Sin tener competencias, sin haber tomado ni siquiera la decisión de la matanza de las cabras de es Vedrà, Miguel Vericad se ha puesto en el punto de mira de la crisis de la última semana y media. Hoy, previsiblemente, cientos de personas pedirán su dimisión mientras Vicenç Vidal, conseller balear de Medio Ambiente, y Caterina Amengual, vivirán la manifestación de los animalistas desde Mallorca. Las protestas les llegarán de muy lejos.

Vericad ha protagonizado un episodio de torpeza política sin precedentes, posiblemente mal asesorado por aquellos que solo reclaman libertad de expresión cuando gobiernan determinados políticos. Los mismos que denunciaban listas negras la pasada legislatura (visto en twitter) son los que ahora pretenden decidir qué periodistas pueden estar en una entrevista televisiva. Un político siempre tiene que aprovechar las oportunidades que tiene para dar explicaciones.

Porque sin tener competencias, ni haber tomado ni una decisión, Vericad no ha sabido seguir la misma postura que sus compañeros de partido, que miraron la polémica de perfil y miraron hacia Mallorca ante el posible error político.

Porque lo que se debate, lo que se analiza, es si hubiese habido alternativas a la matanza de cabras. Nadie cuestiona que hay que proteger las flora endémica y para ello había que sacar a las cabras de es Vedrà. Y hoy se demuestra que el exterminio hubiera podido evitarse y de forma gratuita, sin que le costase un euro al Govern. Y lo que no puede evitar ni Vericad ni otro dirigente político es que haya cuestiones sensibles que provoquen indignación y que muchos ciudadanos se pregunten: ¿no había otras alternativas a la matanza de las 50 cabras?

Y lo que más puede llegar a indignar es que a los que preguntan si hubiese habido alternativas se les trate de retrasados mentales, de burros, de insensibles con la naturaleza, de analfabetos, y que además este desprecio se lleve a las redes sociales. Son tan criticables los insultos de algunos animalistas que aquellos que muestran su superioridad intelectual en twitter. Este no es el camino y esta prepotencia ha llevado a la situación de hoy, la protesta que esta tarde empezará a partir de las 16 horas en el puerto de Vila.

La crisis de las cabras permite sacar algunas conclusiones. En primer lugar, que a veces el arranque informativo determina el avance de una polémica. Y en el caso de la matanza de cabras, el departamento de publicidad de la Conselleria de Medi Ambient dijo erróneamente que se tardarían dos o tres días para matar todas las cabras. Fue la primera información errónea. En seis horas se liquidaron (supuestamente) los animales que había en es Vedrà. Segunda mentira. Se dijo que no había alternativas a la matanza, pero hoy se demuestra que un particular se ofreció en noviembre para llevarse todas las cabras y además hacerlo sin que le costase un euro a la Conselleria de Medi Ambient. Por los documentos que tiene parece que hubo desinterés por parte del Ejecutivo balear. La otra torpeza política viene de Palma, del conseller balear de Medi Ambiente, el mallorquín Vicenç Vidal quien en un debate parlamentario acusó de caciques a los vedraners. Sobre este aspecto sorprende, y mucho, que una decisión política acabe con insultos para los propietarios de la isla. Y también sorprende la postura tibia del alcalde de Sant Josep, Josep Marí ‘Agustinet’, quien ha preferido que la tormenta política pasase en lugar de defender a los josepins de los ataques del conseller mallorquín. Sin embargo, ‘Agustinet’ deberá pasar cuentas en el pleno de su municipio tras días y días de silencio.

Otro argumento que se está planteando para defender la matanza de es Vedrà es que en Mallorca se matan 2.000 cabras cada año. Es cierto, pero nunca se ha hecho publicidad de las matanzas y la sensibilidad medio ambiental en Mallorca es diferente a la de Eivissa.

Tampoco se ha difundido nunca que los cadáveres de las 2.000 cabras se dejasen en la Serra de Tramontana. Los mismos que tratan permanentemente de distanciarse de Mallorca son los que ahora sacan la isla vecina de ejemplo para justificar la matanza. Ha sido, sin duda, un episodio para olvidar.