El fallecido Juan Marí 'Marge' junto a su esposa, Eulària Guasch, en la barra del bar Cruce de Sant Rafel con dos de sus tres hijos, Juan Antonio y Neus, en una imagen de archivo.

Juan Marí 'Marge', conocido propietario de varios restaurantes en Sant Rafael, falleció el viernes y hoy ha sido enterrado. Su muerte ha provocado una gran conmoción en este pueblo, donde era una persona muy conocida. En este reportaje 'Marge' contó sus inicios en el negocio de la restauración. Descanse en paz.

Juanito Marí, comenzó a servir comida en una casa pagesa de Sant Rafel, la de sus padres, en los años sesenta. La vivienda hacía las veces de residencia familiar, de bar y también de barbería, ya que tanto el padre como el hermano de Juanito, Toni Marí, se dedicaban a cortar el pelo y a afeitar en un pequeño garaje que había en el domicilio. «Muchos clientes se cortaban el pelo y se afeitaban y luego se comían un bocata», recordaba Juanito Marí, en una entrevista concedida a este diario en octubre de 2010.

«Hacíamos tapas de pulpo, tortilla y bocadillos y venían muchos clientes, sobre todo los domingos, que como la gente no podía comer antes de ir a misa a comulgar, salían desmayados y se venían al bar. Se comían lo que hubiera», relataba jocoso.

Este empresario de Sant Rafel enseguida vio la posibilidad de celebrar convites de bodas en su bar y así lo hizo. De la primera boda, celebrada en 1964, recordaba que costó 400 pesetas de la época y a ella acudieron cerca de 200 comensales. «Eran otros tiempos, los invitados traían todo lo necesario, desde la comida y los postres hasta la leña para cocinar, y se ponía un plato para cada uno, un tenedor y un cuchillo que no se cambiaban tanto como ahora», recordaba.

«En cuanto a la comida, se comía a base de bien, no como ahora que ponen un plato grande y muy poca comida. El menú de antes era paella y sofrit pagès, diez veces mejor que lo que ofrecen ahora», sentenciaba Juan Marge.

«El postre lo fuimos modificando, inicialmente era fruta del tiempo u orelletes, pero lo que ocurría era que se lo llevaban en los bolsos. Era una cosa de miedo. Ahora hemos decidido poner madedonia», argumentaba.

Juanito Marí en aquella entrevista todavía recordaba el día en el que, hace más de 35 años, decidió adquirir las mesas y los utensilios de cocina, en especial una gran paella, a su vecino Joan Cardona cuando cerró Can Gaspar, un bar que estaba ubicado en la casa que actualmente ocupa el restaurante L'Elephant, y que sin duda marcó su trayectoria profesional. Esa paellera en especial ha sido el recipiente principal para elaborar los menús de los convites de tantas y tantas bodas.

Años después, Juanito Marge decidió dejar la antigua casa pagesa para atender a sus clientes en el bar Cruce, que fue construido y concebido para realizar todo tipo de celebraciones, en especial enlaces.

Y fue en el bar Cruce, durante una de las bodas, donde Juanito conoció a su esposa, Eulària Guasch. «Ella vino con su familia al día siguiente de la boda de su hermano, pues era tradición que los allegados a los novios vinieran al día siguiente a comerse la comida que había sobrado en el banquete. Fue allí cuando comenzamos a hablar», detallaba.

Al echar la vista atrás, Juanito Marge reconocía que celebró «muchas, pero muchas bodas» y que durante una época tuvieron casi todos los sábados y domingos del año llenos, e incluso algún jueves. «Durante aquellos años se casaron aquí casi todas las parejas de Sant Rafel y mucha gente de fuera del pueblo, era una barbaridad», revivió. «He cortado miles de tartas nupciales y lo notaba en las manos porque hay que decir que algunas venían muy congeladas», recordaba entre risas.

«Estuvimos hasta muy tarde matando pavos y pollos»

Juanito 'Marge' recordaba entre carcajadas que hace muchos años fue un cliente al bar que le anunció que tenía carne para la boda, «pero lo que no me dijo era que me iba a traer los pollos y los pavos vivos el día antes del convite».

«No sé hasta qué hora de la madrugada estuvimos mi hermano y yo matando animales para que al día siguiente pudiera estar todo listo», prosiguía su relato. Eso sí, reconocía Juanito, «fue mucho trabajo pero lo cierto es que la comida salió muy buena, sobre todo el 'sofrit pagés' con los pollos que habíamos matado nosotros».