Tres docentes de otros centros escolares recibieron a la comitiva de representantes políticos con pancartas en contra de los recortes que se están llevando a cabo en educación y recordando al conseller su viaje a Cabrera junto al conseller Biel Company. | (c) Sergio G. Canizares

Los actos de ayer demuestran que, por un lado, las cosas han cambiado y, por otro, que ni los políticos ni sus asesores hacen puñetero caso al diccionario de la Real Academia Española. Y todo esto porque las inauguraciones [según la RAE, acto de celebrar el estreno de una obra, de un edificio o de un monumento] en épocas pasadas eran mucho más pomposas y se ceñían a su significado. Pero lo de ayer fue la ‘inauguración’ de un colegio que lleva en marcha desde principio de curso y de un instituto que está ocupado por alumnos desde el mes de diciembre del pasado año. Eso sí, la residencia para mayores [ubicada junto a las infraestructuras educativas] ahí está: acabada, deteriorándose, cerrada y sin inauguración.

Aún así, el conseller d’Educació, Rafel Bosch, no lo tuvo nada fácil ayer para lidiar con la inocencia de los más pequeños y el sarcasmo de los mayores en su ‘tour’ por Eivissa y mantener el tipo. Durante su recorrido por las aulas del CEIP Sant Antoni, un grupo de escolares observaban el atuendo de la [amplia] comitiva de responsables políticos y, asombrados, discutían sobre el material con el que estaba hecha la corbata del conseller: «Es de papel», apuntaba uno de los pequeños genios. «No, es de plástico», le respondía otro. Al final, el conseller les dio la oportunidad de que la tocasen con sus propias manos, sin percatarse que justo los había pillado a la hora del almuerzo. Mientras, el profesor del aula animaba a los niños a saludar al conseller, a quien tenían ganas de conocer. «Antes ya me habían preguntado a qué hora llegaba el señor Bosque», le explicaba con ironía el docente al conseller. «Yo aún no me he traducido», apuntó Rafel Bosch con una sonrisa más que forzada y con ojos como platos al ver que muchos profesores lucían en las aulas las camisetas verdes, que reivindican una educación de calidad y sin recortes.

No tuvo mucha más suerte cuando llegó al IES Sa Serra. Tres personas, también con camisetas verdes reivindicativas, lo esperaron a las puertas del centro con pancartas y luciendo gafas y tubo de buceo, tal y como el conseller aparecía en Cabrera. «Viajes en primera para ver a alumnos de segunda»; «no a los recortes en educación» o «bienvenido a Eivissa Bosch Esponja» fueron los mensajes transmitidos a través de la pancartas. Y, a pesar de la normalidad que el conseller quiso transmitir así como el «gran» esfuerzo que se realiza, algún docente del IES Sa Serra apuntaba que la secretaria del centro había llegado hacía cuatro o cinco días, «justo para la inauguración, todo perfecto», relataban con ironía y dando muestras que el inicio de curso no ha sido nada normal.

La comitiva la conformaban, además de la delegada de Educació, Belén Torres, la alcaldesa de Sant Antoni, Pepita Gutiérrez, y el presidente del Consell, Vicent Serra, regidores de educación de casi todos los municipio, el diputado José Torres, José Manuel Bar (en calidad de inspector de educación) y los regidores de la oposición de Sant Antoni. Estos últimos abandonaron el acto a la hora del pequeño almuerzo que se ofreció en el instituto.

«Con el dinero de este viaje se hubiera podido llenar la biblioteca», indicaban los manifestantes desde la puerta del instituto, al que no pudieron entrar en el centro hasta que abandonaron las pancartas. Y, una vez dentro, una de las personas de la comitiva de Bosch les tomó alguna fotografía de estranjis. ¿Será por aquello de tener controlado al enemigo?. Como Gila.

El caso de Es Pratet: Un colegio en construcción
Es Pratet nació para dar respuesta a un exceso de demanda de escolarización en el municipio de Eivissa en mayo de 2009 ya que había 55 niños sin escolarizar. Administrativamente creado, ya que había una previsión de hacer este colegio en el barrio de es Pratet, pero sin una infraestructura física adecuada, los alumnos están en aulas modulares, el colegio ha ido sorteando las dificultades para ser incluso un referente para muchos padres ya que de hecho este curso escolar han tenido más demanda que la oferta. Han cumplido el reto de llevar a cabo un proyecto educativo de calidad y luchar por las infraestructuras de la escuela, a través de la comisión de seguimiento de las infraestructuras formada por padres y profesores, y esta experiencia «Es Pratet, una escola en construcció...», elaborado por la directora del colegio, Rosa Thomàs, una experiencia recogida en el Anuario de la Educación. «En Es Pratet, pese a a la carencia de infraestructuras y de recursos se ha demostrado que es posible llevar a cabo un buen proyecto educativo», resume Thomàs, que forma parte del colegio desde su inicio en el que había 50 niños escolarizados y cuatro docentes. Ahora cuenta con 201 alumnos, ya imparten primero de primaria, y doce docentes y siguen en las modulares. «Teníamos poca previsión de futuro inmediato. Hasta enero estaremos aquí. Nuestro reto era hacer el colegio un lugar acogedor y cálido en el que niños, padres y profesores nos encontráramos a gusto en un ambiente familiar y cordial sin perder de vista el proyecto educativo», relata Thomás, que destaca el papel positivo que ha desempeñado la comunidad educativa, destacando la colaboración de las familias. Otra cuestión ha sido la administración: «Ha habido de todo, hay momentos en los que te han sentido solo y otros en los que ves que se cumplen los plazos». Sin embargo, han sabido sortear las dificultades y cumplir su proyecto educativo de calidad, el de formar ciudadanos competentes para vivir en la sociedad del siglo XXI. Ahora sólo queda que se construya el colegio.