El faro de sa Conillera, que en los años setenta se automatizó, es la imagen más representativa del islote. | J.A.T.

Aseguran que las mejores puestas de sol del mundo pueden observarse desde Sant Antoni. Es evidente que quien afirma tal extremo no ha tenido la oportunidad de asistir a ningún ocaso desde sa Conillera, el mayor de los islotes de los conocidos como Illots de Ponent.

Con aproximadamente 100 hectáreas de superficie y dos kilómetros de punta a punta, sa Conillera siempre ha sido para los ibicencos amantes de las fábulas y las leyendas el lugar de nacimiento de Aníbal, el célebre general cartaginés que luchó contra los romanos en las guerras púnicas. De hecho, la zona más alta del sur de la isla se conoce como ‘la casa de n’Anníbal’ por la existencia de unas ruinas antiguas de viviendas. Pero sa Conillera esconde muchos más secretos.

Topónimo

El primero de ellos es su nombre. A pesar de la creencia general de que el islote recibe esta denominación por la abundancia de conejos que habitan en ella, la razón es otra bien distinta. La etimología del topónimo se encuentra en el término latín cunicularia, es decir, ‘lugar donde abundan las cuevas o galerías’. Y es que sa Conillera sería como una especie de queso Gruyère, llena de agujeros submarinos y de cuevas en su costa.

Fauna y piratas

Pero como en el resto de los Illots de Ponent, la particularidad de este lugar es, sin duda, la presencia de una lagartija endémica. En este caso la Podarcis pityusensis cunicularia. Pero tampoco hay que olvidar la presencia de especies de aves, como el halcón común (Falco peregrinus), el paíño común (Hydrobates pelagicus) o la gaviota de Audouins (Larus audouinii). Unos animales que ya se encontraban en sa Conillera cuando allí encontraron la muerte unos jóvenes piratas turcos que datan del siglo XVI, cuyos cuerpos se encontraron enterrados en el islote en enero de 2009, con heridas de bala y cortes en el cuello y la cabeza. Todo un hallazgo para los agentes de medio ambiente que se dieron de bruces con el hallazgo.

Dos casas

Una de las curiosidades de esta instalación es la presencia de dos viviendas diferenciadas en el faro para las familias de los dos fareros que se encargaban de su cuidado. Al parecer, sus mujeres se acusaban mutuamente de tener que encargarse de las tareas que la otra dejaba de hacer, por lo que pidieron a la autoridad competente de la época la construcción de dos estancias separadas.

Sa Conillera, junto con los otros Illots de Ponent (s’Espartar, ses Bledes y s’Illa des Bosc), además de es Vedrà y es Vedranell, conforman una reserva natural desde hace diez años. Todos ellos, que además son propiedad del empresario Abel Matutes, representan auténticos tesoros naturales con flora y fauna endémicas además de un paisaje espectacular. Islotes donde no puede desembarcarse, a menos que uno tenga permiso de investigación o sea miembro de una de las expediciones divulgativas que organiza Espais de Natura de les Illes Balears de la Conselleria de Medi Ambient, como la que se llevará a cabo este sábado 26 de septiembre.