Lleno absoluto en el curso de Restauración y Reciclaje de Muebles que arrancó ayer en Sant Antoni y que se prolongará hasta el próximo 18 de marzo. Un rotundo éxito de convocatoria el de esta formación ocupacional propuesta por el Ayuntamiento de Sant Antoni que ya cuenta con muchas ediciones y que, según informaron fuentes del consistorio, en esta ocasión incluso cuenta con lista de espera.

La restauradora de muebles antiguos y docente de la formación, Pepa López Sánchez, achaca el éxito del monográfico a que «independientemente del aprendizaje, esta actividad supone una terapia ocupacional fantástica: a la vez que aprendes y ocupas tu mente con tus manos, una de las mejores terapias que existe, te llevas a casa el resultado de tu trabajo. Cuando termina el curso te vas con la pieza reciclada y trabajada. Esa es una de las mejores cosas que podemos hacer. Es una labor muy gratificante, por eso tiene tanto éxito esta actividad».

El objetivo del curso es dar a conocer las bases de la manualidad de la restauración de muebles. «Se trata de descubrir si realmente te interesa este mundo y aprender las base. Y a partir de ahí, se amplía o se repite otro año», indica López. Es por este motivo que los participantes deben acudir al curso con una pieza para restaurar o reciclar y reciben una formación fundamentalmente práctica. «La teoría se va explicando sobre la marcha y se aprende en función de las necesidades de nuestro mueble», explica la restauradora.

Legado mobiliario

Llama la atención que en esta edición el 100% de las participantes del curso de Restauración y Reciclaje de Muebles sean mujeres. Según asegura Pepa López, normalmente hay un 80% de presencia femenina, sin embargo en la actual edición son todo chicas. «Yo creo que es porque las mujeres somos más conservadoras en lo referente al mobiliario familiar. Los hombres en cambio, más prácticos». No obstante, no lo tiene del todo claro Pepa López ya que reflexiona y afirma que «no es necesaria una feminidad o una sensibilidad especial para desarrollar la restauración o el reciclaje y, además, en el mercado laboral hay muchos restauradores».

Y es que según López, muchos de los muebles que se llevan al curso para restaurar son los que se heredan en Eivissa dentro de las familias: el canterano o cómoda, el catret o sillita plegable que se utilizaba para ir a misa y, sobre todo, la caixa, una caja de algo más de un metro de larga con el dibujo de la rosa de los vientos que se utilizaba para guardar los trajes tradicionales, los cubiertos de plata de la boda e incluso la emprendada. «Mucha gente que ha heredado la caixa la ha traído a otras ediciones de este curso, no sabría decir la de ellas que hemos restaurado, y al abrir algunas de ellas hemos comprobado que dentro había mantones, pañuelos o refajos. Siempre ha supuesto una experiencia muy bonita poder abrir esas caixas», rememora la restauradora.

Precisamente en torno a uno de estos muebles tradicionales existe una anécdota que destaca Pepa López. Es la historia de un joven que llevó a restaurar un antiguo canterano que había pervivido durante tres generaciones en la familia y que, una vez restaurado, pudo ser contemplado por la persona que lo adquirió inicialmente: el abuelo de la familia. «No era capaz de reconocer la pieza de lo bonita que la había dejado y nos explicó, porque se acordaba, de cuándo lo había comprado», comparte la docente de esta formación.