Los rocieros ibicencos, en el pinar de El Pastorcillo, donde antes de ayer realizaron una parada en el camino. El grupo de la Hermandad Rociera de Sant Antoni posaron todos juntos durante la romería.

Aunque cansados tras haber recorrido más de 40 kilómetros para llegar a la aldea del Rocío, en Huelva, los miembros de la Hermandad Rociera de Sant Antoni se mostraron alegres y muy felices por haber realizado el camino y haber llegado a su destino. Aún les quedan varios día de permanencia allí, hasta que el lunes tenga lugar uno de los actos más emotivos de la romería. «Es el momento en el que la Virgen del Rocío se acerca a nosotros, al 'Sin Pecado'», explicó ayer desde allí el presidente de la hermandad, Diego Infante. «Es lo que se llama la 'venida' de la Virgen y, aunque el 'Sin Pecado' no es el nuestro, sino que es de la hermandad filial con la que vamos, Villalba del Alcor, es un momento muy especial», añadió. Junto a ésta y a la hermandad madrileña de Pozuelo de Alarcón, que se presenta este año por primera vez, los rocieros ibicencos participan en la romería con unas 26 carrozas. Hoy por la mañana será cuando las tres hermandades hagan su presentación ante la Virgen, en la Ermita del Rocío. Este es el quinto año que la comunidad rociera de Eivissa participa en este peregrinaje para rendir homenaje a la Virgen, sin duda la romería más popular de España.

«A pesar del sacrificio que hacemos, por el calor, el camino que es largo y todo, la recompensa es el hermanamiento que se vive durante todo el recorrido. El cansancio se va y permanece la vivencia y la alegría de rendir homenaje a la Virgen del Rocío. Este es el sentido del camino y su recompensa», comentó Infante.

Durante todo el día del martes, las hermandades que participan en el Rocío tienen que abandonar la aldea, ya que ese mismo día, es tradición, que se inicie el camino de regreso a casa.

Este año parece que la crisis económica también ha llegado a los rocieros de Sant Antoni, ya que muchos de los que participaron en la romería que se celebró hace dos semanas en el pinar de sa Pedrera, en Sant Antoni, no han podido acudir. «Este año sólo hemos venido 16 personas porque todo el mundo se está apretando el cinturón y otros empezaban a trabajar y no podían pedir días libres», explicó Diego Infante.