En la mayor parte de la vía apenas si caben dos coches en cada una de las direcciones y además no hay protección lateral. | Daniel Espinosa

El pasado viernes 29 de agosto una mujer argentina nacionalizada española, Elba Vanesa Tatar, de 36 años, sufrió un fatal accidente de tráfico que le costó la vida cuando el vehículo que conducía cayó en una acequia del Camí des Cavallet, la pequeña carretera que une Ses Salines con esta conocida playa pitiusa.

Esa misma mañana otros dos vehículos cayeron a las acequias, un Smart y una furgoneta, y aunque no se conocen datos, seguramente otros muchos más habrán seguido el mismo destino en esta carretera, considerada por los residentes de Eivissa como una de las más peligrosas de la isla. «Con el verano esta playa se convierte en una de las más visitadas por los turistas y todos los días sabemos de coches que se han rozado o que han terminado accidentados en los laterales de esta carretera sin que las autoridades no hagan nada para arreglarlo», aseguró ayer a PERIODICO de IBIZA Y FORMENTERA un trabajador de la zona.

Lo cierto es que para circular por esta carretera de un kilómetro escaso hay que tirar de paciencia, prudencia y pericia. Lo peligroso comienza ya en el momento de girar en el desvío hacia es Cavallet viniendo desde Sant Francesc. El giro se encuentra en una pronunciada curva, la visibilidad es prácticamente nula, sobre todo de los vehículos que proceden de la playa de ses Salines, y el cambio de vía se se encuentra en mal estado.

Varias zonas de riesgo

Es el anticipo de lo que está por llegar. El primer tramo la carretera se va estrechando de forma progresiva mientras que el arcén sencillamente no existe. Además, y para añadirle más suspense al tema por ambos lados circulan las acequias de agua de Salinera Española, empresa titular de esta vía, sin que haya ningún tipo de protección.

Inmediatamente después, el conductor se encuentra con otro de los puntos negros de la vía. Se trata de una curva cerrada en la que la visibilidad es casi inexistente, el ancho de la calzada apenas permite el paso de dos vehículos y además, el agua sigue discurriendo a su lado. Según los trabajadores y residentes, esta es una de las zonas donde se producen más accidentes. «Cómo no se circule despacio y se tenga mucha prudencia lo más normal es que acabes chocando contra el que viene de frente y a aún peor, volcado en las acequias de los laterales como le pasó a Elba el pasado viernes», comentaron a este periódico.

En el resto de la carretera hasta la entrada a la playa la situación no mejora salvo que en algunos tramos ya existe algo parecido a un arcén, en este caso un ensanchamiento de tierra, y un pequeño murete de piedra que separa la carretera del agua que circula por el lateral.

Sin embargo, antes de llegar a la playa, el conductor se encuentra con una de las últimas pruebas de esta particular gynkana: el pequeño puente con curva incluída que da acceso a la playa. Sobre unos primitivos tablones de madera se han colocado unas planchas de metal con clavos, algunos de los cuales sobresalen amenazando con pinchar las ruedas de los vehículos. Además, el trozo de calzada es tan estrecho que apenas si cabe un vehículo.