Los vecinos del barrio de es Pratet y el Ayuntamiento de Vila no se ponen de acuerdo. Carmen Cárcel, presidenta de la asociación vecinal, sostiene que la gran plaza que preside el barrio debería ser conocida como la plaza de Bob Marley porque así lo decidieron sus vecinos en una votación donde el nombre del mítico rey del reggae resultó ser el más votado. Desde el Consistorio, se insiste en que es Pratet es su nombre oficial, respetando así el criterio de bautizar las calles con topónimos o personalidades locales.

Sea como sea, la plaza continúa huérfana de placa que señale su nombre, pero en la memoria de muchos ibicencos permanece el recuerdo del coso taurino construido a finales del siglo XIX y donde Marley actuó en 1978. «Yo era una cría y en el concierto aluciné. Estaban todos los hippies de la época vestidos de blanco y fumando marihuana», recuerda la presidenta vecinal.

Es Pratet tocó el cielo con la actuación de Bob Marley y, a partir de ese momento, comenzó su descenso hacia los infiernos. En los 80, la plaza de toros cerró y fue reconvertida después en un mercado cubierto que nunca abrió sus puertas y que finalmente acabó ocupado por drogadictos y gitanos. La suerte del barrio empezó a cambiar con el derrumbe la plaza de toros. El solar que quedó se convirtió en un aparcamiento repleto de gorrillas pero al menos atraía a potenciales clientes a los comercios.

La posterior construcción del aparcamiento privado fue bien acogida pero, según la presidenta de la asociación, «se hizo pensando solo en la gente que va al puerto y dejó el barrio aislado». Para los vecinos, la solución sería peatonalizar la plaza y abrir un acceso para que la gente que deje allí su coche pasee por la zona y anime las ventas de los comercios.
La plaza actual tiene tan solo tres años. Faltan todavía mejoras como bancos nuevos, zonas de sombras y más árboles pero, en cualquier caso, es «un lujo» comparado con lo que había.

Sin la plaza de toros ni una placa que lo certifique, de Bob Marley solo queda aquí una tienda de accesorios para fumadores cuyo cartel es la hoja de una planta de marihuana. Quizás algún día algún dirigente municipal se atreva a levantar una estatua del mítico cantante en es Pratet donde acudan los turistas rastafaris a buscar su tierra prometida.