Indiferencia y desconocimiento. Estas son las dos palabras que definen la reacción de los vecinos que viven en el barrio de sa Penya de Vila a la apertura de nuevo del retén de la Policía Local situado en el número 2 de la calle Floridablanca.

Desde la semana pasada entre dos y cuatro agentes hacen su trabajo en este pequeño edificio de apenas veinte metros cuadrados. Sin embargo, son muchos los residentes que no saben de su existencia perdido entre el laberinto de calles que forman parte de este conflictivo barrio de Vila ante la falta de carteles en la zona que indiquen de su presencia.

«¿Me dice usted que han abierto un puesto de la policía en la zona? ¿Desde cuando? Porque yo no he notado que haya más agentes patrullando desde hace una semana y la situación de degeneración del barrio sigue igual que desde hace muchísimos años», explicó ayer a PERIODICO de IBIZA Y FORMENTERA Juan José, un vecino de este barrio desde hace más de cuatro décadas.

Otros residentes se quejan de que el retén se encuentra cerrado casi siempre a pesar de que el Ayuntamiento de Vila aseguró este lunes en una nota de prensa que los agentes permanecerán en la zona durante todo el día. «¿Para qué instalan un nuevo edificio policial en un barrio cómo éste si luego cuando necesitamos algo nos encontramos con que la puerta está siempre cerrada y no hay nadie para atendernos?», se lamentó Martín, otro vecino en torno a las dos de la tarde, mientras recordaba que «la puerta blanca siempre cierra el local y se mimetiza a la perfección con la pared».

Por ello, entre los residentes de este antiguo barrio de pescadores de la ciudad de Vila, incluido en la zona declarada Patrimonio de la Humanidad, se ha extendido una sensación de «absoluta» indiferencia ante la apertura del nuevo retén.

La mayoría de los vecinos aseguran que no les importa «lo más mínimo» la decisión de la nueva alcaldesa Virginia Marí de la que, incluso, muchos ni siquiera han oído hablar. «¿Viendo como estamos, con la situación de incertidumbre constante que vivimos en el barrio, cree que nos importa la presencia de nuevos agentes de policía? Pues no. Nos basta con salir adelante cada mañana y lo demás es totalmente accesorio», aseguró Virtudes, sentada a la puerta de su casa y rodeada de sus pequeños.

«Problemas graves»

Y es que según la mayoría de los residentes preguntados por este periódico los problemas de este barrio de estrechas y sinuosas calles con casas de color blanco van «mucho más allá» de la instalación de un nuevo puesto de la Policía Local. «Lo primero que tendrían que hacer las autoridades es limpiar las calles del barrio porque parece que está permitido defecar en sa Penya, tanto animales como humanos, y que luego se quede el recuerdo en el lugar durante días», aseguró Antonio, mientras paseaba con su perro y explicaba que él es «uno de los únicos» que lleva bolsa para recoger lo que deja su animal.

La venta de droga es otro de los problemas que piden una solución «urgente» por parte de los vecinos. Desde tiempos inmemoriales el nombre de barrio se asocia a esta lacra y según algunos residentes «tiene difícil solución». «Todo el mundo sabe lo que se hace aquí, incluso la policía, y si nunca se ha puesto fin al problema no creo que ahora cuatro nuevos agentes lo consigan», se mostraba desilusionada Pasqualle, residente en este barrio desde los años 70.

Y finalmente, los robos, otro de los caballos de batalla con los que tienen que lidiar los vecinos de la zona en su día a día y que también afrontan con escepticismo. «Lo siento pero no me creo que los nuevos policías, por muchas ganas, ilusión y horas de trabajo que le pongan, consigan poner fin a esta lacra que nos hace aparecer constantemente en los medios de comunicación nacionales como una de las peores zonas de nuestro país», se lamentó Pepe, residente también desde hace décadas en una de la calles del «famoso» barrio de sa Penya.