Los resultados de las elecciones generales celebradas ayer abre un escenario político insólito en España. Todas las posibles alianzas para formar el próximo Gobierno presentan enormes dudas tanto en su posible configuración como en su estabilidad institucional.

Los bloques ideológicos, con una ligera ventaja para la izquierda, del nuevo Congreso de los Diputados deben resolver importantes cuestiones para lograr una mayoría cohesionada. Tal y como habían vaticinado las encuestas, la dispersión del voto se ha mantenido desde los comicios locales y autonómicos de mayo, pero con algunas modificaciones sustanciales. Las más destacadas son el retroceso del PSOE frente a Podemos, mientras que C’s ha quedado muy por detrás de las expectativas y sin lograr apuntalar con claridad la continuidad del PP en La Moncloa, que ha sido el partido más votado. Formaciones minoritarias, como ERC, pueden acabar convirtiéndose en árbitros del poder estatal.

Precios políticos. A patir de hoy mismo comienza uno de los periodos más complejos de la política española: la negociación de unos pactos en los que cada una de las formaciones en liza tratará de imponer sus condiciones. En este sentido, el papel de ERC se vislumbra como decisivo para el desalojo del PP del Gobierno. Los principales impulsores del proceso independentista catalán podrían tener tras estos comicios la llave para forzar la celebración del ansiado referéndum, una condición que no será sencillo que acepte un PSOE debilitado y que requiere de una modificación constitucional.

Efectos en Balears. En Balears el PP se mantiene como la fuerza más votada, con tres diputados, pero el PSIB-PSOE pierde la segunda posición en favor de Podemos. Ambos obtienen dos escaños. El último representante de la circunscripción balear corresponde a Ciudadanos. El efecto que tendrá la fuerza de Podemos en la política autonómica, como socio externo del Govern, también será uno de las consecuencias colaterales de estas elecciones.