«Me han salvado de un cáncer pero me han dejado en la cuneta. Se han gastado una millonada en mi enfermedad pero luego me quieren matar de hambre», dice Salvador Navarro acerca de la odisea que vive para que le concedan una ayuda de la administración pública tras superar un meduloblastoma, un cáncer en el cerebro y la médula con metástasis que le ha dejado muchas secuelas que le impide llevar una vida normal.

Sin apenas recursos, sólo los que le presta su hermana Amparo, Salvador está en trámites para que le valoren su grado de minusvalía. De hecho, ha pedido una segunda revisión de la primera que le hicieron, tiene un 37 por ciento, y tiene ahora un plazo de tres meses para entregar toda la documentación. «Nos dan tres meses para resolver un papeleo que ellos no te facilitan» dice Amparo, que está ayudando a su hermano en toda la tramitación y ha recurrido a las administraciones.

A Salvador que había trabajado en la construcción le diagnosticaron un cáncer en 2013, en plena crisis del ladrillo, cuando estaba en paro.

«A mi madre le dijeron que no sabía lo que iba a vivir mi hermano», recuerda Amparo. Es su madre la que empezó a tramitar la minusvalía y meses después falleció. «La carta se quedó olvidada. Mi hermano estaba con los efectos de secundarios del tratamiento y ni se enteró. La resolución de la discapacidad no nos llegó nunca porque no localizaron a mi madre».

En octubre del año pasado decidió reactivar de nuevo la tramitación de los papeles de su hermano, que no recibe ningún tipo de prestación económica. «Mi hermano, según los médicos, no puede conducir, ni hacer deporte, ha sufrido dos episodios epilépticos, una rotura de tobillo y una dislocación de hombro. Por otro lado le dicen que se vaya a trabajar», dijo.

Amparo ha ido llamando a puertas para tramitar todos los papeles. «Por las telefonistas del Consell y del ayuntamiento de Eivissa me enteré que al cabo de dos años puedes pedir la revisión de la minusvalía», dice. En el centro base de Servicios Sociales, en el que ha de hacer la revisión de su grado de minusvalía, le piden una documentación sobre el estado de su hermano, «pero no nos dan los informes médicos para el centro base y tenemos todo el derecho a que le den todos los informes para dictar la resolución de la discapacidad». Para Amparo, «sería una alegría que mi hermano estuviera bien, pero quiero que lo comprueben todo y se lean los informes; si es un 37% de discapacidad, perfecto».

La intención de Salvador, que sigue viajando a Palma para las revisiones de su enfermedad, es marcharse con su padre a Valencia. «Vivo solo, en el municipio de Santa Eulària, y no puedo conducir. Aquí tengo que depender de todos y allí está mi padre y lo tengo todo. Llevo viviendo 31 años en la isla pero parece que soy un forastero», se lamenta. De momento, sólo ha recibido una pequeña ayuda para transporte de la Asociación Pitiusa de Ayuda a Afectados de Cáncer y de Santa Eulària para transporte. «En todos los sitios, menos en el Consell, las telefonistas que me han facilitado la información y las asociaciones, se han portado muy mal. Es muy difícil. Nos hemos sentidos muy solos, habiendo tantos recursos y tantas oficinas. No podemos más con la burocracia. Esto es una odisea, no es justo todo lo que no está pasando», dice Amparo.

LA NOTA

Amparo Navarro: «Quiero que auditen el caso de mi hermano desde el principio»

«Quiero que auditen el caso de mi hermano desde el principio, desde que empezó hace tres años Ellos están valorando una minusvalía y yo valorando su capacidad por el puesto que ocupa», denuncia Amparo, ante el trasiego que lleva durante este proceso de las administraciones, desde el hospital Can Misses, el SOIB o el centro base. «En Can Misses nos dijeron que no podían hacer nada por nosotros, pero sólo tenían que habernos derivado al Ayuntamiento de Santa Eulària. No hay comunicación entre las administraciones. Las asociaciones están más concienciados con lo que pasa». En su opinión, «hay una desidia con los enfermos de cáncer, no tienen que estar esperando una resolución porque cuando llegue, a lo mejor ya se han muerto».

LA NOTA

Jurado: «Los servicios a los ciudadanos acaban deshumanizados»

Una de las puertas a las que llamaron los hermanos Navarro fue la del Consell d’Eivissa. La consellera de Benestar Social, Lydia Jurado, se mostró muy sensible a su problema. «Me gustaría que las personas dejaran de ser números y que se sentaran a escuchar un poco más el caso que tienen delante porque muchas veces se pauta todo en base a unos criterios, pero hay casos concretos que se deben tener una especial sensibilidad y un valor más objetivo. Muchas veces acaban deshumanizados los servicios de los ciudadanos. Acaban siendo muy burocráticos y administrativos cuando el caso no es así, es social», dijo. En su opinión, «se tendría que trabajar de una manera más global, con una perspectiva más dirigida al trato con los pacientes y usuarios de los servicios sociales, dentro de la figura del trabajo social». Jurado destacó «la labor de las asociaciones porque ayuda a los pacientes a explicarle cuáles son los pasos a seguir en las administraciones a la hora de pedir cualquier ayuda dentro de las administraciones, como las valoraciones, o si les queda alguna duda pendiente», apostilló la responsable de Benestar Social.