La necesidad de más concienciación con las personas mayores discapacitadas es una de las conclusiones del estudio Gent gran amb discapacitat, un projecte per al siglo XXI, incluido en el Anuari de l’envelliment de Balears de 2015 que se presentó ayer. «Hay que adaptar los recursos a las personas mayores con discapacidad», dice la enfermera Belén Hernández, una de las autoras del artículo junto a Antoni Ribas, Ana Andreu y Andrea Ramón.

Hernández, que trabaja en la Sección de Personas con Discapacidad y Trastorno Mental Severo del Consell d’Eivissa, recuerda que con los avances tecnológicos «se ha prolongado la esperanza de vida» de las personas mayores con discapacidad. Sin embargo, hay una sensación de que a estos mayores no se le tiene en cuenta en los programas de salud y «necesitan los mismos recursos, revisiones oftalmológicas, ginecológicas o bucales como nosotros, creo que falta una concienciación de la sociedad». Pone como ejemplo las limpiezas bucales que, en algunos casos, «si está muy afectado es imposible hacerla pero luego tendrá problemas mayores; somos conscientes de la dificultad pero hay que llevar programas de salud adaptados a ellos».

El estudio, en este sentido, recoge en sus conclusiones que se han de ofrecer recursos y servicios sociocomunitarios que permitan a las personas con discapacidad el acceso a actividades adaptadas a sus necesidades, como actividades ocupacionales, servicios residenciales o de ocio y tiempo libre».

Para elaborar el trabajo se ha escogido una muestra de once personas de edades comprendidas entre los 50 y 64 años de la Sección de Personas con Discapacidad y Trastorno Mental del Consell. La más joven, mujer, padece síndrome de down y el mayor, un hombre de 64 años, sufre una discapacidad a consecuencia de una enfermedad que sufre desde la infancia. Los resultados del estudios revelan que sufren varias patologías y todos tienen problemas dentales, de los que un 27,7% no presentan ninguna pieza dental. Más de la mitad padecen problemas agudeza visual y un 18% ceguera adquirida en los últimos años; el 56,6% presenta incontinencia y la mitad son obesos.

También hay que tener en cuenta la figura del cuidador ya que en la medida que la persona con discapacidad envejece también lo hace su cuidador. «Este hecho implica la necesidad de un mayor apoyo al núcleo familiar para que permanezca al domicilio evitando la alternativa a una residencia», recoge.

Otro de los capítulos del Anuari es La podologia i la gent gran, realizado por Catalina Galmés, Paula Muñoz y Josefa Marí, que incide en la importancia de un buen cuidado de los pies en las personas mayores para mejorar la calidad asistencial y el aumento de la demanda del servicio de podología. Galmés, titular de la concesión del servicio de podología del Llar Eivissa y del hospital residencia de Cas Serres, atiende a una media de 30 visitas semanales con un aumento de los hombres y de la edad de los usuarios que tienen más de ochenta años. «A veces no existe una patología notable, sólo es la necesidad de que el profesional le ayude a arreglar sus uñas, porque carecen de flexibilidad y tienen disminuidas sus habilidades físicas», recoge el estudio.