En el anterior artículo sobre este tema quise insistir y destacar la importancia del noviazgo como una etapa sustancial para la formación de una familia. Decía que es una etapa que bien llevada prepara para el momento en el que el hombre y la mujer se disponen a vivir como esposo y esposa y después para ser padre y madre. Quiero ahora referirme al siguiente paso.

Con la celebración del matrimonio, sacramento que concede la gracia necesaria y exige el compromiso de aceptar las consecuencias de ello, comienza una nueva etapa. No es lo mismo ser novios que ser esposos: son muchas las cosas que cada uno de los miembros de un matrimonio ven que cambia en su vida. En efecto, cada uno de los nuevos esposos procede de familias diversas, con costumbres que pueden ser también distintas, y quieren construir juntos una historia nueva, la de los dos, y la tienen que construir juntos aportando cada uno lo mejor que sepa y pueda, para lograr juntos el proyecto trazado.

Iniciado un nuevo estilo de vida, en el que los protagonistas, el esposo y la esposa, están convenidos de que van a ser felices, y, en consecuencia, han de poner todos los elementos que provean esa felicidad. Eso significa que cada uno ha de poner su parte para que todo salga como se ha pensado en tanta ilusión y esperanza en la etapa del noviazgo. Y además, es bueno que se dejen ayudar por elementos externos de modo que la voluntad y la llamada a ser felices en el matrimonio sea una realidad.

Del mismo modo que cualquier paso de la vida humana puede ser perfeccionado y llevado a su plenitud, sería bueno que las parejas recién casadas recurrieran a convivencias o escuelas de matrimonios y para matrimonios. También puede ser una ayuda involucrarse en movimientos familiares, como por ejemplo los Equipos de Nuestra Señora, Movimiento Familiar Cristiano, Matrimonio y Familia y otros –algunos de los cuales están presentes en nuestra Diócesis de Ibiza- .

Es bueno e importante que grupos de matrimonios, con el espíritu de ayudarse y reflexionar juntos se reúnan con esa intención para examinar esa nueva vida con sus realidades, sus aciertos y sus dificultades. En un diálogo sincero, amistoso, generoso y bondadoso las parejas pueden examinar su situación actual y encontrar la ayuda y el conejo, tanto espiritual como humano para poder seguir caminando correctamente por el buen camino. Todo lo que sea válido e importante para lograr estabilidad, entendimiento, superación de las dificultades que surjan es algo que hay que ir acogiendo.

Y el diálogo, el aprovechamiento de la experiencia de otras parejas y la formación son importantes. Con todo ello surgen en beneficio de la pareja propuestas que les permitirán consolidar la felicidad y descartar lo que no está bien.

En ese proceso de consolidación del camino matrimonial tiene importancia grande, grandísima, la referencia a Dios, el trato con Él a través de la oración y las prácticas cristianas. Si el matrimonio ha empezado con la respuesta a una llamada divina, con la respuesta a esa vocación matrimonial, el matrimonio no puede ir adelante bien al margen de Dios, sin Dios o, lo que es peor aún, contra lo que Dios nos enseña. En Asís, el 4 de octubre de 2013, el Papa Francisco decía a los jóvenes: "Dos cristianos que se casan han reconocido en su historia de amor la llamada del Señor, la vocación a formar de dos, hombre y mujer, una sola carne, una sola vida.

Y el Sacramento del matrimonio envuelve este amor con la gracia de Dios, lo enraíza en Dios mismo. Con este don, con la certeza de esta llamada, se puede partir seguros, no se tiene miedo de nada, se puede afrontar todo, ¡juntos!". Respondiendo, pues, a Dios, el matrimonio primero y la familia después funciona y funciona bien.

En su Carta a las familias del 2 de de este año el Papa Francisco nos decía: "En su camino familiar, ustedes comparten tantos momentos inolvidables: las comidas, el descanso, las tareas de la casa, la diversión, la oración, las excursiones y peregrinaciones, la solidaridad con los necesitados… Sin embargo, si falta el amor, falta la alegría, y el amor auténtico nos lo da Jesús: Él nos ofrece su Palabra, que ilumina nuestro camino; nos da el Pan de vida, que nos sostiene en las fatigas de cada día". Es decir, que sin acoger lo que nos da Dios el camino no es el cabal.

Estimadas familias de Ibiza y Formentera: hay caminos para ser felices, es lo que Dios desea y nos propone, por nuestra parte nos toca recorrer ese camino y de esa manera el proyecto de Dios y el deseo humano coinciden y se alcanzan.