Imágenes de vendedores ambulantes de gafas, cd’s y sombreros, entre los turistas, en la playa de ses Salines.

«Pulseras; no, gracias». «Camisetas; no, gracias». «Cds; no, gracias». «Fruta fresca; no, gracias». «Un masaje; no, gracias». «Sombreros; no, gracias». «Gafas; no, gracias», y así de forma reiterada, cada pocos minutos, durante una sola hora, a mediodía, en Platja d’en Bossa.

Este verano, el incremento de vendedores ambulantes es notable con respecto a otros años, sobre todo en las principales playas de la Isla, como también es importante la organización en la venta de sus productos. Basta ir a dos playas diferentes, pero igualmente concurridas, como puede ser ses Salines y Platja d’en Bossa, para notar que hasta los vendedores de frutas coinciden en la forma de ofrecer su mercancías con los mismos vasos, bandejas y precios. Igual ocurre con la venta de bebidas, y ya ni hablar de los tradicionales vendedores de cds, películas o gafas. Y como anécdota, una escena: al caer la tarde y con pocos clientes potenciales a la vista, un vendedor mira su bandeja, todavía con una decena de vasos llenos de fruta que ofrece como «fresca» y comenta a un compañero: «Esto aguanta hasta mañana».

En lo que va de verano, en Sant Josep, el municipio con más playas de la Isla, la Policía Local ha interpuesto 79 denuncias, la gran mayoría por venta de gafas, cds, bebidas y fruta, especialmente, en las playas de Cala Bassa, Platja d’en Bossa y ses Salines. Aún son pocas con respecto al verano 2012, que cerró con 901 denuncias de la Policía Local por venta ambulante, 385 en zona urbana y 516 en playas.

Según explicaron desde el Ayuntamiento, solo se cobran las sanciones en aquellos casos en los que la mercancía que se les requisa suma un importe mayor que la multa. Por ello, los vendedores de ropa son los que suelen abonar las sanciones porque están interesados en recuperar su mercancía, excepto aquella que sea de imitación, que está prohibido devolver. Al resto de los vendedores, reconocieron desde el Consistorio, no se les cobran las multas porque cuando les descubren «no llevan dinero y son insolventes». Por esta razón, tampoco van a buscar la mercancía requisada.

La venta ambulante está prohibida en la ordenanza de playas, que estipula para esta actividad una sanción leve de hasta 750 euros.

El Ayuntamiento insiste en que no dispone de medios para erradicar esta práctica ilegal y que Sant Josep es un municipio con «muchas playas y muchos puntos conflictivos».