La madrileña Inés Sarmiento ayer por la mañana en la redacción de este periódico.

Inés Sarmiento (Madrid, 1978), es una actriz de raza, de las que con sólo mirarla y escucharla uno se da cuenta que está hecha para el teatro. La actuación es para ella algo totalmente vocacional y por ello, con apenas 17 años comenzó a estudiar con los mejores directores de teatro alternativo de finales de los 90 como Rodrigo García, Amalia Fernández o Wendell Wells, y a compartir escenario con actores que también empezaban como Cristina Blanco, David Puig o Carolina Carrasco.

Tras formarse en la Real Escuela Superior de Arte Dramático y actuar por toda España, en 2006 llega a Eivissa donde comienza una nueva etapa profesional y vital con el nombre artístico de El Milagro de la Niña. Aquí ha logrado hacerse un hueco con novedosas propuestas que combinan teatro, danza y artes visuales, entre las que destaca Un hilito, una obra que se presentó el 26 de abril de 2013 y que ahora regresa al Centro Cultural de Jesús el día 8 para conmemorar el Dia de la Dona.

Vuelve con Un hilito, una propuesta arriesgada y novedosa que sorprendió y gustó mucho en 2013. ¿Qué tiene de especial esta obra?

—Es completamente diferente e inclasificable y por eso no deja indiferente a nadie. Combina teatro, danza y audiovisual, y a través de todo ello cuenta el desarrollo de la vida de una mujer a través de una madeja de hilo.

¿Cómo decidió crear algo así?

—Porque yo siempre he sido muy atrevida (risas). Bueno está basado levemente en un poema de la poetisa y escritora nicaragüense Gioconda Belli pero pasado por mi filtro.

¿Su filtro?

—Sí. Yo tengo una forma de trabajar y de crear muy especial. No parto de un texto concreto, sino de sensaciones, y de ahí, intento aprovechar los espacios de los que dispongo. En el caso de Un hilito empecé desde un material abstracto y luego fui cogiendo diferentes elementos de aquí y de allí para crear una historia que girara en torno al juego que es la vida. Creo que todo el espectador, al verme sobre el escenario, realiza un viaje a su interior y por eso gusta tanto.

Su obra ofrece una combinación de varias artes. ¿No arriesga mucho?

—Puede ser y corremos el riesgo de no gustar. Es innovación, no quedarse en lo mismo de siempre. Ya lo hice también con uno de mis últimos cuentacuentos, Ensueños, que representé hace año y medio en el Teatro España de Santa Eulària y aunque sorprendió no parece que disgustara del todo. Es cuestión de ir abriendo lenguajes. Yo entiendo el teatro como una forma de expresión fuera de los caminos ya trazados.

¿Todo eso lo aprendió en Madrid?

—Claro. Tuve la suerte de estudiar con los mejores desde que decidí con 17 años dedicarme al teatro. Fue a finales de los noventa, en una época de experimentación, de nuevas propuestas y del surgimiento al amparo de salas independientes como La Cuarta Pared de nombres propios como Rodrigo García o Wendell Wells, Creo que fue una época muy fructífera que a mí me marcó como profesional e, incluso como persona.

Y al final, ¿cómo acabó en Eivissa?

—Porque a veces es necesario variar. Fue en 2006 y cambié completamente el chip. Pasé a pensar más en el espectador y he subsistido creando espectáculos infantiles de pequeño formato y poniendo en marcha performances en diversos eventos, incluyendo al aire libre, como en la plaza de Santa Gertrudis, donde hago cuentacuentos en verano.

Entonces no para.

—No me puedo quejar. Por ejemplo, Un hilito además de representarse en Jesús este domingo también se podrá ver en Can Ventosa el 29 de marzo. Y mientras, tengo varios proyectos, como volver a representar el cuentacuentos Ensueños en Vila el 16 de mayo y poner en marcha Paraíso Cero, una idea muy bonita que estoy llevando a cabo con Bea Astorza, de El Xiringuito, Teatre i Comunitat, en el salón parroquial de Jesús. Lo cierto es que soy muy afortunada.

Y entre medias de todo esto, además tendrá que viajar a Madrid.

—(risas). Sí, el 9, 10 y 11 de abril representaré Un hilito en la segunda edición del Festival Surge Madrid, un certamen puesto en marcha por salas alternativas como Sala Cuarta Pared, DT Espacio Escénico o Teatro de la Puerta Estrecha. Esto también ha sido un empujón moral muy importante porque es el festivales de teatro experimental más importante de España y supone un magnífico escaparate.