Paco Candela (Mairena del Aljarafe, Sevilla, 1971), es desde el año pasado todo un fenómeno de la música en Andalucía. Después de nueve discos en el mercado y tras recorrer muchos concursos e intercambios de peñas, este extrabajador de un espectáculo de aves rapaces en el parque temático Isla Mágica, se ha consolidado como todo un número 1 de ventas en el género de las sevillanas con su disco Nadie me va a cambiar. Y ahora, con su voz y quejío flamenco inconfundibles, aterriza en Eivissa para celebrar el día de su comunidad gracias a la mediación de la Casa Cultural Andaluza en las Pitiüses y la Hermandad Nuestra Señora del Rocío de Sant Antoni. Será mañana, a partir de las 21,00 horas en el restaurante Can Berrnat.

En Eivissa hay muchas personas que tienen que ver con Andalucía, ¿nervioso?

—Un poco sí. Pero también con muchas ganas de que llegue la hora y empezar a darlo todo encima del escenario para que la gente se lo pase bien.

¿A base de sevillanas?

—Por supuesto. Cualquier sevillana incita a mover el cuerpo casi sin querer. Pero también tocaremos unas rumbas o unos fandangos. Vengo con un guitarrista y un percusionista de primer nivel y prometemos un repertorio muy variado. Seguro que nadie se va a aburrir.

Hablan maravillas de sus conciertos. ¿Qué les hace tan especiales?

—Darlo todo y ofrecer en cada sitio una cosa distinta. No hay dos conciertos iguales y aunque hay éxitos que siempre hay que cantar intento cumplir con lo que me piden sea lo que sea, incluyendo temas de mi primer disco, de los que ya casi ni me acuerdo. Es cuestión de ofrecer al espectador lo que te gustaría que te dieran a tí.

Le esperan con muchas ganas. ¿Esto es una presión añadida?

—En parte. Cuando era menos conocido todo era más fácil pero ahora cuando compran mis discos en masa y firmo autógrafos en centros comerciales si que noto que me pongo más nervioso. Pero bueno, son gajes del oficio (risas).

Pero usted trabajó muchos años en Isla Mágica. Debería estar acostumbrado...

—Pues si la verdad es que estar 12 años en el parque temático me ayudó a no tener miedo a las multitudes. Participaba y cantaba en 4 o 5 espectáculos diarios de aves rapaces ante casi cinco mil personas y eso, sí, algo de callo me ha dado.

¿Y cómo llegó hasta donde está ahora?

—A base de esfuerzo y de tener una pizca de suerte en el momento justo. Yo antes de ser cantante y trabajar en Isla Mágica, me saqué el título de especialista en Aves Rapaces, y entre otras cosas, fui fundidor de metales. Y mientras, sacaba tiempo de donde podía para ir a concursos e intercambios de peñas, algunos con más éxito que otros.

Un hombre hecho a sí mismo.

—No se si tanto. Dejémoslo en que soy un afortunado que ha conseguido cumplir su sueño de vivir de la música y de cantar lo que más le gusta, temas de su tierra.

Pero no le ha sido fácil y no ha logrado el gran éxito hasta hace poco.

—Sí. Empecé a cantar con 7 años y con 16 comencé a ir a concursos. Siempre tuve de referentes a los grandes que escuchaba de joven como Antonio Mairena, Manolo Caracol, Pepe Pinto, Chiquetete, Los Romeros de la Puebla o Ecos del Rocío, pero poco a poco conseguí tener un estilo propio y sacar mi primer disco. Fue en 1990, Al calor de mi gente., y ahí comenzó todo.

Y ahora 25 años después, todo un número 1. ¿Se había dado por vencido?

—No. Siempre luché por lo que quería y siempre he creído en mí. Gracias a ello he conseguido editar nueve discos en todo este tiempo, que creo que no está nada mal.

¿Y por qué este éxito casi de repente?

—Por una magnífica promoción (risas). No en serio, creo que Nadie me va a cambiar es un disco muy logrado, con mucha variedad y donde la gente ha descubierto a un Paco Candela con un estilo propio de cantar sevillanas, más flamencas. Y además, también hay temillas de rumba, fandangos... un poco de todo vamos.

¿Le ha cambiado mucho la vida?

—En parte. Era muy feliz pasando desapercibido (risas). No, en serio, soy un privilegiado y esto es algo que tengo que agradecer a la productora Senador por confiar en mí.