Las reservas de agua necesitan tiempo para poder alcanzar niveles que garanticen el suministro en los meses de estío. | Sergio G. Canizares

A pesar de las recientes lluvias caídas en estas últimas semanas, el estado de las reservas hídricas de agua potable en Eivissa continúa en estas fechas sin registrar un aumento reseñable en lo concerniente a la capacidad de algunos de los distintos acuíferos que se reparten por su geografía.

Las consecuencias de un 2014 excesivamente duro y seco todavía se hacen palpables al analizar los datos que se manejan a día de hoy. En base a dicho datos, se comprueba una cierta tendencia a la baja con respecto al mismo período en los últimos años.

Puede deducirse que los acuíferos de Eivissa se encuentran actualmente en un 48% de su capacidad, un porcentaje medio muy por debajo del 60% que sería el volumen que, más o menos, se acercaría a lo deseable a estas alturas del año. Sobre todo si tenemos en cuenta que en 2012 y 2013, se cuantificaban cálculos del 65 y 67%, respectivamente.

En este sentido, Jordi Giménez, geólogo y técnico del Servicio de Estudios y Planificación de Recursos Hídricos de la Conselleria de Medi Ambient, ha asegurado que «de seguir esta dinámica de forma continuada, sin que se reciban lluvias en abundancia en los próximos meses, algunas zonas de Eivissa podrían padecer ciertos problemas», al igual que sucedió a finales de la pasada temporada estival, cuando se produjo una situación crítica en la que se rozaron unos niveles mínimos por debajo del 25%.

La escasez de precipitaciones en los meses otoñales y durante este invierno, en el que por ahora tampoco los índices de pluviometría se han prodigado demasiado, «está impidiendo que los acuíferos repongan sus reservas de agua hasta niveles más óptimos», explicó Jordi Giménez. No obstante, según matizó, «lo normal es que se vayan estabilizando y que para el verano podamos tener una previsión positiva, aunque las lluvias que puedan caer en los próximos meses serán, sin duda alguna, determinantes».

Ante tales circunstancias, y tras repasar el desglose de las masas de agua subterránea de Eivissa, encontramos que las que mejor aspecto presentan son las del Pla de Sant Antoni, a un 76% de su capacidad, y la de Sant Carles, con un 69%. Por el contrario, destaca por su mal estado, la de Sant Agustí, que se sitúa en un alarmante 6%.

En Formentera, los datos se presentan algo mejor, pues el porcentaje medio de sus reservas de agua se mantienen en torno al 60% de sus posibilidades.

Si hablamos de suministro, según los datos aportados en la estimación del Plan Hidrológico de Balears, para consumo humano se destinan al año en Eivissa un total de 22 hectómetros cúbicos de agua, de los cuales 10’6 proceden de la red de abastecimiento, a los que habría que añadir otros 5 más de agua desalada. A esas cifras, además, se le debe sumar también aparte el llamado consumo disperso, es decir, el realizado por las casas de campo que no están conectadas a la red y extraen el agua de sus propios pozos, que se cifra en otros 5’8 hectómetros cúbicos.

En cuanto al sector ganadero y agrícola, en lo que concierne sobre todo a los cultivos de regadío, se estima para la mayor de las pitiüses un consumo medio anual de 2’6 hectómetros cúbicos, que proceden en su mayoría de extracciones realizadas en los pozos de la zona.

Para hacernos una idea general de la cantidad de agua utilizada de la que estamos hablando, debemos partir de la premisa de que un hectómetro cúbico supone un volumen de 1.000.000 de metros cúbicos, mientras que un metro cúbico equivale a 1.000 litros.

Una vez aclaradas estas correlaciones en los cálculos, cabe destacar que anualmente en Eivissa se producen por distintos motivos, unas pérdidas de agua computadas en una media de unos 5 hectómetros cúbicos. Motivo éste, más que suficiente, para que todos y cada uno de nosotros, hagamos un ejercicio de conciencia que permita alcanzar el máximo ahorro y que no se llegue a desaprovechar ni una sola gota de agua. Un recurso natural, que resulta esencial y básico para la vida, tal y como la conocemos.

Así pues, en espera de que los próximos meses traigan precipitaciones en abundancia para que los acuíferos puedan regenerarse, tendremos que estar muy pendientes de no dejar correr alegremente el agua en los grifos de nuestras casas.