Los tradicionales barcos navegaban desde el puerto de la Savina a Eivissa, Palma y la Península transportando vehículos, autobuses y otros materiales.

El pasado lunes por la noche, en la sala de cultura de Sant Francesc, en Formentera, tuvo lugar una emotiva entrega de la tercera edición de los premios de Sant Jaume que otorga el Consell de Formentera. El acto se celebró dentro del programa de fiestas de la Diada de la Isla. Los premios se entregaron a personas y colectivos que han dedicado toda una vida por y para la Isla.

Unos de los grandes protagonistas de la entrega fueron el conjunto de marineros de la menor de las Pitiüses, que recibieron la Medalla de Oro. Este premio se otorgó al colectivo en reconocimiento a todas aquellas personas que al largo de la historia han estado vinculadas a la navegación marítima, así como marineros, patrones y capitanes de embarcaciones que han permitido la comunicación y el transporte entre las Pitiüses, la Península e incluso el extranjero.

El mar, una pasión

La presencia del Mediterráneo en las Pitiüses es constante y la pasión por el mar está presente en los ciudadanos desde tiempos inmemorables. Pero en Formentera, por sus reducidas dimensiones, el mar se tiene todavía más en cuenta y los formentereses nunca le dan la espalda.

Años atrás, la Isla presentaba pocos recursos, sobretodo alimentarios, y la gente que vivía en Formentera vio en el mar una posible mejora en sus vidas y, tal vez, un medio para subsistir. Así fue como empezó el colectivo de marineros, que transportaba comida y personas de isla a isla, materiales de construcción, maquinaria agrícola, ropa e incluso coches y autobuses a bordo de los tradicionales llaüts y vapores. Estas embarcaciones fueron piezas clave para transportar los elementos necesarios para la adaptación de la Isla a los cánones de la vida moderna.

Nombres que no se olvidan

Pocas personas recordarán nombres como el llaüt des Damians, el Dos Hermanos, el vapor Constante y el Formentera, que son las embarcaciones, de finales del sigo XIX y principios del XX, que llevaban a cabo el transporte del correo entre las Pitiüses y Palma de Mallorca. En 1965 apareció la Joven Dolores, de la cuál todavía se habla en las Pitiüses.

Los llaüts que se encargaban del tráfico de personas y mercancías entre el puerto de la Savina y el de Eivissa, y pocas veces entre la Península, fueron el San Agustín, el Virgen del Pilar, el Llaüt Verd, el Joven Catalina o el Unión. Cuando estos barcos no navegaban para transportar objetos o pasajeros, se usaban para pescar y así poder vender pescado.

Los diferentes miembros que componen el colectivo de marineros son testimonios que representan largas generaciones de personas que han vivido del mar. La medalla de oro de Formentera es un homenaje colectivo a todas las personas que trabajaron en él, tanto si hacía buen tiempo como si había tormenta para ayudar al progreso de la Isla. Los capitanes, marineros y pescadores, a bordo de sus embarcaciones, mejoraron las condiciones de vida de los ciudadanos de Formentera.