Sin duda, los músicos Iván Doménech y Joan Barbé son unos buenos conocedores de Eivissa, que enamora a ambos. Doménech lo tiene clarísimo: «Mi rincón favorito de Eivissa es Dalt Vila». Al de Valladolid le gusta perderse «por las callejuelas y recordar el pasado de aquellos lugares con tanto encanto» y asegura que intenta acercarse a la ciudad antigua «por lo menos dos o tres veces al año, en invierno», su época preferida, «cuando todo se ve más melancólico y angosto». Para Doménech, desde la plaza de la Catedral se siente «el poder y la belleza de la fortaleza». «Pasar unos minutos mirando las vistas y escuchando el sonido de los pájaros y de la ciudad al fondo me reconforta», añade.
Es una visita obligada, asegura, y lleva a todos sus amigos, a quienes cambia la idea clásica de la Isla como sinónimo de fiesta y discotecas.
Barbé, en cambio, se queda con el corazón de la Isla: Santa Gertrudis, de donde proviene su familia paterna. «Es un lugar donde rebosa el carácter hogareño ibicenco que hace que no sea sólo un sitio para turistas», asegura el músico. «Por algo es el corazón de la Isla, porque hay implícita una parte emocional muy importante», añade. «Pararse a comer en Can Ulivans, Es Cantó, Can Xiquet o S’altra banda es una actividad más que recomendable», explica. Pero su debilidad son los «‘bocatas’ y las tapas de jamón de Can Costa» y «hilo musical embadurnado de buen Blues y Rock’n’Roll, exquisito para los tiempos que corren»