuel no es un caso aislado. En Ibiza hay muchas personas en situaciones similares: trabajadores que viven en furgonetas, jubilados con pensiones bajas, personas sin otra opción que dormir en vehículos estacionados. «Muchos se han tenido que ir a la Península. Aunque trabajen, no pueden pagar un alquiler aquí. Es imposible».

La normativa, además, les empuja cada vez más al margen. «No quieren vernos, pero tampoco ofrecen una solución. Solo se nos multa y se nos echa. Ya no hay campings todo el año, y los que hay no tienen plazas o son carísimos. Esto no es una regulación, es un desahucio encubierto».

Cuando se le pregunta qué le gustaría para mejorar su calidad de vida, Manuel responde con humildad: «No pido nada. Solo un sitio donde poder vivir tranquilo. Yo entiendo que no pueden legalizar que se aparque en cualquier sitio. Pero también deberían entender que no todos podemos pagar un piso de 1.500 euros. Que somos personas».

De momento, tiene que esperar a cobrar la pensión para poder pagar los gastos de la retirada de la caravana con la grúa. Si todo sale como le han prometido, pronto estará en un pueblo cerca de Valencia, aunque de momento asimila que tendrá que dormir junto a su perra bajo un árbol. «Mi perra estará encantada de dormir así, y de ella no me voy a separar», concluye.