Guadalupe Cañestro, Lupe como la conoce mucha gente en Eivissa, lleva toda la vida, literalmente, en el mundo del teatro. Hija del gran Pedro Cañestro, considerado como el impulsor de este arte en la isla, desde bien pequeña se movió entre bambalinas. Junto a la compañía familiar recorrió toda España y luego, cuando llegaron a Eivissa siempre estuvo al lado de su padre cuando éste dirigió numerosas obras para todos los públicos y cuando creó los grupos teatrales de la Sociedad Tanit y por supuesto, la Asociación de Artes y Oficios por el que pasó media Eivissa. Y ahora, con la desaparición de su progenitor, en abril de 2013, continúa con su legado a la perfección.

El sábado y el domingo representan en Can Ventosa Los árboles mueren de pie, una obra que usted ha dirigido y que cierra el ciclo en honor a su padre. ¿Cómo se siente?

—Tengo una mezcla de sensaciones. Por un lado siento los nervios previos a cualquier representación y por otro estoy muy emocionada y agradecida al Consell d’Eivissa por crear este festival para honrar la figura de Pedro Cañestro.

Su padre es sin duda el mayor referente del teatro en Eivissa ¿Es difícil seguir su camino?

—Su sombra es alargada porque fue una persona irrepetible en todos los sentidos, profesional y personalmente. Incluso, dejó su carrera por venir a Eivissa y estar con su mujer. Eso no lo hace cualquiera.

Pero perdone que le diga, Eivissa salió ganando.

—(risas). No importa. Eivissa era la pasión de mi padre, casi tanto como el teatro. Por eso se volcó, dirigió obras y las acercó a la gente de la isla, y lo que es más importante creó compañías como la de la Sociedad Tanit y la de Artes y Oficios.

Por esta pasó mucha gente y también fue un referente.

—Fue increíble. Pasó gente como Pilar Costa, expresidenta del Consell, José Manuel Escandell, Dolors Corderas, Neus Ortiz, Àngels Ferrer, Neus Bonet, o José Antonio Jiménez, y a pesar de ser actores no profesionales lograron varios galardones nacionales, como el del festival de teatro de Almagro en 1974 con S’assemblea de ses dones en versión de Marià Villangómez. Hablamos de palabras mayores.

Precisamente algunos de estos actores forman parte de la Compañía Pedro Cañestro que ahora representa Los árboles mueren de pie.

—Sí, ha sido una iniciativa preciosa la de crear una compañía con algunos de los que fueron alumnos de mi padre.

Y totalmente amateur.

—Realmente no me gusta esta palabra. Mejor digamos que son actores no profesionales porque lo único que les diferencia de los que salen en la televisión es que no cobran por subirse a un escenario.

¿Esto hace aún más valioso el trabajo?.

—Por supuesto. Tienen otros trabajos y sacan tiempo de donde pueden para ensayar. En este caso, poner en marcha Los árboles mueren de pie ha sido duro porque yo vivo en Mallorca, venía a Eivissa dos veces al mes, y sólo podíamos vernos en la iglesia de Santa Cruz los sábados por la mañana y los domingos por la tarde, compaginando los horarios con los de la agrupación musical que también tiene su espacio allí. Si le cuento fue casi una comedia de enredo llevada a la realidad.

Pero al final han tenido un gran éxito.

—Sí. Ha sido la recompensa a un año de trabajo muy complicado. Y es que ya fue la obra elegida para abrir el festival de teatro amateur en honor a mi padre y gustó mucho al público.

¿Y cuál es su secreto?

—Qué es teatro del de toda la vida y que, como todas las creaciones de Alejandro Casona, mezcla drama, comedia y fantasía con mucho acierto. Además, es muy sencilla de ver y eso también ayuda.