«Somos el parque de bomberos de España que tiene el mayor índice de salidas por agente». Así define Miguel Sevilla, el jefe de bomberos de Eivissa, la dura labor que realizan durante todo el año los 37 componentes de la escuadra pitiusa.
Las emergencias no entienden de épocas del año ni de horas. «Donde está la mano del hombre está el peligro», asegura el propio Sevilla y por eso, trabajar de bombero exige una total dedicación y una vocación aún mayor. Él es el ejemplo perfecto. Valenciano, casado y con tres hijos, su teléfono tiene que estar siempre operativo ante el riesgo de una actuación que se salga de lo normal y necesite de su presencia.
Aunque parezca que estos hombres están relajados siempre están pendientes de que pueda sonar la sirena avisando de una salida. «Mucha gente se piensa que en invierno apenas trabajamos, porque la época de riesgo en Eivissa es del 1 de mayo al 15 de octubre pero también tenemos accidentes de tráfico, rescates o incendios forestales», explica el jefe del parque mientras recuerda un fuego que un mes de enero le dejó una marca en la cara para toda la vida.
En este sentido, el propio Sevilla asegura que aún así la Isla es bastante tranquila. «Fuera de temporada las salidas más habituales tienen que ver con accidentes de tráfico, incendios en zonas urbanas de edificios que se encuentran deshabitados durante esta temporada o fuegos producidos por vandalismo o porque alguien arroja las brasas de una chimenea a un contenedor de plástico».

Perfectamente organizado
El parque de bomberos de Sant Rafel es para todos ellos como su segunda casa. El operativo lo forman cuatro turnos de 24 horas compuestos por un mínimo de seis personas más otros tantos que tienen que estar localizables para una posible emergencia. En cada operativo hay un mínimo de un cabo mientras que un bombero se encarga, de forma rotativa, de las comunicaciones.
Los agentes que están en el centro conforman los llamados ‘trenes de salida’ que se montan en caso de una llamada de emergencia. Éstos suelen estar compuestos, como mínimo, por un cabo, un conductor y tres bomberos. Según Miguel Sevilla, «en ellos, todo está muy bien organizado y cada agente sabe bien cual es su función y cual es su lugar, aunque luego, cuando se llega al lugar de la emergencia, todo puede cambiar según las circunstancias con las que nos encontremos».
Mientras no se producen salidas los bomberos tampoco paran ni un minuto y tienen perfectamente establecidas sus tareas diarias. La jornada comienza a las ocho de la mañana con el relevo en el que se comunican las novedades que ha podido haber durante el turno. Después, cada agente saca su material de las taquillas y lo deja colocado en las perchas para tenerlo rápidamente disponible si hay que salir corriendo.
Todos los días suele haber una hora de teoría en el ordenador donde revisar conceptos, protocolos y actividades que pueden ser útiles para posibles servicios, y simulacros «de todo tipo para saber como reaccionar en cada momento».
Abarcan aspectos muy diversos. Los agentes practican cómo comportarse ante un fuego, cómo taponar un escape de gases peligrosos o como rescatar a personas en un barranco a muchos metros de altura o que han quedado atrapadas en un vehículo, gracias a los coches desguazados que les cede Ca na Negreta.
A mediodía llega la hora de comer alguno de los platos preparados por los propios bomberos, y después descanso hasta las cinco. La tarde es el momento que tienen los agentes para emplearlo como deseen. Unos estudian, otros leen, otros usan el ordenador y otros hacen ejercicio en el gimnasio pero, como asegura Miguel Sevilla, «siempre se está en tensión por si hay que ponerse los trajes, subirse a un camión y acudir a una salida». La jornada termina con la cena y con el descanso ‘relativo’ hasta las ocho de la mañana del día siguiente.
Catorce vehículos
Para realizar su trabajo el Parque de Bomberos de Eivissa cuenta con catorce vehículos a la espera de que llegue un ABE o auto brazo extensible gracias al convenio firmado con Autoritat Portuària. Entre ellos, según Sevilla, los bomberos pitiusos cuentan con tres BUP o bombas urbanas pesadas con capacidad para 3.000 litros de agua, dos BRP o bombas rurales pesadas con 4.000 litros, tres BNP o bombas nodrizas pesadas con unos 10.000 litros, un furgón o una autoescalera de 30 metros. «No nos podemos quejar con los medios que tenemos para poder trabajar pero tal vez sería necesario crear un pequeño parque en la parte norte de la Isla con un destacamento de cuatro o cinco agentes para poder llegar con más celeridad a algunas emergencias», finaliza el jefe de bomberos de Eivissa.

Emergencia ante gases peligrosos
Los bomberos realizan casi diariamente simulacros de situaciones reales. Una de ellas está relacionada con una fuga de un material peligroso del tanque de un camión. Tras evaluar la situación y vestirse con un equipo de protección individual (EPI) antisalpicaduras los agentes tienen que aprender a taponar a contrarreloj el agujero con un cojín de aire especial que, tras hincharse, hace un efecto ventosa que no permite fugas.