Un perro sin problemas de piel debería bañarse, como máximo, una vez por mes, incluso con bañarlo cuando esté sucio o unas tres veces por año suele ser suficiente.

Otra de las preguntas habituales que suelen hacernos en la consulta es “¿cada cuánto puedo bañar a mi perro?”.

Debido al aumento de los animales de compañía en nuestros hogares y que cada vez más el perro convive dentro de casa y duerme en nuestros sofás y camas y los abrazamos, tocamos y acariciamos, una preocupación común es saber cada cuanto tiempo debe bañarse a nuestro perro.

A mucha gente le desagrada el olor a perro y tiende a bañarlo cada semana e incluso cada pocos días. Lo primero que hemos de tener en cuenta es que nuestro perro es un perro y que ha de oler a perro, como lo que es. Intentar eliminar el olor a perro y camuflarlo continuamente con colonias puede incluso ser perjudicial para él.

Un perro sin problemas de piel debería de bañarse, como máximo, una vez por mes, incluso con bañarlo cuando esté sucio o dos o tres veces por año suele ser más que suficiente.

Las razas de pelo largo necesitan un cuidado del pelo más frecuente, tener un Yorkshire de pelo largo o un Lhasa apso o un galgo afgano puede ser difícil y trabajoso. Las razas de pelo corto normalmente con un buen cepillado una vez por semana para retirar el pelo muerto o cualquier suciedad en el manto suele ser suficiente. Hay excepciones como las razas sin pelo, muy de moda últimamente, que además de un buen baño hay que aplicar cremas hidratantes y proteger más de las inclemencias del tiempo.

El bañar muy a menudo al perro elimina la capa de grasa que los perros tienen sobre la piel y que la hidrata y protege de los irritantes y bacterias. El bañarlo a menudo elimina esta capa de grasa y expone la piel a las infecciones y como mecanismo de defensa la piel produce entonces más grasa y se dará la circunstancia de que olerá más, por lo que el propietario seguirá bañándolo cada vez más a menudo y el perro cada vez olerá más y más y tendrá la piel peor.

El baño ha de hacerse con agua templada, aplicando un champú neutro, sin colonias ni insecticidas, dejándolo actuar unos 10 minutos y luego aclarando con agua abundante. Si nuestro perro tiene el pelo largo será recomendable aplicar alguna mascarilla para desenredarlo. Luego lo secamos bien con toalla y aplicamos el secador. Hay que tener cuidado con el secador porque a veces puede producir irritaciones y quemaduras en la piel de perros sensibles. Luego del baño hemos de asegurarnos que las orejas estén bien secas para prevenir la aparición de otitis y limpiar los ojos para evitar que tenga conjuntivitis. Si nuestro perro tiene la nariz o las almohadillas resecas se puede poner un poco de vaselina después del baño.

El uso de champús con insecticidas o con perfumes puede producir problemas si entran en contacto con los ojos de los perros, además los productos para protegerlos contra los parásitos externos deben aplicarse después del baño. El tema de los perfumes depende bastante del gusto personal pero debemos de poner un freno a nuestros caprichos y no convertir a nuestro perro en un muñeco al que ponemos perfume, pintamos las uñas y vestimos a nuestro gusto.

Existen enfermedades que hacen que nuestro perro produzca mucha grasa, el hipotiroidismo, el síndrome de Cushing y las alergias hacen que el perro produzca más grasa de lo normal y tenga un olor muy fuerte, como a queso rancio, en este caso debemos consultar a nuestro veterinario.

Y por último para que el baño sea un acto agradable para el perro y para el propietario debemos de comenzar a hacerlo desde cachorro, siempre jugando con él, al principio mojando solo las patitas, luego el cuerpo un poco con agua templada y luego dándole algo de comer que le guste o un premio. Poco a poco, iremos aumentando la complejidad pero siempre evitando el miedo y siempre relacionándolo con premios. Si seguimos estos consejos y lo hacemos poco a poco nuestro cachorro no relacionará el baño con una actividad traumática y le gustará que lo bañemos ya que será una experiencia placentera con su propietario que en el fondo es lo que él quiere.