La proliferación de beach clubs en el litoral ibicenco, la mayoría en la costa oriental, está causando problemas de contaminación acústica que han sido reiteradamente denunciados por vecinos y colectivos que se sienten afectados por el exceso de volumen musical. El furor de los decibelios infringe las ordenanzas de varios municipios, y así lo ha venido denunciando también, el movimiento ciudadano EPIC, y ahora mismo se está a la espera de las decisiones que adopten los juzgados. La cuestión es que algunos beach clubs de la Playa d’en Bossa no solamente molestan, entre otras zonas, en Sant Jordi, sa Carroca y Puig des Molins, sino que el exceso de volumen se deja sentir hasta en el Cementerio Nuevo de Eivissa y, por tanto, también en el Cementerio Viejo, que está mucho más cerca del centro generador de ruidos. Y lo digo porque un matrimonio amigo fue con una familiar que reside en Inglaterra y que tuvo interés en conocer el primer citado cementerio. Aparte de que le gustó el camposanto por tener buenas vistas y estar bien arbolado, hizo notar la señora inglesa que allí se escuchaba música alta. Entonces, mis amigos pudieron comprobar que el ruido provenía de Playa den Bossa. Sucedió un martes del mes en curso, poco después de las cuatro de la tarde. O sea, aquí, en el municipio de Eivissa, ni los difuntos pueden descansar en paz por culpa del ruido originado en Sant Josep. Cierto es que un periodista bien informado es aquel que no puede contar casi ninguna de las muchas cosas que sabe, ha dicho Sergi Pamues, pero no he podido dejar en el tintero lo de la música fuerte en el cementerio. ¡’It’s too much’ (demasiado)!

Eivissa y sus riquezas

No cabe la menor duda que nuestras islas de Eivissa y Formentera nadan en la abundancia, de manera especial en todo cuanto se refiere al sector del ocio nocturno y diurno, y me refiero a los chiringuitos convertidos en beach clubs, a la industria hotelera, a una parte del sector restauración, puertos deportivos, navieras, a la llegada de cruceros con pasaje acomodado, bares musicales, al mundo de venta y distribución de sustancias estupefacientes, etcétera. Así que no ha de extrañar que las Pitiusas sean envidiadas por muchas razones por vecinos y competidores.

Sin embargo, hay que decir alto y claro que no todo va tan bien. Me refiero a que aquí y ahora hay muchas personas que sobreviven gracias a Cáritas, a que hay demasiado paro y muchísimos pedigüeños de diversas nacionalidades. Otra cosa que he observado, y quedé estupefacto, ha sido comprobar que hay calles céntricas en las que la mayoría de comercios están cerrados, con las persianas bajadas y muchos se traspasarían o alquilarían… si se pudiera, claro. Algo no cuadra. En nuestro emporio de riqueza hay demasiada gente que sufre las consecuencias de una crisis, que para muchos no existe, pero sí para buena parte de nuestros conciudadanos. Imagino que el tema debe preocupar a nuestras autoridades y también en la Primef, que conocen el problema mucho mejor de lo que yo estoy exponiendo.