Risas de niños y niñas, gritos de monitores pidiendo silencio y calma, y de fondo, música de instrumentos diferentes: guitarras, violines, panderetas, un piano...
Aunque sea verano y se esté a más de 30 grados de temperatura, el colegio de Can Raspalls, en Sant Jordi, no ha parado su frenética actividad, aunque sí es diferente a la del resto del curso escolar. En este centro, entre otras dos escuelas de verano, se realiza el XVI Camp Musical d’Estiu organizado por el Taller de Flauta Dolça Albarca. Este veterano campamento ha congregado a 30 niños y niñas para aprender o mejorar a tocar instrumentos, a cantar y a bailar todo tipo de canciones. En esta edición, no todos los asistentes son de la isla. También hay niños y niñas de Madrid, Lleida y Formentera. «Duermen toda la semana en mi casa particular y los dividimos en apartamentos para chicas y chicos», explica Laia Tur, directora del campamento.
En los pasillos del centro se oye un popurrí de instrumentos diferentes y los gritos de los más pequeños e inquietos del campamento que aprender a seguir el ritmo de la música con unas panderetas. En el grupo de los más mayores, el profesor David García enseña a los alumnos música moderna. Al fondo de la clase, una vistosa batería llama la atención de todos los estudiantes.

‘Fameliars’ y magia

Durante los seis días que dura la actividad, los estudiantes preparan una Cantata final que representarán el sábado 21 de julio en el Auditorio de Cas Serres a partir de las siete de la tarde. «La hemos ideado entre todos los profesores y monitores y creo que es muy original», comenta Laira. La actuación de este año estará protagonizada por fameliars, seres mágicos de Eivissa, y humanos. El gigante de Es Vedrà reunirá a los pequeños seres encima del islote para pactar un boicot musical que haga enfadar a la raza humana, ya que ésta está sufriendo una crisis de fantasía y empieza a odiar a los inocentes seres mágicos. Después de una «lucha» musical, los dos grupos firmarán la paz y convivirán felices para siempre.
Ésta es la trama de la representación final del campamento musical y en ella se tocarán todos los géneros musicales: clásico, jazz, y rock; incluirá bailes de los distintos grupos de niños y canto para acompañar a los instrumentos.
«En el campus musical no sólo enseñamos música o baile, también hacemos excusiones y otras actividades», explica la directora. Los estudiantes han podido disfrutar de baños nocturnos en la playa y de una xacota pagesa dónde los asistentes se intercambiaron los papeles: las niñas bailaron como los pagesos y los niños como pageses.

«Me gusta más tocar que cantar»
Vicky es una niña de Madrid que ha querido repetir la experiencia y la diversión del Camp Musical del Taller de Flauta dolça Albarca. Según esta pequeña madrileña, lo que más le gusta del campamento es «tocar canciones con los instrumentos de música». Ésto le gusta mucho más que cantar. Una de las actividades que también les encanta a los estudiantes es ir a comer a un hotel de Platja d’en Bossa y disfrutar de la gran variedad de platos del bufé.
A Inés, una asistente ibicenca que también es veterana del campus de otras ediciones, le encanta tocar los instrumentos de música y jugar a la pedra, un juego que trata de no decir una palabra y si te equivocas un monitor te pasa una piedra.