Vicenta Gómez es extremeña, nacida en Cáceres, pero se considera ibicenca, pues reside en Eivissa desde 1962. «Mis padres emigraron a Barcelona, donde me casé con 19 años y después me vine a la isla con mi marido y mis hijos a probar y a buscar rumbo de vida». Vino muy jovencita y, en principio, sólo para 15 días. «Fue mi hermano quien nos animó a venir por tema de trabajo y fíjate ya la de años que llevo viviendo aquí».

Nada menos que 53. Por eso no sólo se siente de esta tierra, sino que también habla el catalán y el ibicenco, como ella misma puntualiza. «Yo soy muy lista», comenta entre risas pero Mara, su amiga y profesora de baile lo confirma: «Te ha dicho una verdad como un templo, es muy inteligente». Y es que, Vicenta también es una de las ‘chicas de Mara’, con la que lleva bailando desde hace casi 20 años.

Reconoce que, desde siempre le apasionó el baile, y aunque siempre ha llevado el ritmo en sus venas, hasta que no vino al Llar d’Eivissa no se lo propuso en serio. «Antes nunca me había dedicado al baile, siempre me dediqué al cuidado de la familia y a criar a mis hijos, nietos y hasta hermanos», porque apenas tuvo oportunidad de ir al colegio. «Lo que sé lo aprendí en clases nocturnas a las que íbamos cuando terminaba el trabajo en la fábrica», dedicaba así el día a trabajar y la noche a estudiar.

Llar d’Eivissa

El Llar d’Eivissa, lo que ellos llaman comúnmente el Hogar, fue su oportunidad para poder lanzarse a bailar, ya que el gusanillo del ritmo no le abandonó nunca. «Mi cuñada venía aquí y como yo padecía de cervicales me animó a venir para hacer gimnasia», comenta. Entonces se apuntó y se quedó. Fue después cuando conoció a Mara y entró a formar parte de su grupo de chicas, donde reconoce estar encantada. «Jamás hubiéramos pensado que llegaríamos tan lejos». «A veces lo pienso, que si levantara la cabeza mi madre y me viera en un teatro no se lo creería», aunque hace memoria y recuerda, «bueno, de hecho, me vio, porque hicimos en Can Ventosa, una vez, de modelos de la moda Adlib y vino mi madre aquí y estaba ella encantada lanzándome piropos desde el patio de butacas».

Apunta que gracias al Hogar han podido encontrar un sitio donde bailar y donde tienen una continuidad en los ensayos que ayudan a perfeccionar su estilo, «he ganado concursos bailando en pareja, porque me gusta mucho».

Además, no le da vergüenza porque al salir al escenario se mete en su papel tanto que se olvida del resto, «no sé si hay familia, no veo a nadie hasta que termino. Siempre tienes nervios, pero se pasan y sale bien». Tanto que fueron seleccionadas para el programa de Telecinco Tienes talento y ni se lo podía creer. «Pensé que era una broma que nos estaban gastando, ni mi hija se lo creía, pero ha sido una experiencia muy bonita, grabando y conociendo a gente famosa; nos trataron muy bien», confirma con una gran sonrisa.

Mirada al pasado

Tras casi 54 años viviendo en la isla, Vicenta tiene en su mente el recuerdo de la Eivissa que se encontró entonces y la que ve hoy en día. «Todo ha cambiado todo muchísimo». Cuenta que antes se movían en bicicleta porque «no había ni autobús de línea sólo uno que iba a Talamanca entre el campo».

En la calle de Extremadura, donde vive desde que llegó, sólo había un bloque. «Era todo tierra, barro... no había luz en la calle cuando yo llegué». Sin embargo, «la isla de entonces me gustaba más porque era más tranquila, ya que hablabas con cualquiera, te ibas a comprar y dejabas la llave o la puerta abierta y no pasaba nada. Incluso, dejabas a un niño en un parque y no había peligro».

En este sentido, recuerda una isla aún más blanca y bonita, algo que, desde su punto de vista, se ha perdido. Sin embargo, asegura con resignación: «El progreso es parte de la vida y hay que seguir adelante».