Uno de los diez carros que participaron en la celebración de Sant Cristòfol. | ANA ISABEL GARRIDO SANCHEZ

Steven reside en la ciudad inglesa de Leeds, tiene 52 años y, junto a su mujer Abie, es el cuarto verano seguido que disfruta en es Canar. Junto a ellos Curtis, un joven de Plymouth con todo el cuerpo lleno de tatuajes, degustaba una lata de cerveza, junto a sus amigos Erwan y Rhys, a la una del mediodía.

Ellos son sólo algunos de los muchos ciudadanos británicos que escogen esta parroquia de Santa Eulària para pasar su verano en Eivissa y que ayer se quedaron con la boca abierta al ver el desfile de carros que recorrió la localidad con motivo de Sant Cristòfol. «En Inglaterra tenemos muchas tradiciones ancestrales pero ninguna como ésta y como el baile tan bonito en el que el hombre da saltos y en el que la mujer se mueve como si flotara», explicaba la propia Abey refiriéndose a la demostración de ball pagès que ofrecieron por la tarde la Colla de Sant Carles y la Colla des Riu.

Precisamente esta representación folclórica fue el preludio de uno de los puntos fuertes de las fiestas, el tradicional castillo de fuegos artificiales que se celebró a a partir de la medianoche y que sirvió para cerrar las celebraciones.

Fiesta por la mañana

Antes, por la mañana y después de la misa oficiada por el obispo de Eivissa, Vicente Juan Segura, la regidora de es Canar, Antonia Picó, presumía de fiestas y de multiculturalidad. «Posiblemente seamos el lugar en toda la Isla en el que haya más británicos por metro cuadrado, no sólo en verano sino durante todo el año, y eso se nota mucho porque ellos mismos se han animado a colaborar y se han involucrado muchísimo más que otros años organizando incluso conciertos de música británica a cargo de Billy Scott, The Hollicks, Harry James y Me and Them».

Sin embargo, como contrapunto a todo esto, la fiestas de este año también destacaron por ser bastante más austeras que en ediciones anteriores. Apenas desfilaron unos diez carros por las calles de la localidad e, incluso, no se celebró el tradicional concurso de paellas que ya se había convertido en uno de los eventos más esperados y que pasaba por ser uno de los de mayor afluencia de público de todas las fiestas.

Una situación que según Antonia Picó se debió fundamentalmente a que «la celebración de Sant Cristòfol este año ha tocado en día laborable y la situación económica no está para que la gente deje de ir a trabajar aunque sea fiesta».