El Govern balear ha presentado esta semana el borrador del futuro Impuesto del Turismo Sostenible, un nuevo tributo que no cuenta con el apoyo del sector turístico y que gravará a los turistas (residentes en Balers incluidos) mayores de 14 años que se alojen en establecimientos hoteleros, viviendas turísticas legales y cruceros que atraquen en los puertos del archipiélago [ver tabla adjunta]. Un gravamen, con el que prevén recaudar entre 50 y 80 millones de euros anuales, comparable a la ecotasa que el primer Govern del socialista Francesc Antich aplicó durante 18 meses, entre mayo de 2002 y octubre de 2003, cuando el Ejecutivo de Jaume Matas lo derogó después de ganar las elecciones.

Una de las principales coincidencias entre este impuesto y el que implantó el primer Pacte de Progrés es, sin duda, la oposición del sector turístico. Entonces, los hoteleros llegaron incluso a los tribunales para tumbar el tributo ecológico, pero la justicia rechazó una y otra vez los argumentos de los empresarios. El Gobierno de Aznar también presentó un recurso de inconstitucionalidad por doble imposición. «Llega en el peor momento de la historia del turismo», llegó a decir la Federación Hotelera pitiusa, que acusó al Govern balear de «hacer caso omiso y oídos sordos a la evidente realidad de una recesión turística mundial sin precedentes». En esta ocasión, además, los ecologistas no ven que este tributo sea un impuesto ecológico y que «no es un impuesto que venga a compensar los efectos del turismo», señaló el presidente del GEN, Joan Carles Palerm.

Amplio abanico

Si durante el primer mandato de Antich al frente del Ejecutivo balear la finalidad de la ecotasa fue eminentemente medioambiental, en esta ocasión el Govern ha programado un amplio abanico de opciones donde invertir el dinero recaudado. Según el Ejecutivo, se llevarán a cabo inversiones para la protección, preservación y recuperación del medio natural, rural y marino; a la mejora de la calidad y la competitividad del sector turístico, el fomento de la desestacionalización, la creación de producto turístico y la promoción; el desarrollo de infraestructuras relacionadas con el turismo sostenible; la recuperación y rehabilitación del patrimonio histórico y cultural; el impulso a proyectos de investigación científica, desarrollo e innovación tecnológica (R+D+I) que contribuyan a la diversificación económica o relacionados con el ámbito turístico; y a la mejora de la formación y la calidad del empleo del sector turístico.
Balance del primer año

Si echamos un vistazo a la hemeroteca, después del primer verano de la aplicación de la ecotasa, en 2002, la Federación Hotelera de Eivissa y Formentera cifró en 120 millones de euros la caída en los ingresos y una ocupación hotelera del 73,19% entre los meses de mayo y octubre. A las Pitiüses llegaron 103.000 alemanes menos que el año anterior. «Las cifras de ocupación han bajado este año considerablemente salvo en agosto. El número de plazas hoteleras vendidas ha sido mucho más bajo que el año pasado, sobre todo en Sant Antoni», aseguraba entonces Pedro Matutes, el presidente de los hoteleros.

¿Los motivos? Matutes explicaba en 2002 que «no podemos obviar la crisis económica en Alemania, los atentados del 11-S, el desmesurado crecimiento de la oferta ilegal, la falta de promoción y la ecotasa». El hotelero se quejaba también de que «han venido menos turistas y han sido peores». No obstante, la temporada siguiente, la de 2003, no fue mucho mejor ya que la ocupación fue del 72,04% en las Pitiüses.
Después de que en 2002 se recaudaran 33,7 millones y una previsión de 43 millones para 2003, el Govern de Jaume Matas enterró la ecotasa. En 2012, diez años después de su implantación, los hoteleros todavía debía 12 millones. Y su sustituta fue la Tarjeta Verde, que los turistas podrían comprar de manera voluntaria por 10 euros. Dejó de estar operativa en febrero de 2010 y sólo recaudó 4 millones en cinco años.

EL DETALLE

Los proyectos previstos en Eivissa financiados con la ecotasa

En un primer momento, el Govern tenía previsto invertir el 20% de lo recaudado con la ecotasa en 19 proyectos en Eivissa que debían estar concluidos en 2004. Esto, según las cuentas del Ejecutivo balear, supondría una inversión de 16 millones de euros para la protección de espacios naturales, la compra de terrenos y la reconversión de áreas degradadas.

Uno de los proyectos ‘estrella’ de la ecotasa era el derribo del hotel inacabado de Cala d’en Serra (Sant Joan), una obra del arquitecto Josep Lluís Sert. También se quería derribar la estructura levantada donde la antigua plaza de toros de es Pratet, se tenía previsto llevar actuaciones en ses Feixes, proteger el sistema dunar de Platges de Comte, la compra de terrenos en Cala d’Hort, la reconversión del complejo deportivo Isla Blanca, el soterramiento de líneas eléctricas en Sant Francesc, la creación de un centro de interpretación en la iglesia de Sant Francesc o la compra de Can Portmany, en Sant Rafel.