El teniente general Cardona ocupa en el Cuartel General de la OTAN en Retamares, Madrid. | J. F. SEVILLA

El teniente general Alfredo Cardona Torres (Eivissa, 8 de septiembre de 1950), veterano de los Balcanes e Iraq, asumió el 6 de marzo el mando del Cuartel General de la OTAN en España, donde dirige a cerca de 500 oficiales y suboficiales de 16 de los 28 países que integran la Alianza Atlántica, preparados para desplegarse en cualquier lugar del mundo en menos de cinco días.

-¿Cuáles fueron las primeras medidas que adoptó el 6 de marzo al relevar en el mando al teniente general mallorquín Cayetano Miró Valls que pasó a la reserva?

-Cuando llegué, el cuartel general funcionaba perfectamente. Como es lógico no soy quién para enjuiciar el trabajo del general Miró, pero puedo decir que había desarrollado una labor magnífica durante los casi cuatro años que estuvo al frente. Mis primeras medidas fueron continuar con el proceso que había materializado el general Miró para transformarnos en Cuartel General Conjunto.

-¿Qué significa dirigir el Cuartel General de la OTAN en España?

-A nivel personal y profesional es un gran orgullo y satisfacción. Se trata de un reto muy importante. Este cuartel tiene dos vertientes. Desde el ámbito español es el único que pertenece a la estructura de mando de la OTAN, lo que significa que mi jefe inmediato es un almirante que está en Nápoles. El otro aspecto es la importancia para la OTAN que tiene este cuartel que, junto a un hermano gemelo en Heildeberg, son los dos únicos que disponen de elementos desplegables en cualquier zona de operaciones del mundo.

-¿Ha alcanzado la cumbre en su carrera castrense?

-Reconozco que en esto de las cumbres profesionales soy poco ortodoxo. Para mí, la cima profesional se logra día a día con entrega y dedicación y, sobre todo, siendo feliz con el trabajo diario. En este aspecto, la cima profesional la he alcanzado siendo teniente, capitán... He disfrutado muchísimo. He intentado estar siempre en los sitios difíciles y hacer las cosas complicadas y duras, lo que me ha producido una gran satisfacción personal.

-¿Qué recuerdos guarda de su estancia en Bosnia?

-Cuando echo la vista atrás, me siento profundamente orgulloso de haber tenido ocasión de participar en todas esas misiones para las que siempre he sido voluntario. En total han sido dos años en Bosnia, Kosovo e Iraq. Lo que me trae muchos recuerdos. Destacaría que cuando llegamos a la zona cercana a Sarajevo, la prediccion del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) de muertos por hambre, en el invierno de 1992 a 1993, era de entre 250.000 y 300.000 personas si no se hubiera roto el cerco al que estaban sometidos los bosnios y no se les hubiera llevado ayuda alimentaria y medicinas. Los españoles conseguimos romper ese bloqueo y que en algunas semanas llegaran a pasar hasta 5.000 toneladas de comida en convoyes de la ONU escoltados. Creo que eso representó salvar muchísimas vidas. Esta es la primera satisfacción, haber contribuido con mi granito de arena a que no se produjera una hecatombe humanitaria.

-¿Y de su experiencia como jefe de la Brigada Plus Ultra en Iraq en 2003?

-Iraq fue la misión más complicada. Tengo la satisfacción de que durante mucho tiempo la zona de responsabilidad española, en las provincias de Diwaniya y Nayaf, estuvo absolutamente tranquila y sin prácticamente bajas por ambos lados. Y aquí me gustaría destacar la calidad que demostró el soldado español desde el primer momento.

-¿Cómo es su relación con Eivissa?

-Soy ibicenco de pura cepa y me siento muy orgulloso de ello. Allí tengo a mi madre y hermanos. Procuro ir cada mes y medio o dos meses -no siempre lo consigo, pero esa es mi meta-, y una temporada un poco más larga en verano. El contacto con Eivissa y la lengua ibicenca, que mantengo, sigue siendo para mí una parte importatísima de mi vida.

-¿Cómo definiría al soldado español del siglo XXI?

-Es un profesional perfectamente entregado y muy comprometido con las exigencias técnicas de su puesto. La prueba es que, en todos los escenarios en los que ha estado, ha dado resultados magníficos, siendo alabado por mandos españoles y extranjeros. Tiene unos profundos valores morales de amor a España, compañerismo, lealtad y capacidad de compromiso.

-¿Por qué se decantó por la profesión militar?

-No lo sé muy bien. La vocación es muy difícil de explicar. Mi padre era militar, pero jamás influyó en mí ni intentó convencerme. Mi única duda fue durante un período de tiempo en el que me atrajo mucho la investigación en biología, pero vi que lo mío era esto.

-Fulgencio Coll, Luis Alejandre, Cayetano Miró, usted mismo... Las Islas tiene poca población pero numerosos altos mandos y ex cargos militares.

-Aunque aparentemente desde Balears damos una imagen suave, de zona turística y algo hippie, el isleño es una persona a la que le va la milicia. Durante muchos años tuvimos que defendernos de los piratas y eso facilita una vocación castrense importante. Es curioso que cuando ascendí a general de brigada había once generales baleares en activo, un número relativamente elevado.